Maximiliano López venía de Villa Dolores para estudiar en Córdoba. En aquellos años, era un “alquilador serial”, asegura. Ese fue su primer contacto con el mundo inmobiliario.
El fundador y director de López Baena Propiedades tiene actualmente tres oficinas y medio centenar de colaboradores. Desde una perspectiva forjada durante años de tener que adaptarse a los ciclos cambiantes de la economía argentina, el empresario recuerda sus inicios en Re/Max y por qué decidió abrirse.
–¿Cómo surge el interés en el mercado inmobiliario?
–Nací en Villa Dolores, nuestro Santiago del Estero, con sus “lindos” calores en verano y sus moscas. Al terminar el secundario, me vine a Córdoba sin tener muy claro qué iba a estudiar. Cumplí los 18 y me anoté en dos carreras, Ciencias Económicas y Letras. Finalmente, avancé bastante en Ciencias Económicas en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), pero no la terminé.
–¿Cuándo fue esto?
–Estoy hablando de la década del ’90. La llegada de mi primer hijo – tengo tres– me llevó a la necesidad de trabajar y a relegar un poco los estudios. Finalmente, abandoné Ciencias Económicas y comencé a estudiar la carrera de Martillero y Corredor Público en el Colegio Monserrat. Era un “alquilador serial”, un inquilino constante, lo que me familiarizó con el trabajo inmobiliario. Empecé a preguntar y me enteré de que había que estudiar para ser inmobiliario. Era muy estricto el ingreso; de 900 inscriptos, solo entrábamos 90, algo que sigue siendo así actualmente. En ese momento, lo sentí como mi última oportunidad de ser un profesional, después de no terminar las otras carreras.
–¿Cómo fueron los primeros pasos?
–Empecé a estudiar y a trabajar simultáneamente. Mi primer trabajo fue en la oficina de administración inmobiliaria de un señor llamado Felipe Machado, quien lamentablemente falleció el año pasado. Fue muy interesante porque él era abogado, ingeniero y también hacía corretaje. Era una excelente persona y aprendí las primeras bases de la profesión.
–Terminado el estudio, se vino la matriculación en un momento complejo para el sector, ¿no?
–Sí. En aquel momento, la mayoría se matriculaba en el Colegio de Martilleros, pero yo decidí matricularme en el Colegio Profesional de Corredores Públicos Inmobiliarios de la Provincia de Córdoba (CPI), en contra de las recomendaciones de la cámara de egresados. Fue una decisión arriesgada porque el CPI tenía solo dos o tres años de su creación, era muy reciente y había mucho conflicto entre ambas entidades. Pero fue una buena decisión, ya que el CPI terminó prevaleciendo, no sólo institucionalmente, sino también judicialmente. De hecho, hoy soy asesor externo del CPI.
–¿Y el primer paso fue con una inmobiliaria propia?
–Estuve en Re/Max por cuatro o cinco años. Aprendí muchas cosas y me resultó bueno en muchos aspectos, pero también sufrí cierto tipo de desilusión profesional en cómo se hacían las cosas. Había una cuestión legal de conflicto y choques entre el Colegio y la franquicia, de la que no quería formar parte. Pero la principal razón que me llevó a irme fue la idea de tener algo propio y tomar mis propias decisiones.
–¿Qué aprendizajes dejó la experiencia con Re/Max?
–Abordar la intermediación inmobiliaria desde un enfoque distinto. La franquicia tiene un proceso muy ordenado, con un manual de cómo hacer las cosas al estilo estadounidense. El enfoque está en la cuestión relacional, en las relaciones con los clientes para generar negocios, a través de mucha capacitación. La franquicia te prepara para ese negocio.
–O sea que sirvió para dar el paso posterior.
–Sí, porque a partir de esa experiencia, decidí formar mi propia inmobiliaria, diseñarla y planificarla. En 2017 inauguramos la primera oficina, López Baena Propiedades, en la zona de La Cañada, cerca de Tribunales. Tenía mucho miedo, porque dependía sólo de mí y de mi capital invertido. Hoy tenemos tres oficinas: la central en Duarte Quirós, otra en Tejeda y la tercera en Paraguay al 300. Al principio, diseñé algo más chico, pero se fue dando y creció.
–Además, 2017 fue un excelente año para el sector. Pero al año siguiente vinieron los problemas con el dólar y la caída del gobierno de Mauricio Macri.
–Sí, 2017 fue muy bueno y 2018 también tuvo un efecto de “viento de cola” al principio. Pero entre abril y mayo de 2018, vino la primera gran devaluación del dólar. Fue una época de absoluta angustia. El teléfono dejó de sonar, la actividad se pausó. Los números cayeron y lo recuerdo como una minipandemia. Pero aun en momentos de crisis, la gente sigue teniendo necesidades inmobiliarias.
–¿Cómo es eso?
–Quizás no había inversores, pero aún en situaciones difíciles la gente necesita mudarse, se separa, se casa o se agranda la familia. Intermediamos en una de las necesidades básicas de la humanidad, la casa, así que nos enfocamos en esos clientes. Eso nos permitió capear la tormenta y superar el naufragio.
–Menciona habitualmente la importancia de “leer la realidad” y los cambios sociales y económicos. ¿Cómo se aplica esta filosofía al modelo de negocios?
–Es crucial leer la realidad, la economía en general y los cambios sociales, no sólo para saber qué decisiones tomar, sino para evitar que impacten en el ánimo diario del emprendedor. Sería fácil decir “no vendo nada, me quedo en casa”. Internamente, todos en la oficina tuvimos que luchar contra eso. Hay que leer los diarios, entender la realidad y usarla como materia prima para trabajar y sobrevivir haciendo inmobiliaria en Argentina. He visto colegas y amigos que quedaron en el camino, y eso no está bien. Haber pasado lo que pasamos fue angustiante y deprimente, pero nos fortaleció para los momentos que podrían ser mejores. En Argentina, siempre vivimos con una cuota parte de incertidumbre.
–Hablando de crisis, ¿cómo quedó el mercado después de la pandemia?
–Fue algo curioso. Inicialmente, el mercado quedó expectante, pero luego hubo una percepción de la finitud de la vida, la gente se dio cuenta de que hay que salir a vivir. Empezó a comprar lotes, a proyectar, a cambiar de casa, lo que generó un impulso interesante. Lamentamos que haya sido producto de una tragedia mundial, pero despertó esa decisión. Puso frente al espejo lo finito que es todo y que todo lo que hagamos impactará en el hoy y en el mañana.
–Pero desapareció el inversor inmobiliario
–Para que un mercado se estimule, un inversor debe ganar dinero con la compra de un departamento. Cuando hay crédito hipotecario, posibilidades de “blanquear” y buenos alquileres, esos son estimulantes clave. El sector inmobiliario se sustenta en las decisiones de los agentes económicos. Nuestro país es difícil, y hay que entender sus cambios sociales constantes. Cuando hay expectativa de que algo bueno va a pasar, la gente toma decisiones. Los inmobiliarios debemos estar listos para esos cambios, porque, para mí, el cambio es un socio.
–¿En qué sentido el cambio es un socio?
–Lo primero es entender que el cambio va a pasar. Recuerdo una lectura de hace 20 años en La Voz, donde el urbanista Guillermo Irós decía que la Córdoba del futuro tendría tres anillos de circunvalación. En ese momento era impensable, hoy estamos pensando en el segundo. Ese es el cambio urbanístico. Yo me pregunto: ¿cómo va a ser mi inmobiliaria dentro de 10 años con una Córdoba que se expande?. La forma de hacer inmobiliaria va a seguir cambiando. No basta con hacer lo de hoy, porque otro puede entender el cambio antes y tener mejores resultados. Esto incluye la cuestión tecnológica. Pero no hay que tomar acciones sólo para cambiar. Hay que adquirir recursos que realmente sirvan para nuestro trabajo y nuestra cultura inmobiliaria.
–¿Por ejemplo?
–Los asistentes virtuales: ¿es lo que realmente quieren nuestros clientes? Creo que debemos incorporar y adquirir recursos que mejoren la relación con el mercado. Es un desafío, porque naturalmente las personas preferimos la permanencia, pero el mundo gira y todo cambia rápido.
–¿Cómo están evolucionando los mercados inmobiliarios de la ciudad?
–Es revelador analizar a Córdoba como un conjunto de puntos cardinales. Es la ciudad más grande del país en kilómetros cuadrados. La actividad inmobiliaria debe tener presencia en distintas zonas. Actualmente, tenemos cubierta la zona centro y la zona norte. Analizamos establecernos en la zona sur si creemos que nos traerá beneficios. Las zonas oeste y la noroeste están bien identificadas y desarrolladas. En contraste, el este necesita inversiones, incluso con la Costanera. Quizás hoy la zona este sea un lugar para comprar tierra barata e invertir en lo que vendrá. El sur y, sobre todo, el norte ya están desarrollados y tienen un determinado valor. A su vez, el “Gran Córdoba” ya es una realidad y seguirá creciendo.
–¿Hay que seguir expandiendo la ciudad hacia afuera o densificar construyendo en altura?
–Ambas cosas deben ir de la mano. La densificación debe priorizarse y analizarse, considerando impactos ambientales y la infraestructura básica. Córdoba, al ser una ciudad grande con un transporte deficitario, debe tender a la densificación en zonas urbanas con servicios. Esto sin descuidar el crecimiento inevitable de la mancha urbana, impulsado por la lógica del mercado de desarrollar donde haya ganancia. Estoy a favor de una densificación debidamente controlada, porque será inevitable. Hay que ir hacia la idea de la ciudad “de los 15 minutos”. Por ahora estamos lejos de eso, pero inevitablemente vamos hacia esto, que les pasa a otras ciudades grandes del mundo. Si comparamos habitantes por kilómetro cuadrado, Córdoba tiene pocos para su mancha urbana.
–Ustedes están en Alberdi y en Alto Alberdi. ¿Cómo está el mercado de esta zona?
–Alberdi y Alto Alberdi son barrios demográficamente muy poblados e históricamente importantes. Alberdi siempre está entre los tres o cuatro barrios con más ventas inmobiliarias. Tiene mucho potencial, con muchas construcciones. Necesita revalorizarse, para que el que tiene un departamento pueda venderlo no a U$S 30 mil o a U$S 35 mil como se hizo tradicionalmente, si no a U$S 50 mil o a U$S 60 mil. Falta el acompañamiento de las variables macroeconómicas, pero también más concertación público-privada. La Municipalidad ha embellecido plazas, pero el crecimiento económico debe ir acompañado de cosas que hagan que la gente quiera vivir y desarrollarse allí. Le falta un polo gastronómico y construcción en altura con amenities.
–Alberdi está muy bien conectado con el Centro y otras zonas de Córdoba.
–Si tuviera un subte que lo conectara con el Centro, nos pondría en un nivel de ciudad hiperconectada. Ciudades como Ciudad de México o San Pablo, con millones de habitantes, tienen este tipo de infraestructura. Imaginá una Córdoba del doble de tamaño, necesitará densificarse, con un uso racional de la infraestructura, transporte apropiado y una mancha urbana más controlada.
–¿Cómo cierra este año el sector inmobiliario?
–Basándome en nuestros números, en lo que veo de colegas y en las estadísticas generales, creo que el mercado va a mejorar, sin dudas. Los números son mejores. Sin embargo, hay muchas energías y decisiones contenidas. Hay cautela; la gente no quiere quedarse afuera, pero duda. El 2025, sin dudas, será mejor que el 2024. No obstante, faltan elementos para que se liberen todas esas decisiones, factores macroeconómicos y políticos; no olvidemos que tenemos elecciones de medio término. Por ejemplo, quien piensa comprar un lote para construir dúplex y venderlo lo está pensando, esperando mejores condiciones. Siempre digo que, aunque no debo dejar que la macro me afecte emocionalmente en mi día a día, sí tengo que conocerla y leerla. Faltan cosas para que esto sea realmente un círculo virtuoso de crecimiento sostenido. El mercado inmobiliario es un reflejo de lo que le sucede al país a nivel macro, micro, social y político.
–En ese contexto, ¿cuáles son los próximos pasos para López Baena Propiedades? ¿Hay alguna zona donde les interesaría establecerse?
–Sí, me interesa la zona sur. Aunque no sea una gran novedad y quizás hasta estemos llegando “tarde” en cierto sentido, me interesa por el desarrollo urbanístico de la ciudad. En algún momento, ojalá haya una presencia física allí. Pero, hoy, mi prioridad es mejorar y ampliar los puntos de atención actuales. Tiene que ver también con un crecimiento personal; uno sabe hasta dónde puede llegar y luego necesita buscar aliados o socios para seguir creciendo. No quiero llegar a mi casa todos los días a las 22, quiero llegar antes.
Gusto por la lectura y la escritura
Nombre. Maximiliano López (51).
Casado con. Dolores Baena, su socia.
Hijos. Cristóbal (25), Valentino (20) y Charo (10).
Le gusta. Leer ficción e historia (actualmente está leyendo a Felipe Pigna y a Juan José Saer), y escribir.
Empresa. López Baena Propiedades.
Cargo. Propietario.
Locales. Tiene tres oficinas: en Duarte Quirós 670, en Paraguay 320 y en Tejeda 4533.
Colaboradores. 50, de los cuales 10 son matriculados y otros 30 son profesionales.
Teléfono. 351 396-2652.
E-mail. maximilianol@lopezbaena.com.ar.
Web. www.lopezbaena.com.ar.