El hospital Garrahan es un centro pediátrico de referencia en salud pública, reconocido por su excelencia en atención médica e investigación. Cada año, realiza más de 610 mil consultas, 12 mil cirugías, y egresan más de 28 mil pacientes.
Pero a pesar de este volumen y calidad en la atención, los profesionales denuncian que sus remuneraciones son muy bajas en relación con la carga de trabajo. Este conflicto salarial lleva semanas escalando y podría perjudicar la calidad de la atención médica.
Del lado del Gobierno, aseguran que el Garrahan no está desfinanciado y que tiene los recursos suficientes para pagar buenas remuneraciones, pero que el problema está en su mal uso, porque la mayoría se destina a pagar el sueldo de personal administrativo.
El financiamiento del Garrahan
A diferencia de otros hospitales públicos, el Garrahan funciona de manera autárquica. Su financiamiento proviene en un 80% del Estado nacional y en un 20% de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba). Además, complementa sus ingresos cobrando a pacientes con cobertura médica.
Sin embargo, desde el Gobierno nacional cuestionan la administración de esos fondos. Según el vocero presidencial, Manuel Adorni, una gran parte del presupuesto se destina a sueldos administrativos y no a mejorar las remuneraciones de los médicos. Afirmó incluso que hay casi dos empleados administrativos por cada médico.
Esa afirmación contrasta con los datos del anuario 2024 del hospital Garrahan, que indica que más del 67% de su planta está compuesta por personal médico.
Pese a esta discrepancia y a la autonomía administrativa del hospital, el Ministerio de Salud nacional se comprometió a combatir el empleo espurio para liberar recursos que permitan mejorar la remuneración de los médicos, y anunció un aumento salarial de 30% para los residentes del hospital.
¿Corresponde que la Nación se involucre en la gestión del Garrahan?
Según datos del Ministerio de Economía para 2024, el 14% del presupuesto nacional de Salud se destina a tres hospitales ubicados en Caba (incluido el Garrahan), un 27% se asigna a siete hospitales en la provincia de Buenos Aires, y un 2% se destina al hospital nacional de El Calafate.
En total, 11 hospitales concentran casi la mitad del presupuesto del Ministerio de Salud nacional, lo que plantea un esquema de financiamiento claramente desigual y arbitrario.
Mientras los ciudadanos de todo el país sostienen con sus impuestos los hospitales públicos de sus provincias, también deben financiar hospitales nacionales muy alejados de su lugar de residencia. El caso del Garrahan es ilustrativo: apenas el 16% de sus pacientes reside fuera de Caba o de Buenos Aires.
Esta situación revela una asignación de recursos altamente discrecional a nivel nacional, que no responde a criterios de equidad o eficiencia en la gestión pública.
En ese contexto, la intervención de la Nación en la gestión del Garrahan no sólo desdibuja responsabilidades institucionales, sino que también refuerza los desequilibrios existentes.
Cómo lograr un sistema de salud eficiente
El conflicto entre el Gobierno nacional y el Garrahan responde a una problemática estructural del sistema de salud. La salud pública es una competencia provincial, no nacional, según lo establecen todas las constituciones provinciales. En consecuencia, no sería correcto que la Nación gestionara ni financiara hospitales públicos.
Una alternativa sería transferir los hospitales nacionales a las jurisdicciones correspondientes (Caba, provincias de Buenos Aires y de Santa Cruz), para que los incorporen a su red provincial de hospitales públicos.
En el caso del Garrahan, dado su carácter autárquico y su rol como centro de referencia nacional, la mejor opción sería que su administración fuera asumida íntegramente por el equipo médico que lo sostiene, sin intervención del Ministerio de Salud nacional.
El financiamiento del centro pediátrico podría provenir del cobro a obras sociales y a prepagas, y de aportes de las provincias cuando estas le deriven pacientes sin cobertura. Así se evitarían superposiciones entre niveles de gobierno y se avanzaría hacia una gestión más eficiente, en la que la excelencia médica esté acompañada de buenas remuneraciones.
* Economista de Idesa
