Argentina es uno de los pocos países del mundo que produce de manera local cada uno de los eslabones de la cadena textil-indumentaria: se inicia con la generación de fibra de algodón, de ovejas y de camélidos; pasa por las industrias de hilados y tejidos y termina en la confección y el diseño de prendas, bajo marcas de moda, que llegan al consumidor final. Así lo describe el centro de estudios Fundar, que precisa que el empleo total en el sector supera las 500 mil personas.
Como presidente de la Cámara Industrial Argentina de Indumentaria (Ciai), Claudio Drescher es la voz de las fabricantes de ropa. Empresario exitoso de larga trayectoria en el sector (creador de Caro-Cuore, Vitamina y, en sociedad con la diseñadora, de Jazmín Chebar), es un defensor de la industria que asegura no temerle a la apertura pero que reclama mejores condiciones de competencia. Tampoco les esquiva a las definiciones políticas: “El planteo de los gobernadores Llaryora y Pullaro me levantó el ánimo”, dice en relación al armado de la lista encabezada por la dupla de la Región Centro.
Respecto de su industria, y en diálogo con La Voz en Vivo, aseguró: “Los precios de la ropa aumentan muy por debajo de la inflación, muy marcadamente en los últimos 12 meses. Esto responde a varias razones. La primera es que hubo una disminución de los aumentos salariales en las paritarias. A eso se suma una baja en los aranceles de importación de materias primas. Esa combinación y una caída en la venta hizo que los precios vayan bajando.
–¿Pueden bajar más los precios?
–Es un tema que nos preocupa enormemente. Pensamos que se puede hacer mucho más. Tuvimos varias reuniones con el Gobierno, pidiéndole que hagamos cosas muy determinantes del punto de vista impositivo, para que realmente la ropa argentina pueda ser muy accesible para la población en todos los niveles. Y bueno, estamos esperando que las autoridades tomen cartas en el asunto.
-¿Qué solicitaron?
–Pedimos primero que salga el Impuesto a los Ingresos Brutos (IIBB) de todos los procesos productivos. Porque cuando yo compro un hilado pago IIBB, cuando lo mando a tejer lo pago de nuevo, cuando lo mando a teñir otra vez, al ser enviado a planchar, de nuevo. O sea que en los 11 o 12 procesos que lleva la construcción de una prenda ese impuesto se va repitiendo, como el impuesto al cheque. Es acumulativo y por supuesto perjudica. Todos nos sentimos muy mal con que los precios de la indumentaria, si bien bajaron, todavía siguen siendo altos. Pero hay que solucionar eso.
–O sea que no sólo a la Nación le caben tareas, allí hay responsabilidad de los gobernadores porque IIBB es provincial...
–Sí, yo hablo de todos los que tenemos que trabajar para hacer que la estructura impositiva sea muy buena, que paguen las partes que tienen que pagar y que le llegue a la población lo que necesita. Hay que reordenar. Les doy un ejemplo muy claro: un producto fabricado en Argentina que se exporta a Chile se vende allí 15% más barato que acá. El mismo producto. ¿Por qué?
–¿Por qué?
–Porque la tasa de interés allá no es el 40%, es el 6%. El IVA es menor, no existe IIB ni el impuesto al cheque. Hemos charlado muchísimo esto con el Gobierno con el fin de que empiece a trabajar para que la ropa sea más accesible para todos los niveles de la población. Esperemos que tome las ideas que llevamos.
–Se habla mucho del impacto de las plataformas chinas Shein y Temu en Argentina, ¿es un verdadero problema para el sector de la indumentaria o su impacto es acotado?
–Es un problema mundial. Por eso Francia aprobó una ley anti-Shein. Italia la está por promulgar. Estados Unidos subió los aranceles a Shein. Y no es un problema económico solamente, es ambiental. La ropa que fabrica Shein es ropa de descarte, por sus materiales sabemos que tiene un tiempo de vida muy corto, seis a ocho meses. Por eso los precios son muy buenos. Pero una persona que sabe comprar o ahorrar no compra en Shein, porque si bien es barato se convierte en basura a los seis meses y pega sobre la sustentabilidad. Las empresas Shein y Temu están siendo miradas por los congresos de 12 países para regular que no les manden esa acumulación de prendas que lo único que hacen es perjudicar la salud.
–¿Se resisten a la apertura?
–Nosotros creemos en una economía abierta, competitiva. No queremos mercados cerrados como los que ya tuvimos, porque eso termina perjudicando a la totalidad del país. La cámara de la indumentaria está dispuesta a competir con cualquier marca del mundo que venga, siempre y cuando estemos en las mismas condiciones. Lo que me llama la atención es que la ropa de Shein, Temu y demás no pague los impuestos que sí paga un productor nacional. Ahí es donde el Gobierno se equivoca porque comete una injusticia. Creo que lo primero que debe hacer un gobierno es defender el trabajo argentino, como harán los chinos, los estadounidenses. Entonces, hay que controlar que la ropa Shein no perjudique a la Argentina y que los que fabrican en otro país por lo menos paguen los mismos impuestos que nosotros.
–Cuando dialogan con el Gobierno, ¿ven un sendero de baja de impuestos?
–Que la ropa sea accesible sería maravilloso para nosotros. Somos los más perjudicados por los precios porque vendemos poco. El Gobierno nos trató muy bien pero la semana pasada tuvimos una noticia muy triste: eliminó la Secretaría Pyme. Estoy muy sorprendido y triste, porque las pyme son las motorizadoras del empleo en el país. Córdoba, que es una provincia industrial e importante, tiene un montón de pymes. Cada empresa grande trabaja con pymes. Por ejemplo, las terminales automotrices trabajan con una enorme de red de autopartistas. Toda industria del mundo, la japonesa, la alemana, hasta la china tiene pymes. Por eso cuando sacan la la Secretaría uno queda como preguntándose qué plan tiene este Gobierno.
–En ese sentido, ¿se achicó el sector? ¿Perdió empleo?
–Sí. Estamos viendo una caída de la actividad del 35% por falta de consumo y los pedidos a las fábricas y talleres de costura han decrecido a nivel bajísimo porque hay mucha gente que comenzó a importar; es parte de las reglas. Eso pega en el empleo. Saben que la Unión Industrial Argentina (UIA) dijo que se pierden 1.500 puestos mensuales.
Entusiasmo por Provincias Unidas
Drescher no esquivó definiciones políticas. “En su primer año el Gobierno hizo cosas muy positivas. Atravesábamos una situación inflacionaria invivible. En las familias de menores ingresos era donde había más angustia por no saber si se llegaba a fin de mes. Una angustia existencial. Haber bajado la inflación a los niveles en que está hoy, del 25%, 30% o 35%, aunque sea alta aún, nos hace sentir en Suiza luego de aquella montaña rusa. Por eso la gente aplaude”, dijo en referencia a la gestión de Javier Milei.
Sin embargo, agregó: “Empezamos a notar que este gran éxito requiere de dos o tres pasos más. Hoy hay que hacer que el desarrollo productivo empiece, que el empleo se genere y el mercado empiece a consumir. Si el primer éxito no logra empalmarse con el segundo y tercer paso habrá problemas que el Gobierno tiene que observar. En junio y julio cayó el consumo muy fuerte, empieza la mora en tarjetas. Al no subir el poder adquisitivo se va a demorar la reactivación que queremos. Y si me permiten, me parece que los gobernadores que se han reunido, sobre todo los de dos provincias tan importantes como Córdoba y Santa Fe, le han hecho llegar al Gobierno algo muy importante.
–¿Coincide con el planteo de Llaryora y Pullaro en el marco de Provincias Unidas?
–Han tenido valentía porque hoy no es fácil hacer estas observaciones. Lo considero muy meritorio, en especial en esos dos casos. Ojalá que el Gobierno escuche. Los gobernadores tienen una virtud enorme, son gente que viene en la gestión desde hace muchos años y creo que eso es importante para gobernar un país además de tener un libro de texto o un paper con objetivos.
–¿Lo entusiasma entonces la alternativa política que lanzaron los gobernadores?
–La verdad es que sí, sinceramente. Me levantó el ánimo. Sobre todo si hay una coincidencia democrática y el Gobierno sabe escuchar y aprende de los gobernadores, de su experiencia de tantos años de gestión. Córdoba es una provincia que respetamos y admiramos mucho porque logró tener una coexistencia política armónica que para mí es un orgullo.