Médico recibido en la Universidad Católica de Córdoba, Carlos Oulton decidió seguir los pasos de su padre, quien era radiólogo. Una residencia en Francia le permitió ver los avances de la tecnología médica y el impacto en el ejercicio de la profesión.
Decidió regresar a la Argentina y se convirtió en “empresario-médico”. Es el impulsor del Instituto Oulton, uno de los más importantes del país en diagnóstico por imágenes.
Pese a los acelerados avances tecnológicos, está convencido de que el médico “no debe perder el diálogo con el paciente”.
También cree que la salud “necesita modificaciones de raíz” que implican “fuertes cambios políticos”, con decisiones que podrían dejar “muchos heridos”, pero para llegar a todas las personas de la misma manera, sin importar si los pacientes se atienden en el sector público o en el privado.
Decisiones. “Egresé de la Universidad Católica de Córdoba. Desde 1966 en adelante, busqué un lugar de desarrollo diferente al que teníamos en Córdoba. Mi padre era radiólogo, o sea, yo soy radiólogo de segunda generación, pero mi vocación era ser médico cirujano. Me costó tomar esa primera decisión y elegí quedarme con mi padre. Los radiólogos eran muy pocos y estaban subestimados por los colegas, que les decían, ‘son fotógrafos de interior’. Me fui a Lyon (Francia), donde tuve la suerte de estar en el momento justo, con la gente justa, ya que fue la aparición de la tomografía computada. Fue el desembarco de la alta tecnología en la medicina”.
El regreso. “Me iba bien en Francia como residente, me había especializado, pero resolvimos volver. No me arrepiento. Visualicé que lo nuestro, la medicina, es una carrera de largo aliento, una carrera de postas, no es venir, hacer y terminar. Estoy absolutamente convencido de que es una carrera de largo aliento basada en el objetivo final que elegimos, que es ser útiles a la sociedad, al enfermo. Existe una asimetría de conocimientos y de prestaciones entre el paciente y el médico. Como cuando voy al mecánico, la asimetría de información que me brinda de porqué el motor no anda. Nosotros queremos ser útiles al ser humano enfermo, que nos busca”.
La inteligencia artificial. “Con la tecnología el cuerpo se cortaba al revés, no de frente o perfil, sino transversalmente, longitudinalmente, sagitalmente y muchos médicos inicialmente no entendían esas imágenes. Ahora tendremos que aprender a manejar la inteligencia artificial para acoplarla a la medicina, a la prevención, al diagnóstico y al tratamiento. El tratamiento progresó mucho hasta realizarse personalizado. La medicina de precisión se basará en los núcleos de las células”.
Conexión. “Los médicos no debemos olvidar que no debe existir el médico que se basa exclusivamente en las imágenes. No debemos perder el diálogo con el paciente, revisarlo y, después, ver las imágenes. Los tiempos, las razones económicas, los intermediarios, Todas esas cosas se han interpuesto entre el paciente y el médico. Tengo que escuchar al paciente, él viene a contarme algo. No tengo que hablar yo, ese es el secreto”.
Ser empresario. “La decisión fue difícil. Llevaba años con catéteres, estudiando la última noticia de la radiología y de la medicina y pasé a manejar números y personas. Ser empresario en la Argentina es muy difícil porque todos quieren irse de Argentina, porque el país ha sido muy mal manejado. Lo han tomado como un negocio, no como una nación. A mí me enseñaron que lo primero es que lo nuestro es una empresa, no es un negocio. El negocio da dinero y termina; la empresa también te tiene que dar dinero, pero no tiene que terminar. Tiene que tener faros largos. Tenemos que tener el coraje, la cintura, el aguante, la resistencia de saber que hay momentos que van a ser malos, pero otros buenos que nos dan el desquite. Y el desquite nuestro es ser muy útil a la sociedad, al ser humano, al paciente”.
