Sorpresa. Asombro. Un poco de envidia. Así, en cadena, se sucedieron las emociones en un reconocido empresario de Córdoba cuando ocurrió la situación. Y no era para menos.
Después de años de compras al exterior a cuentagotas —producto de los límites en el consumo y las trabas en el comercio exterior— una firma local tomó la decisión de importar, de una vez, 20 contenedores desde China. Una osadía que en tiempos normales, si es que los hay en Argentina, ya sería audaz.
Pero lo que parecía ser sólo una operación motivada en las expectativas que genera el nuevo contexto de la economía, tuvo un episodio de película. A las oficinas del Grupo Dinosaurio, que funcionan en el mismo mall de Alto Verde, llegaron dos visitantes inesperadas.
Jóvenes, sonrientes, prolijamente vestidas, llegaron dos mujeres de nacionalidad china. Apenas había habido un aviso previo de que llegarían a Córdoba. En inglés, único idioma posible para los empleados de Dinosaurio, ya que nadie habla chino mandarín, explicaron: “Venimos porque no queremos perder el contacto”.
Sí, tal como parece y luego constató el staff encabezado por Euclides Bugliotti, las enviaba el proveedor asiático con quien la empresa local había iniciado relaciones comerciales hace apenas unos meses. Todo surgió a partir de una feria internacional en Shangai del año pasado, a la que asistió uno de los responsables de compras.
Desde entonces, comenzaron a intercambiar correos, precios, muestras. Todo por canales digitales. Hasta que el vínculo tomó cuerpo en una operación concreta.
La empresa cordobesa dio el paso y confirmó una compra mayorista. “Está en proceso fabricación”, dijeron los ejecutivos que guardan bajo siete llaves de qué productos se trata.
Las jóvenes aparecieron en Córdoba como si aterrizaran desde otro planeta. “No preguntan nada, pero vienen a conocerte para no perder la relación”, contó Florencia Bugliotti, anfitriona de la visita, todavía maravillada. “Para el mundo del comercio somos una hormiga y nos atienden como si fuéramos el número uno”, confesó a LA VOZ, entre agradecida y desconcertada.
Las dos mujeres visitaron un par de sucursales, recorrieron instalaciones, conocieron oficinas y compartieron un almuerzo en la parrilla del mall, como no podía ser de otra forma.
“Querían ver qué hacíamos, cómo trabajamos. Les mostramos nuestra trayectoria, que vamos a pagar, que somos confiables”, detallaron desde la firma. Bugliotti en persona empezó a sacar recortes y notas para mostrarles quiénes eran.
Según las propias visitantes, llevaban 12 años trabajando en la empresa china proveedora. Impecables, prolijas, educadas, con un profesionalismo que dejó a todos con la boca abierta. “No preguntan; miran todo”, comentó Florencia.
“Brasil es el cliente número uno”, comentaron las visitas. Pero advirtieron que el país vecino exhibe cierta “inestabilidad”. Por eso ahora tienen el foco puesto en Latinoamérica. Y Argentina —aun con todos sus vaivenes— no parece estar fuera del radar.
La empresa local, mientras tanto, se reserva el secreto del contenido de los contenedores. “Va a ser un impacto muy grande”, aseguran, sin dar pistas. Se sabe, Dinosaurio con sus tiendas vende alimentos, ropas, electrodomésticos, neumáticos, entre una larga lista.
“Tenemos actividad permanente de compra en diferentes rubros, pero rara vez alguien se molesta en venir a ver quiénes somos. Los chinos parecen de otro planeta”, se entusiasmó el empresario, todavía incrédulo por la escena que vivió. “Acá hay empresas y reparticiones donde no te atiende nadie, y vos sos el cliente”, acotó.
Una mezcla de eficiencia, respeto y estrategia que, en estos tiempos, cuesta encontrar incluso entre empresas nacionales. “No queremos perder el contacto”, habían dicho las jóvenes chinas. Y vaya si lo lograron.