La brecha de género pone a las mujeres en múltiples desventajas en el mercado laboral en Córdoba y en el país; esas inequidades se arrastran hasta la edad pasiva y allí generan un doble perjuicio: sobre las jubiladas y sobre el ya jaqueado equilibrio del sistema previsional.
Es lo que confirman con claridad los datos más recientes del Indec y de Anses, correspondientes a 2024. A solicitud de La Voz, economistas del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) reunieron, a partir de esas fuentes oficiales, números que ponen magnitud a la brecha previsional.
En Córdoba, en el universo de jubilados y pensionados nacionales, lejos el más numeroso entre los pasivos (516.509 beneficiarios a diciembre de 2024 contra 114.742 jubilados y pensionados provinciales, por ejemplo), el 86% de las mujeres accedió a una jubilación ayudada por una moratoria; mientras que entre los varones esa proporción es del 50%. En el caso de las pensiones, la cuota es del 70% y 30%, respectivamente.
Los porcentajes se aplican sobre un total de 183.418 jubilados y pensionados hombres; y 333.027 mujeres en la provincia.
El uso de una moratoria implica que el beneficiario no pudo cumplir de manera regular con los 30 años de aportes que requiere la ley para acceder a una jubilación (el pago a Anses que cada mes hacen los asalariados/empleadores y los independientes registrados). Entonces, recurre al esquema excepcional y con diversas facilidades de una moratoria para comprar o cubrir esos aportes.
Esta herramienta activada de manera sistemática por los gobiernos nacionales desde 2005 tiene dos caras. La buena es que ha permitido a millones de personas acceder a un haber en su vejez logrando una alta cobertura sobre la población.
La mala es que profundizó el desequilibrio entre ingresos y egresos en el sistema previsional nacional, cuya sustentabilidad está jaqueada de por sí por múltiples factores como la alta informalidad (trabajadores sin aportes), la multiplicidad de regímenes de excepción y el envejecimiento poblacional; entre otros.
La mujer resulta más afectada por la precariedad laboral en su vida activa y, por eso, ha encontrado en las moratorias una vía de acceso a la jubilación en mucha mayor medida que los hombres; la brecha a la que se puso números arriba.
La información es especialmente pertinente no sólo por ser marzo el mes del Día Internacional de la Mujer; sino porque el 23 caduca la vigencia de una moratoria que permite a muchas mujeres, al llegar a los 60 años, completar los 30 años de aportes requeridos y acceder a una jubilación.
El Gobierno nacional confirmó que no será prorrogada (por ahora sólo se mantendrá el régimen que habilita a trabajadores activos la compra de aportes en ciertas condiciones). Aunque por ahora prefirió no avanzar en otras medidas, la gestión Milei sí dio señales de querer, probablemente luego de las elecciones legislativas, avanzar con cambios profundos en el sistema previsional.
Para encarar esa ineludible discusión resulta clave alumbrar con datos la brecha de género previsional.
Haberes 48% más bajos
Otro costo de jubilarse con moratoria es que se accede a una jubilación más baja. Tanto en el caso de hombres como mujeres, los datos procesados por Idesa a diciembre de 2024 muestran que la jubilación media pagada con moratoria es un 48% más baja que el haber que se logró completando los 30 años de aporte por la vía regular.
Eso empeora aún más en términos comparativos el nivel de haberes que reciben las mujeres respecto de los hombres. No sólo tienen jubilaciones medias inferiores a los varones replicando la inequidad salarial del mercado laboral (media masculina de $ 485.331 versus media femenina de $ 350.845 a diciembre). También, al apelar más a moratorias, más de una de cada ocho accede a un haber disminuido contra cinco de cada 10 varones.
El beneficio jubilatorio nacional promedio sin moratoria a diciembre era $ 653.134 entre los hombres, contra $ 598.854 entre las mujeres.
Dentro del menor nivel de ingresos de las mujeres, hay un hecho que compensa parte de la brecha: “Suele darse el fenómeno de duplicación de beneficios en la mujer, porque junta su moratoria y la pensión de su cónyuge”, contextualiza la economista Catalina Serena, investigadora de Idesa.
La cantidad de pensionadas es sensiblemente mayor a la de pensionados: 23.000 contra 114.413 al cierre de 2024. Esto se asocia a la mayor longevidad de la mujer que, a la vez, también supera en números globales al varón porque se jubila cinco años antes: como se dijo, el sistema nacional en Córdoba incluye casi 150.000 mujeres más que hombres.

La maternidad quita empleabilidad
La inequidad que acusa el sistema previsional es una consecuencia de lo que sucede en la vida activa. La mujer empieza a padecer la brecha cuando está en edad laboral. Los datos de Indec procesados para Idesa señalan que en Córdoba la mujer logra insertarse menos en el mercado laboral que el hombre: 61% inactivas contra 39% entre varones. Tal como están las cosas, la maternidad quita empleabilidad a la mujer: las que tienen hijos muestran la menor tasa de actividad (se compone de ocupados y desocupados) en Córdoba: 62%; contra 77% de las mujeres sin hijos, 91% de los varones sin hijos y 93% de los que sí son padres.
La baja inserción laboral femenina pega en el sistema previsional agudizando su desequilibrio: entre los pasivos nacionales cordobeses por cada jubilado hombre hay 2,6 activos aportando; mientras que entre las mujeres esa relación baja a 1 a 1.
A la vez, cuando la mujer trabaja, lo hace en peores condiciones (mayor nivel de precariedad) y con menos sueldo: en Córdoba, por cada $ 100 que gana un hombre una mujer recibe $ 92. A la vez, está más recargada por trabajo no remunerado (6,4 horas diarias contra 3,8 de los hombres) ya que asume una cuota mayor de labores domésticas: en Córdoba, el 65% de ellas recaen sobre la mujer y el 35% sobre el hombre, según datos del Indec de 2024.