Innovación y transformación digital. Innovación y competitividad. Innovación y cambio cultural. Innovación y nuevos productos o servicios. Innovación y reconversión. Ya casi no hay objetivos de mediano y largo plazo en las empresas que no tengan el prefijo de la innovación.
Y sin embargo, la cultura innovadora no necesariamente penetra y se sostiene en todas las organizaciones. Lo aspiracional suele quedar atrapado en las urgencias del día a día.
Por eso el chileno Jorge Vásquez, de la consultora Transforme, coincide en que el aspecto cultural es gravitante, pero también la decisión estratégica de darle un “entorno seguro” a la innovación y que se la comande bajo un presupuesto simultáneo, pero despegado de la lógica que gobierna la coyuntura.
“No puedes gestionar el futuro en las mismas condiciones que se gestiona el presente”, asegura. Vásquez pasó por Córdoba, invitado por la Agencia Córdoba Innovar y Emprender, en el marco de un actividad durante la cual ese ente lanzó las nuevas ediciones del Programa de Innovación Colaborativa (tiene un fondeo de $ 23 millones y lo ejecuta junto con Uvitec) y del Voucher de Innovación Colaborativa ($ 15 millones para cada proyecto o piloto).
Antes de brindar una charla a empresarios, ejecutivos y startups, Vásquez dialogó con La Voz sobre los avatares que atraviesan las compañías en la región y cuáles son los pasos insoslayables para que la innovación supere lo discursivo.
–Hay muchas interpretaciones de la innovación. ¿Cuál es la tuya?
–Se tiende a confundir con que es algo de creatividad, que es algo de mejora, pero la innovación es mucho más simple de lo que parece. La innovación tiene que ver con crear algo nuevo y que genere valor a alguien o para algo. Y está conectado con problemas y oportunidades que puedas detectar en alguna industria. Pero es importante la ejecución. Se habla mucho de que la innovación tiene que ver con un proceso de disciplina, pero creo que la innovación está finalmente cuando pones ese producto o ese servicio en un mercado o internamente dentro de la empresa.
–¿Y por qué nos cuesta ponernos de acuerdo en lo que entendemos por innovación? Es como una Babel...
–Creo que vas a encontrar en el mundo distintas formas de lo que consideramos innovación, pero lo más importante es ponerse ese acuerdo como empresa, es decir, qué va a ser innovación para tu empresa. Eso lo define la alta dirección. Si armas una buena estrategia entre lo que quiere esa alta dirección y cómo la innovación aporta a eso, se genera un camino para lo que venga.
–¿Cuánto cuesta sensibilizar a una la alta dirección para que se involucre en un proceso de innovación?
–Hay de todo. En el fondo depende también de ese decisor. Si tiene visión de lo que quiere innovar, va a ser mucho más fácil, pero si es que alguien que está perdido, hay un proceso de sensibilización es súper importante, pero más aún es mostrar casos reales en su industria o fuera.
–¿Y los empresarios han evolucionado en entender esto?
–Hay una fuerte tendencia al alza. En la última década el tema ha estado avanzando y ha generado más madurez. Antes no se escuchaba mucho y la innovación estaba más asociada a temas de mejora, de procesos. Hoy las empresas están apostando mucho más a poder tener este músculo internamente, que sea un vehículo para poder cumplir sus objetivos estratégicos.
Ecosistemas
–¿Cómo ves el ecosistema empresario y productivo de Argentina?
–Creo que Argentina tiene un lindo desafío, el entorno económico tiende a estabilizarse y eso genera tranquilidad para que las empresas y los inversionistas puedan apostar a la innovación, cosa que antes no pasaba. Argentina es un ejemplo en temas de venture capital, en creación de startups. La oportunidad es que hay una brecha para sensibilizar y empezar a adoptar metodología para diferenciarse con algún proyecto de valor agregado.
–¿Qué puntos de contacto hay entre innovación y competitividad?
–Están súper relacionadas. Quien no está en un ambiente no competitivo está en un océano azul, ideal, y eso es muy poco probable que pase. Y la competencia tiene que ir mucho con la innovación, porque la innovación te permite diferenciarte.
–Hay dos grandes esferas que se ven claras en los procesos de innovación: la cultural por un lado y toda la metodología por el otro. ¿Cómo se gestionan en simultáneo?
–Hay que ver a la innovación como un proceso y te lo puedo resumir en cuatro pilares: estrategia, proceso, cultura y gestión. Y te diría que la cultura es lo más gravitante. El primer factor es el alineamiento estratégico y el segundo, la cultura. Porque la cultura es lo que envuelve finalmente la gestión de cambio que vas a hacer. Y cuando hablamos de cultura, hablamos de un concepto que se llama el entorno seguro para innovar.
–¿Qué es ese entorno seguro?
–Tener las condiciones necesarias para que el trabajador pueda verse incentivado, motivado, que tenga tiempo, que tenga la apertura con los líderes, que haya alineamiento, que haya proceso de sensibilización.
–¿Cuáles son los principales puntos de dolor que has visto en las empresas?
–Son varios. Uno es el incentivo a la innovación, el reconocimiento, la recompensa, la motivación. A veces las empresas no son enfáticas en esto y finalmente se caen los proyectos. Otro tema es la medición. Y también están las velocidades. La innovación no va a resolver los problemas de un día para otro, por eso es bueno apuntar a pequeñas victorias, para poder mostrar resultados y cumplir con las expectativas de la alta dirección. Y finalmente, cómo generar un enfoque ambidiestro.
–¿Qué es eso?
–Poder pensar en el presente y, al mismo tiempo, en el futuro. Cuidar tu actual propuesta de valor, pero liderar el futuro de la organización.
–¿Cómo convencés a los decisores cuando el foco está muy puesto en la coyuntura?
–Eso pasa cuando metes todo dentro del mismo saco. El presupuesto de innovación no puede competir con el presupuesto de hoy. Innovación tiene que ser un presupuesto asociado a riesgo, no a un estado de resultado. Muchas veces se confunde que un área de innovación ejecuta proyectos, cuando en realidad gestiona la incertidumbre de las iniciativas de innovación. Procesa ideas, selecciona, para luego implementar. Pero a toda esa fase exploratoria que es el futuro, tienes que darle una gobernanza, un presupuesto, si no le das nada estructura, finalmente son como espejos, y no puedes gestionar el futuro en las mismas condiciones que se gestiona el presente.
–Tu consultora trabaja en varios países de la región. ¿Dónde estaríamos nosotros en innovación?
–Según el último ranking de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, los países que llevan la delantera son Brasil y México, por volumen, mercado y capacidad interna. Después aparece Chile, con una muy buena mezcla de aportes público y privado. También es muy interesante lo que está pasando en Uruguay y está asomando Perú. Argentina podría ser un gran tigre latinoamericano, pero le falta traccionar, obviamente por el tema económico y la crisis.
Quién es
Jorge Vázquez es ingeniero civil en biotecnología, con un MBA en Negocios. Participó en proyectos de investigación científica aplicada en biocombustibles y bioenergía. Luego se vinculó con el mundo corporativo y en 2017 se sumó a la consultora Transforme (ahora es socio), focalizada en estrategias de innovación. También es director de la Red Innovación Chile.