Antonella Perrone es ingeniera civil, una profesión que está en el ADN de su familia. Sin embargo, asegura que desde chica se interesó por las finanzas. Está convencida de que “la educación financiera debiera estar en la base, desde los más chicos”. Y que “la inclusión financiera lleva a la inclusión social”.
En su paso por el bloque “La mirada”, de Ronda de negocios, aportó sus aprendizajes y su primer contacto con las criptomonedas.
También contó experiencias de emprendedoras con habilidades blandas para llevar adelante un negocio, pero sin las básicas para que la iniciativa funcionara desde lo comercial. Y valoró el uso de la tecnología para simplificar esa enseñanza.
Una veta financiera. “Desde chica siempre me gustaron las finanzas y yo era como el banco de mi mamá. Juntaba mis ahorros, los tenía guardados, me acuerdo que mi mamá me pedía para una cosa u otra y yo anotaba. Era como el fondo de emergencia de mi casa. Estudié bachiller de Administración. La formación fue tan buena que casi que podría haber entrado a la carrera de Administración de la Universidad Nacional de Córdoba sin el cursillo. Pero fui por Ingeniería Civil como mis dos padres. Hice un MBA que era el complemento perfecto para que en las obras uno incluya la parte económica. Me gustaba específicamente la parte de evaluación de proyectos de inversión”.
Primer contacto cripto. “Empecé a trabajar en Deloitte Argentina, en la parte de finanzas corporativas. Ahí me especialicé en valuación de empresas. En mi proceso de búsqueda me encontré con bitcoin y le empecé a preguntar a mis compañeros, ¿cómo saben si una moneda está subvaluada? Me hicieron tantas preguntas que yo empecé a estudiar para responder. Para mí era el futuro. Me encantó cómo la tecnología podía crear algo así”.
Educación financiera. “Considero que el valor de la educación financiera es importantísimo, es algo que debería estar en la base. Así como aprendemos a escribir; es algo que realmente me sorprende que no se enseñen los colegios. Cuando en XCapit ayudamos en un proyecto a emprendedoras de Tucumán, notamos que tenían un montón de habilidades blandas para llevar adelante un negocio, pero no las habilidades básicas para armar un presupuesto, una proyección a fin de año, estimar el capital de trabajo o lo que llamamos el dinero necesario para poder hacer andar un negocio, sobre todo al principio. Son conceptos sencillos que muchas veces están ausentes”.
El trabajo con Unicef. “Trabajamos en conjunto con la Universidad Nacional de Córdoba creando un módulo. Lo incluimos dentro de la aplicación que estábamos haciendo, sobre todo para Unicef, en el que todas las personas, de forma muy sencilla, aprendían lo básico sobre cuál es la diferencia entre interés compuesto e interés simple, que es básico a la hora de pagar la tarjeta de crédito. Conceptos tan sencillos, con un ejemplo bajado a tierra, con los que realmente aportamos mucho valor a una comunidad. Hay maneras amigables de transmitirlos y (son casos que) todos los días, desde que se va al supermercado hasta para comprar ropa, te preguntan (cómo pagar): ‘efectivo, tarjeta, una cuota o 12 cuotas’”.
Economía digital. “Las criptomonedas han ganado muchísimo terreno, ya que hay soluciones que las hacen más amigables. Si uno se queda en el espectro de la custodia, en el que uno es su propio banco, siguen siendo difíciles de utilizar. Hay muchas empresas que han hecho que ese camino sea más sencillo. Me ha tocado hablar de estos temas con mi mamá, que tiene criptos hace unos tres años. Compraba y vendía, sobre todo porque no hace falta tener una cuenta bancaria. Mi hermano, cuando tenía 16 años, no tenía ninguna cuenta bancaria y le pude empezar a hablar estos temas. Es una forma distinta de manejar el dinero”.