Paola Schietekat es mexicana y economista. En 2021, trabajó como parte de la organización del Mundial en Qatar, y por denunciar un abuso sexual, fue condenada a siete años de prisión y 100 latigazos.
El caso provocó indignación en la comunidad internacional porque la mujer demostró pruebas de la agresión, pero el abusador dio vuelta la historia afirmando que Paola era “su novia”, lo que las autoridades qataríes penaron como “relaciones extramatrimoniales”, un delito en el país.
La pena no llegó a ejecutarse porque Paola logró salir de Doha con ayuda de sus empleadores y de la ONG Human Rights Watch, pero no puede volver a lo que califica como su “trabajo soñado”.
Ante esta situación, el gobierno de México informó este domingo que asumió la defensa de Schietekat. La secretaría de Relaciones Exteriores (cancillería) afirmó en un comunicado que “ha asumido la defensa y representación legal” de Paola Schietekat, según la agencia de noticias AFP.
La denunciante que se volvió acusada
La mexicana, de 27 años, denunció que el 6 de junio de 2021 un hombre “de la comunidad latina” en Qatar, que ella conocía, ingresó a su departamento de Doha para agredirla sexualmente, en una carta titulada “Un mundo que parece odiar a las mujeres”.
Paola trabajaba en ese momento para a Supreme Committee for Delivery and Legacy, organización encargada del Mundial. En su denuncia, la mujer revivió que el agresor la violó y luego le dio una paliza. Ella forcejeó con el hombre hasta terminar en el piso con moretones en los brazos y la espalda.
Schietekat, que ya había sufrido un abuso sexual en su adolescencia, decidió denunciar el abuso. “Mantuve la cabeza fría: le avisé a mi mamá, a un colega del trabajo y documenté todo con fotos en un intento de autoprotección”, escribió.
“Al día siguiente obtuve el certificado médico y acudí a la policía en compañía del cónsul de México en Qatar. Ahí, todo fue en árabe, y con mi árabe limitado logré explicar la situación”, contó Paola.
Pero ahí la situación comenzó a torcerse: las autoridades qataríes confrontaron a Schietekat con su agresor, quien dijo que eran novios. A su denuncia se sobrepuso una acusación de tener relaciones extramatrimoniales, algo que es considerado un crimen por las leyes islámicas que rigen en Qatar.
“De un momento a otro, mi denuncia ya no importaba”, afirmó.
“En cierto punto me exigieron una prueba de virginidad; por alguna razón yo había pasado a ser la acusada”, escribió Paola. “Muéstranos que tienes himen”, le exigieron.
Solo en un momento de todo el proceso la mexicana tuvo un traductor que le explicó lo que sucedía. Aun así, el agresor fue absuelto, y a ella la condenaron a 100 latigazos y siete años de prisión por su “crimen”.
Meses antes del Mundial
En su carta, Paola Schietekat cuestionó las capacidades de los diplomáticos mexicanos en ayudarla.
“Observé la poca, o más bien, nula preparación de la Embajada para actuar en mi defensa. Nadie de las y los diplomáticos hablaba ni un poco de árabe, pero tampoco tenían el menor conocimiento de las leyes locales”, sostuvo la joven.
“¿Cómo servirá esa misma Embajada a miles de mexicanas y mexicanos que asistan al mundial en un país donde las relaciones fuera del matrimonio o la homosexualidad son penadas? ¿Cómo servirá esa Embajada a miles de mexicanas y mexicanos que no hablen árabe, que tampoco conozcan las leyes qataríes?”, se preguntó la mexicana.
Revertir la condena para volver a trabajar a Qatar
Paola Schietekat logró salir y regresar a México el 25 de julio pasado. Después de que su carta se volviera pública el pasado 8 de febrero de 2022, el caso llegó a la Cancillería mexicana.
El viernes último, la mujer fue recibida por el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, acudió a la embajada con fotografías del maltrato y denunció el caso ante la justicia local, regida por leyes islámicas.
La cancillería mexicana delegó para la defensa a su consultor jurídico. “Le reconocí su valentía y resolución”, tuiteó Ebrard tras entrevistarse con Schietekat.
Para el próximo 6 de marzo está programada una audiencia del caso, donde Schietekat espera que se tome una decisión que deje sin efecto la condena en su contra y pueda regresar y retomar su trabajo.
“Siempre quise hacer economía conductual durante la organización de un Mundial, me había preparado toda la vida para un momento así. Y, de repente, me robaron mi sueño”, le había dicho a Telemundo.
