Un sismo de magnitud 6,1 estremeció el domingo la provincia de Balikesir, en el noroeste de Turquía, provocando el colapso de alrededor de una docena de edificios y dejando a personas atrapadas bajo los escombros. El evento, con epicentro en la ciudad de Sindirgi, generó temblores que se sintieron hasta a unos 200 kilómetros de distancia en Estambul, una metrópolis de más de 16 millones de habitantes.
Los equipos de rescate actuaron, logrando rescatar a cuatro personas de un edificio colapsado en Sindirgi, mientras continuaban los esfuerzos para alcanzar a otras dos que permanecían atrapadas en la estructura. El alcalde de Sindirgi, Serkan Sak, confirmó también el colapso de varias casas en el cercano pueblo de Golcuk, donde además se derrumbó el minarete de una mezquita.
Tras el sismo principal, la Agencia de Gestión de Desastres y Emergencias de Turquía (Afad) informó sobre varias réplicas, incluida una de magnitud 4,6. Las autoridades exhortaron a los ciudadanos a no entrar en edificios que presenten daños estructurales.
Este reciente temblor subraya la constante vulnerabilidad de Turquía a los movimientos telúricos, ya que el país se asienta sobre importantes líneas de falla, lo que hace que los sismos sean frecuentes. La memoria de la devastación aún está fresca: en 2023, un terremoto de magnitud 7,8 dejó más de 53.000 muertos en Turquía y cerca de 6.000 fallecidos en el norte de la vecina Siria.
Ese potente sismo anterior también destruyó o causó graves daños a cientos de miles de edificios en once provincias del sur y sureste de Turquía.