El economista Rodrigo Paz Pereira se impuso en la segunda vuelta presidencial de Bolivia con el 54,61% de los votos, frente al 45,39 % de Jorge “Tuto” Quiroga, marcando el fin de casi dos décadas de ciclo político dominado por el izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS). Paz, quien asumirá la presidencia por cinco años este 8 de noviembre, basó su campaña en la promesa de “poner la casa en orden” mediante una transición “suave pero sin demoras” que evite el shock de ajuste radical propuesto por su adversario.
Tras su victoria, Paz Pereira evidenció la urgencia de la crisis. El día después de las elecciones, el mandatario, quien recordó haber recorrido 230 mil kilómetros durante su campaña, no tuvo tiempo para celebraciones ni para “baños de multitudes”. Permaneció en La Paz atendiendo las llamadas de funcionarios salientes, mandatarios extranjeros y líderes de organizaciones internacionales que le ofrecieron ayuda para superar la emergencia económica.
Durante una fugaz conferencia de prensa, Paz explicó ayer que coordinó con el presidente saliente, Luis Arce, que los ministerios de la Presidencia y de Relaciones Exteriores serán los responsables de gestionar la transición con sus equipos.
De forma taxativa, el presidente electo resumió su filosofía económica en sus primeras declaraciones, asegurando que “la ideología no da de comer”. Su enfoque principal estará en el “derecho al trabajo, instituciones fuertes y seguridad jurídica”.
Principales desafíos
El nuevo gobierno hereda un país sumido en un “abismo económico”, considerado la peor crisis en cuatro décadas. Los desafíos son inmediatos y se observan en las calles: desabastecimiento, la cotización del dólar en constante alza y las “eternas filas para cargar combustible”.
Paz debe implementar rápidamente medidas para revertir la contracción del producto interno bruto (PIB) del 2,40% en el primer semestre y reducir una inflación acumulada alta que alcanzó el 16,2% hasta septiembre. Para ello, plantea un nuevo modelo basado en la liberación de exportaciones y el apoyo de “países amigos”.
El mayor desafío político para Paz es que tendrá que “hilar muy fino” para gobernar. Su bancada solo controla el 39% de los 166 miembros de la Asamblea Legislativa. Esto lo obliga a buscar consensos con sus adversarios, como Quiroga (30%) y Samuel Doria Medina (20%), a quienes ya llamó a sumarse para la transformación.
En política exterior, Paz prometió reinsertar a Bolivia en el ámbito internacional, buscando que el país “vuelva a recuperar el escenario internacional”. Este es un giro copernicano, ya que busca salir del autoaislamiento infligido por los estrechos vínculos del gobierno saliente con regímenes como los de Venezuela, Nicaragua, Cuba, Irán y Rusia.
Paz confirmó que “esa relación se va a retomar” con EE.UU. Cabe recordar que, desde 2008, no hay enlaces diplomáticos plenos entre los dos países, cuando el expresidente Evo Morales expulsó al embajador, la DEA y la Usaid. Líderes estadounidenses celebraron la elección de Paz como una “oportunidad de transformación”. Además, Paz buscará abrir una nueva etapa de diálogo con Chile y se comprometió a transparentar los acuerdos sobre litio firmados con China y Rusia.
La relación con Argentina
Durante su primer diálogo con la prensa, Paz mencionó a Argentina en tres ocasiones. Primero, la incluyó entre los “países amigos” que le ofrecieron ayuda para resolver la desesperante falta de combustibles, junto a Brasil, Uruguay, Paraguay y EE.UU. Paz busca solucionar las largas filas de camioneros que esperan por diésel en las estaciones de servicio.
En segundo lugar, criticó el “absoluto fracaso” de la gestión del MAS al señalar que ningún país vecino envió un representante oficial al bicentenario el 6 de agosto. Para acercar lazos con Argentina y otros vecinos, señaló su interés en un diseño de conectividad bioceánica con tres rutas dentro de Bolivia que beneficiaría a Argentina, Brasil, Perú, Chile y Paraguay.
Finalmente, puso en duda el avance de la adhesión de Bolivia al Mercosur: “Bolivia no brinda seguridad jurídica a nadie”.