La muerte del Papa Francisco el pasado lunes 21 de abril ha desatado una carrera por la sucesión en el Vaticano, y entre los nombres que resuenan con fuerza está el del cardenal Mario Grech, un maltés de 68 años que ha ganado relevancia como uno de los “papables” para el próximo cónclave.
Grech, actual secretario general del Sínodo de los Obispos, es visto como un reformista moderado que podría continuar el legado de apertura y sinodalidad impulsado por Francisco, aunque su ascenso no está exento de controversias dentro de la Iglesia.
Quién es Mario Grech
Nacido el 20 de febrero de 1957 en Qala, Gozo, una pequeña isla de Malta –el país más pequeño de la Unión Europea–, Grech proviene de orígenes humildes. Ordenado sacerdote en 1984, fue nombrado obispo de Gozo en 2005 y cardenal en 2020 por Francisco.
Su trayectoria dio un salto significativo cuando el Papa lo designó en 2020 como secretario general del Sínodo de los Obispos, un cargo clave que lo convirtió en una figura central para las reformas eclesiales.
Grech lideró el Camino Sinodal, un proceso global que buscó escuchar a los fieles para definir el futuro de la Iglesia, alineándose con la visión de Francisco de una institución más descentralizada y cercana a los marginados.
El cardenal maltés ha evolucionado desde una postura inicialmente conservadora hasta convertirse en un abanderado de las ideas progresistas.
En 2008, tras la protesta de ciudadanos homosexuales malteses que abandonaron la Iglesia por las políticas de Benedicto XVI, Grech comenzó a abogar por un enfoque más pastoral hacia la comunidad LGBTQ+, promoviendo un diálogo inclusivo.
También ha apoyado ideas como la comunión para los divorciados vueltos a casar y la ordenación de diaconisas, lo que lo ha convertido en un referente del ala reformista, aunque le ha valido críticas de sectores conservadores.
En 2022, el cardenal Gerhard Müller lo acusó de ir contra la doctrina católica, mientras que sus aliados destacan su capacidad para tender puentes entre progresistas y moderados.
Grech, con un doctorado en derecho canónico por la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, ha enfatizado la necesidad de que la Iglesia se adapte a los tiempos modernos.
En 2018, en una entrevista con Malta Today, afirmó: “Estamos atravesando un período de cambio, y para mí, esto es algo muy positivo. La Iglesia no puede quedarse en la nostalgia del pasado si quiere ser relevante”. Su rol en el Sínodo le ha dado visibilidad entre los cardenales electores, una ventaja en un cónclave donde muchos no se conocen entre sí. Además, al provenir de un país pequeño, su elección no generaría tensiones geopolíticas.
Sin embargo, su perfil no es unánime. Mientras algunos ven en él una continuidad de las políticas de Francisco –como la justicia social y el diálogo interreligioso–, otros lo consideran demasiado progresista para unificar a una Iglesia dividida.
Su falta de experiencia pastoral directa y las críticas de los conservadores podrían jugar en su contra.
El cónclave, que comenzará en los próximos días, será decisivo para determinar si Grech, junto a otros candidatos como Pietro Parolin o Luis Antonio Tagle, logrará los dos tercios de los votos necesarios entre los 137 cardenales electores.
Mientras Roma se prepara para un evento histórico tras el funeral de Francisco este sábado, el nombre de Mario Grech resuena como un posible puente entre tradición y renovación en el futuro de la Iglesia.