A punto de iniciar su segundo mandato presidencial, Donald Trump ha dejado claro que Estados Unidos debe reinventarse para mantenerse competitivo.
En declaraciones recientes, describió a su país no como una potencia “desarrollada”, sino como “en desarrollo”, sugiriendo incluso que se encuentra más rezagado que China.
Este enfoque refleja una visión geopolítica ambiciosa que busca reposicionar a Estados Unidos en el escenario global, especialmente a través de la expansión territorial.
El plan expansionista
Groenlandia, el Canal de Panamá y Canadá son elementos clave en su estrategia, considerados fundamentales para consolidar el poder estadounidense en el hemisferio occidental.
Groenlandia es una isla estratégica no sólo por su ubicación en el Ártico, sino también por sus vastos recursos naturales. Minerales y tierras raras, esenciales para la transición energética, convierten a este territorio en un activo invaluable.
A su vez, su posición geopolítica permite controlar las rutas marítimas del Ártico, un área de creciente interés frente a las ambiciones de Rusia y de China.
Trump no ha descartado recurrir a la fuerza para conseguir la anexión, lo que evoca la Doctrina Monroe y su histórica visión de América latina como “su patio trasero”.
El Canal de Panamá también aparece como un objetivo clave. Trump criticó duramente la decisión de Jimmy Carter de ceder el control de esta vía a Panamá en 1999, considerándola un error estratégico.
Para él, esa decisión permitió que otras potencias, sobre todo China, aumentaran su influencia en la región. Desde su perspectiva, controlar por completo el Canal aseguraría la supremacía de Estados Unidos en una de las arterias comerciales más vitales del mundo.
Además, Trump mostró interés en convertir a Canadá en el 51º estado de la unión. Argumentó que, dado que Estados Unidos financia la mayor parte de la defensa canadiense, no habría razón para no integrar al país vecino en su territorio.
Esta unión fortalecería la presencia global de Estados Unidos y daría acceso directo a los valiosos recursos naturales de Canadá.
Una estrategia geopolítica amplia
Estas propuestas no son meras especulaciones, sino parte de una estrategia geopolítica más amplia.
En un mundo donde China y Rusia buscan expandir sus influencias territoriales, Trump sigue un patrón similar: si las grandes potencias lo hacen, ¿por qué no Estados Unidos?
Las acciones rusas en Ucrania y las pretensiones de China sobre Taiwán subrayan cómo la expansión territorial sigue siendo una herramienta clave en la política internacional. Así, la solicitud de Trump de apropiarse de Groenlandia o de Panamá se inserta en una lógica de reconfiguración del mapa mundial.
El objetivo de Trump no es solo el control de territorios, sino asegurar recursos estratégicos y reafirmar la supremacía estadounidense, en especial en el Ártico, donde el deshielo abre nuevas rutas comerciales y facilita el acceso a recursos esenciales.
Esta dinámica también tiene un impacto directo en la seguridad nacional, pues el control de estas zonas permitiría a Estados Unidos consolidar su influencia en un mundo de potencias emergentes.
Un contexto global competitivo
Las propuestas de Trump, aunque controvertidas, responden a una lógica de supervivencia en un contexto global cada vez más competitivo.
La lucha por los recursos, el control de rutas comerciales y la supremacía en el Ártico son cuestiones cruciales para garantizar la estabilidad económica y política de Estados Unidos en las próximas décadas.
Sus intenciones de expansión territorial no deben verse solo como reminiscencias de pasadas ambiciones imperialistas, sino como una respuesta a los desafíos geopolíticos contemporáneos.
Si Trump persiste en su visión de adquirir territorios como Groenlandia, Panamá o Canadá, podría estar impulsando una reconfiguración del mapa político y económico de América.
Al mismo tiempo, sus propuestas envían un mensaje claro a otras potencias: la competencia por los recursos y el poder global sigue vigente.
En este nuevo escenario geopolítico, Estados Unidos podría estar preparándose para un retorno a la expansión territorial, con implicaciones profundas para el futuro del orden internacional.
