El periodista argentino Gabriel Ben Tasgal, radicado en Israel, ofreció un análisis sobre la situación en Medio Oriente, especialmente en la Franja de Gaza.
En una entrevista con La Voz en vivo, abordó desde la estrategia militar israelí y la crisis humanitaria hasta la compleja dinámica de la información y la política interna de Israel y Argentina.
Ben Tasgal explicó que el gobierno de Israel persigue dos objetivos principales: liberar a los rehenes y derrocar a Hamas. Sin embargo, señaló que estos objetivos son contradictorios, ya que “cada vez que atacas violentamente a Hamas pones en peligro a los rehenes”.
Señaló que la estrategia israelí ha sido presionar a Hamas para debilitarlo y lograr ceses al fuego que permitan la liberación de rehenes. Tras la caída de Irán, Hamas se sentía más débil y estaba a punto de ceder a un cese de fuego, pero una “campaña exitosa de Hamas que demostrar a todo el mundo que hay una hambruna” los llevó rechazar nuevos acuerdos.
La respuesta de Israel, consideró Ben Tasgal, ha sido la amenaza de ocupar la Ciudad de Gaza, una especie de “agárrame que lo mato”, en el sentido de una amenaza que difícilmente cumpla si Hamas entrega a los rehenes y a los muertos.
La cultura de la mentira
Respecto de la hambruna en Gaza, Ben Tasgal reconoció que “hay una crisis humanitaria real en la Franja de Gaza”, pero advirtió sobre la “cultura de la mentira” de Hamas y la exageración mediática.
Explicó que la mayoría de los comunicadores desconocen ciertos aspectos culturales y estratégicos de los musulmanes de la región. Por ejemplo, mencionó el concepto de “Jamula”, en referencia a clanes familiares endogámicos. En ese sentido, afirmó que “muchas de las imágenes que vemos de niños que son presentados como con hambruna son chicos que tienen problemas genéticos”.
Además, dijo que grupos radicales islámicos, como Hamas, emplean la “Taaqya”, la cultura de la mentira, que permite mentir como parte de su ideología, y afirmó que varias de las fotos que se publican en medios internaciones son montajes fotográficos.
Un problema central es la distribución de la ayuda humanitaria. Ben Tasgal dijo que, si bien entran unos 400 camiones diarios, “Hamas se lo roba y lo que hace es venderle a la población civil palestina la comida”.
Esto se debe, en su opinión, a que Hamas necesita fondos para pagar sueldos a sus combatientes, creando un círculo vicioso donde la comida se convierte en un arma para reclutar y manipular a la población. Aunque hay una crisis, enfatizó que no es comparable con situaciones de hambruna extrema en Yemen, Sudán o Bangladesh.
La información que sale de Gaza es profundamente sesgada, insistió. El periodista subrayó que “la información que nos llega es información que pasa por el filtro de Hamas siempre”.
Argumentó que no existen periodistas occidentales independientes dentro de la Franja, ya que el ejército israelí no puede garantizar su seguridad y los periodistas palestinos locales están vinculados a Hamas y no contradicen su narrativa oficial por miedo a represalias, incluida la muerte. Como ejemplo de desinformación, citó el incidente del hospital en Gaza, donde se informó de 500 muertos, cuando en realidad fueron 29, y el cohete fue disparado por la Jihad Islámica palestina. En contraste, Ben Tasgal defendió que, en Israel, un país democrático, si el ejército miente, la prensa independiente lo “escracha” y exige rendición de cuentas.
Qué hay después de la guerra
Sobre el recuento de víctimas civiles, afirmó que “es imposible saberlo, nadie lo puede saber” hasta el final de la guerra. Explicó que el ratio normal en una guerra cruel es de nueve civiles por cada militar, y de cuatro a uno en una guerra normal. Las guerras previas de Israel contra Hamas han tenido un ratio de uno a uno, lo que sugeriría, indicó, que la mitad de los muertos declarados deberían ser militares.
Mirando hacia el futuro de Gaza una vez que termine la guerra, Ben Tasgal anticipó una “destrucción seria de la Franja de Gaza muy seria”. Planteó tres preguntas cruciales. ¿Quién gobernará civilmente la Franja de Gaza (deseablemente un palestino no relacionado con Hamas)? ¿Quién distribuirá la comida, ya que “quien distribuya la comida tiene el poder”? Y ¿quién combatirá a Hamas si se reorganiza? En este último punto, cree que Israel seguirá con una estrategia de “entrar y salir” para desarticular nuevas organizaciones.
La grieta en Israel
Respecto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, Ben Tasgal fue categórico: “Netanyahu debería haber renunciado después del 7 de octubre”, considerándolo “responsable real o nominal del atentado”.
No obstante, reconoció el carisma y conocimiento de Netanyahu, cualidades muy valoradas. Gobernar Israel es extremadamente difícil, según Ben Tasgal, debido a que es un pueblo “inconformista” con una fuerte cultura de la discusión, lo que ha llevado históricamente a “violencia física” y asesinatos políticos, como el de Rabin.
Señaló un cambio generacional en Israel, que ha pasado de ser un país socialista y de izquierda a ser cada vez “más religioso, cada vez más de derecha”. Por ello, las voces críticas como la del escritor David Grossman, quien calificó la situación de genocidio, representan a una “vieja Israel” que intenta no perder poder.
Ben Tasgal calificó la afirmación de genocidio como “una irresponsabilidad decir algo así” y “es mentira desde el punto de vista fáctico”, argumentando que “Israel tiene la capacidad bélica si quiere de aniquilar en segundos al pueblo palestino, sí claro, por supuesto que sí. ¿Y por qué no lo hace? Porque no tiene la intención de hacerlo”, a diferencia de Hamas el 7 de octubre.
El periodista también sostuvo que el conflicto es predominantemente religioso, “principalmente del lado palestino”. Contrastó la visión del radicalismo islámico, que busca una “guerra santa” para expandir su verdad con la religión judía, que no es misionera.
Al analizar la situación de Argentina, Ben Tasgal estableció un paralelismo con la propia experiencia de Israel en 1984, cuando, tras una alta inflación y un ajuste del gasto público, el país se reconstruyó apostando por la innovación y las “ideas”.
Expresó preocupación por Argentina: “Okay pasaste la motosierra, ¿a dónde me llevas? ¿Cuál es tu ventaja relativa ¿en qué sos mejor de todo lo demás es el problema”.
Sobre el presidente Javier Milei, lo describió como un líder “antiwoke” y meritócrata que admira países exitosos como Israel. Sin embargo, advirtió que la fuerte postura pro-Israel y pro-occidental de Milei podría generar un “tsunami” y “venir como un bumerán” si su Gobierno no tiene éxito.