La reina Máxima Zorreguieta, nacida en Argentina y consorte del rey Guillermo Alejandro de Países Bajos, fue la gran ausente en el funeral del papa Francisco, celebrado este sábado en la Basílica de San Pedro.
A pesar de los lazos personales y nacionales que la unían al pontífice, su ausencia se debió a un compromiso institucional ineludible: el Día del Rey, la fiesta nacional holandesa que coincide con el cumpleaños del monarca y que este año se celebró el mismo día en la localidad de Doetinchem. Si bien el Día del Rey es el 27 de abril, cuando cae domingo se pasa a sábado.
Máxima Zorreguieta no pudo asistir al funeral del papa Francisco
El fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril, a los 88 años, conmocionó al mundo y movilizó a líderes globales hacia Roma para rendirle homenaje.
La expectativa era alta respecto a la presencia de Máxima, única reina católica de Europa (no protestante como su esposo) y compatriota del Sumo Pontífice, con quien mantuvo una relación de respeto y afecto. Ambos compartieron encuentros memorables, como la misa de inicio del pontificado en 2013, una visita privada en 2016 y una histórica visita de Estado en 2017, la primera de un monarca neerlandés al Vaticano.
Sin embargo, la Casa Real neerlandesa confirmó que ni Máxima ni Guillermo Alejandro viajarían a Roma, optando por enviar al primer ministro Dick Schoof y al ministro de Asuntos Exteriores, Caspar Veldkamp, como representantes del país.
El motivo de esta decisión radica en la relevancia del Día del Rey, una celebración que data de 1885 y que moviliza a los neerlandeses en desfiles, conciertos y actividades culturales presididas por la familia real.
Cancelar o ausentarse de esta festividad, considerada un pilar de la identidad nacional, era una opción prácticamente inviable. Según fuentes cercanas a la Corona, se evaluó reprogramar los actos, pero finalmente se decidió mantener la agenda, retrasando el inicio de las celebraciones una hora, de las 11 a las 12, como gesto de respeto hacia el Papa Francisco.
La ausencia de Máxima generó debate, especialmente por su fe católica y su conexión con el pontífice. A diferencia de otras reinas católicas, como Sofía de España o Paola de Bélgica, que sí asistieron al funeral, Máxima enfrentó un dilema entre su deber monárquico y su vínculo personal con Francisco.
La Casa Real expresó su pesar en un comunicado: “Estamos profundamente afectados por la muerte de Su Santidad el Papa Francisco. Recordamos calurosamente las reuniones personales con él, entre otros, durante nuestra visita de Estado a la Santa Sede en 2017. Su fe en el amor de Dios lo convirtió en un símbolo de compasión y humanidad”.
A pesar de no estar presente en Roma, Máxima y Guillermo participaron en una ceremonia en memoria del Papa el 24 de abril en Países Bajos, reforzando su compromiso con su legado.
La decisión, aunque diplomática, no evitó cierta controversia, con algunos sectores cuestionando si se pudo haber encontrado un equilibrio para permitir la asistencia de al menos uno de los monarcas al funeral. Mientras tanto, en Doetinchem, Máxima y su familia cumplieron con su rol, interactuando con miles de ciudadanos en una jornada que, aunque festiva, estuvo marcada por el luto global por la partida de Francisco.