La Otan lanzó una enérgica advertencia contra las “interferencias rusas” en los sistemas GPS de vuelos civiles, catalogándolas como una grave amenaza para la aviación europea y parte de una estrategia de guerra híbrida más amplia por parte de Moscú.
El secretario general de la Otan, Mark Rutte, aseguró que la alianza trabaja “día y noche” para frustrar estas acciones, tras un reciente incidente que afectó al avión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
El suceso con Von der Leyen
El avión de Ursula von der Leyen, que cubría la ruta entre Polonia y Sofía, sufrió una pérdida de control del GPS mientras sobrevolaba Bulgaria. Aunque la aeronave logró aterrizar sin incidentes, las autoridades internacionales sospechan que Moscú está detrás del episodio. Rutte declaró que la situación se toma “muy en serio” y prometió esfuerzos para “contrarrestar esto, prevenirlo y asegurarnos de que no lo vuelvan a hacer”.
A pesar de la gravedad, el primer ministro búlgaro, Rosen Zhelyazkov, descartó una investigación formal, argumentando que “cosas así pasan todos los días”. Esta postura refleja una “normalización” de las interferencias, que, según la OTAN y la Unión Europea, se intensificaron en los últimos tres años, coincidiendo con la invasión rusa de Ucrania en 2022.
Un patrón de amenazas híbridas
Rutte subrayó que las interferencias de GPS son parte de un patrón más amplio de amenazas híbridas rusas, que incluyen sabotaje de cables submarinos en el Báltico, ciberataques a sistemas sanitarios y planes de asesinato contra empresarios europeos. Estas prácticas, con “efectos potencialmente desastrosos”, representan un riesgo directo para todo el continente.
Impacto generalizado y técnicas de ataque
Las interrupciones en el sistema de posicionamiento global (GPS) afectan no solo a la aviación sino también a la navegación marítima, convirtiéndose en un “quebradero de cabeza” para pilotos y compañías aéreas en el este de Europa. Datos del sitio web GPS Jam muestran que la tasa de interferencia pasó de niveles bajos en febrero de 2022 a superar el 10% en agosto de 2025 en varios países bálticos y del mar Negro.
Solo en junio pasado, pilotos que sobrevolaban Lituania reportaron 1.022 casos de perturbación de la señal, frente a los 46 incidentes del mismo mes de 2024. Las autoridades lituanas identificaron al menos diez puntos en Kaliningrado -el enclave ruso- como centros emisores de estas señales de bloqueo y suplantación.
Es crucial distinguir entre:
- Interferencia (jamming): Saturation de comunicaciones con una señal potente.
- Suplantación (spoofing): Engaño al receptor con una señal falsa que lo ubica en coordenadas incorrectas de espacio o tiempo.
Aunque los aviones comerciales poseen sistemas alternativos de navegación, la repetición e intensidad de estos ataques aumenta el margen de riesgo y podría desencadenar accidentes graves.
Alcance geográfico y respuesta de la UE
La problemática tiene una amplia dimensión geográfica. Finlandia y Estonia ya acusaron a Rusia en 2024 de manipular deliberadamente las señales, lo que llevó a suspender la ruta regular entre Helsinki y Tartu. En el mar Negro y el Báltico, las perturbaciones son cotidianas, afectando drones militares y buques mercantes, lo que provocó un aumento en las tarifas de los seguros marítimos. Incluso en el noreste de Noruega, cerca de la base de la Flota del Norte rusa, las interferencias impactan la vida diaria, comprometiendo vuelos internos y servicios de helicópteros sanitarios.
La Unión Europea respondió con sanciones. En julio, Bruselas castigó a nueve ciudadanos rusos por su vinculación con estas operaciones, incluyendo altos mandos del 841º Centro Independiente de Guerra Electrónica de la Flota del Báltico. Esta decisión se tomó tras la presión de 17 Estados miembros, liderados por Lituania, quienes denunciaron que no se trataba de “incidentes aleatorios”, sino de “acciones sistemáticas y deliberadas” dentro de una estrategia de guerra híbrida.
La postura de Moscú y las soluciones propuestas
Moscú, por su parte, niega que se trate de actos hostiles, asegurando que las interferencias responden a medidas defensivas para proteger infraestructuras críticas. Sin embargo, estas explicaciones no convencen ni a la Otan ni a la UE, que ven en estas acciones una extensión de la estrategia rusa de desgaste contra Occidente.
Frente a este panorama, el comisario europeo de Defensa, Andrius Kubilius, instó a acelerar el fortalecimiento de Galileo, el sistema europeo de navegación por satélite. Kubilius afirmó que “¡Nuestro proyecto espacial Galileo puede ayudar!” y prometió aumentar el número de satélites en órbita terrestre baja para robustecer la seguridad del espacio aéreo europeo.
Además, Italia está considerando medidas para salvaguardar la seguridad aérea, como mantener en secreto los vuelos de Estado, minimizar la información pública en el sitio web del primer ministro e impedir que sitios de seguimiento especializados hagan visibles las rutas de las aeronaves. El avión de la premier italiana ya fue retirado de Flightradar en febrero, aunque sigue visible en sitios similares.