El mundo occidental amaneció con el alma encogida. A las 7.35 de la mañana, hora de Roma, el Vaticano anunció la muerte del Papa Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio, a los 88 años, apenas un día después de su última bendición en la misa de Pascuas. La noticia, un golpe al corazón de la fe católica, resonó con especial dolor en Argentina, donde el hijo de barrio Flores, hincha ferviente de San Lorenzo, se convirtió en el símbolo de la humildad y la esperanza.
Su partida, tras una lucha contra una neumonía bilateral que lo tuvo internado 38 días, desató una ola de conmoción global y un luto profundo en nuestra patria.
El día que asumió, el 13 de de marzo de 2013, fue el propio Bergoglio el que dijo que era “el Papa del fin del mundo” por venir de un lugar tan al sur como la Argentina.
Un adiós que sacude al mundo
Francisco, el primer Papa latinoamericano, se despidió en la residencia de Santa Marta tras una vida dedicada a los más vulnerables.
Su última aparición, el Domingo de Pascua, fue un acto de amor y resistencia. Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, en silla de ruedas y sin cánula de oxígeno, ofreció la bendición Urbi et Orbi ante 35.000 fieles.
“No puede haber paz sin libertad de religión, libertad de pensamiento y respeto por los demás”, dijo con voz frágil pero firme, dejando un mensaje que hoy suena como su testamento espiritual.
En Argentina, el gobierno de Javier Milei decretó siete días de luto nacional, mientras cientos se congregaron en la Plaza de Mayo, en la Catedral metropolitana, y en otras iglesias, para rezar por su alma.
Un hincha de San Lorenzo que conquistó el mundo
Nacido en 1936 en el seno de una familia de inmigrantes italianos, Jorge Bergoglio creció pateando las calles de Flores, soñando con los colores azulgranas de San Lorenzo. Socio vitalicio con el carnet 88235N-0, su amor por el “Ciclón” era más que una anécdota: era el reflejo de su cercanía con la gente común. En 2014, cuando San Lorenzo ganó la Copa Libertadores, Francisco recibió al equipo en el Vaticano, sosteniendo con orgullo los guantes de Sebastián Torrico. “El fútbol es fraternidad”, decía, y así vivió su pontificado, tendiendo puentes donde había divisiones.
Su legado trasciende lo religioso. Líderes mundiales lamentaron su pérdida, destacando su lucha por la paz y los marginados. En Argentina, la AFA expresó su “profundo dolor” y planea un minuto de silencio en todos los estadios, un homenaje al hincha que nunca dejó de alentar.
El futuro de la Iglesia
En las redes sociales, el hashtag #PapaFrancisco se llenó de mensajes de amor y gratitud.
“Se nos fue el argentino más importante de la historia”, escribió un usuario en X, resumiendo el sentir de muchos.
Mientras el Vaticano prepara el traslado de su cuerpo, el mundo se pregunta quién seguirá sus pasos.
El cónclave elegirá al nuevo Papa entre 138 cardenales electores, el 80% nombrados por Francisco. Su visión de una Iglesia más inclusiva y universal, con cardenales de lugares como Mongolia o Timor Oriental, marcará el futuro.

Un legado de esperanza
Francisco no solo fue un Papa; fue un faro en un mundo fracturado. Su autobiografía, Esperanza, publicada en enero de 2025, condensó su mensaje en una palabra que hoy resuena como un mandato. En Argentina, su ausencia se siente -para muchos- como la pérdida de un padre. En el mundo, como la de un pastor que, con mate en mano y una sonrisa humilde, recordó que la fe es servicio.
Mientras las campanas de San Pedro doblan, el Papa Francisco descansa en la Casa del Padre.