El encarecimiento constante del costo de vida en Estados Unidos y en la Unión Europea (UE) crispa los nervios de las autoridades monetarias de uno y de otra, quienes buscan de manera acuciante encontrar las herramientas más eficaces para detener la espiral inflacionaria y calmar los ánimos de la población en general y en especial de los sectores más vulnerables a los apremios económicos.
El barómetro que monitorea la fluctuación de los precios del Departamento de Comercio estadounidense –y que sigue de cerca la Reserva Federal– acusó en junio una disparada de hasta el 6,8 por ciento con respecto a igual mes de 2021, lo que supone el mayor incremento en cuatro décadas, lo que deja a los norteamericanos sin alivio ante la trepada de los valores monetarios de bienes y servicios.
Las cifras publicadas este viernes por el organismo dedicado a la promoción del crecimiento económico y a la defensa de los intereses empresariales y de los derechos de los consumidores subrayan la persistencia de la inflación, que erosiona sin solución de continuidad el poder adquisitivo de los estadounidenses, debilita su confianza en la economía y amenaza a los demócratas en el Congreso en el lapso previo a las cruciales elecciones legislativas previstas para el 8 de noviembre próximo.
Tomados mes a mes, los precios subieron un uno por ciento de mayo a junio, más rápido que el aumento del 0,6 por ciento de abril a mayo y el mayor aumento desde 2005.
El informe del Gobierno agregó que el gasto global del consumidor superó la tasa de la inflación, aumentando un 0,1 por ciento de mayo a junio después de ajustar los cambios de precios. El desembolso mensual del consumidor se debilitó ante la alta tasa inflacionaria; no obstante, está ayudando a impulsar la propia inflación, con una demanda aún fuerte de servicios que van desde boletos de avión y habitaciones de hotel hasta comidas en restaurantes y automóviles nuevos y usados.
A fondo
La tasa inflacionaria aumenta con velocidad a pesar de las actualizaciones salariales que recibieron muchos trabajadores; sin embargo, la mayoría de los consumidores se están quedando atrás en relación con la suba del costo de vida.
La alta inflación y las tasas de interés también están poniendo palos en la rueda a la economía de Estados Unidos, que se contrajo en el trimestre abril-junio por segundo trimestre consecutivo, intensificando los temores de que se avecina una recesión.
Dos cuartas partes de la declinación económica estadounidense cumplen una regla general informal para cuando comienza una recesión, aunque una fuerte contratación indica que la economía aún mantiene focos de fortaleza y que todavía no ha caído en recesión.
Europa, en espejo
Al mismo tiempo, la tasa de inflación interanual de la zona euro se situó en julio en el 8,9 por ciento, frente al 8,6 por ciento registrado en junio, en lo que supone el mayor encarecimiento de los precios en el bloque económico de toda la serie histórica y más de cuatro veces la meta de estabilidad de precios del dos por ciento del Banco Central Europeo (BCE), según el avance del dato publicado ayer por la oficina comunitaria de estadística, Eurostat.
La escalada de los precios de la región se intensificó en el séptimo mes de 2022, a pesar de que la suba interanual del precio de la energía se desaceleró al 39,7 por ciento desde el 42 por ciento de junio, mientras que el incremento del precio de los alimentos frescos este mes ha sido del 11 por ciento, cuando en junio fue del 11,2 por ciento.
Pese a todo, los servicios se encarecieron un 3,7 por ciento interanual en julio, tres décimas más que el mes anterior, mientras que los precios de los bienes industriales no energéticos subieron un 4,5 por ciento, frente al 4,3 por ciento del mes anterior.
Al excluir del cálculo el impacto de la energía, la tasa de inflación interanual de la zona euro se ubicó en julio en el 5,4 por ciento, frente al 4,9 por ciento del mes anterior, mientras que, al dejar al margen también el efecto de los precios de los alimentos frescos, del alcohol y del tabaco, la tasa de inflación subyacente marcó el récord de cuatro por ciento, tres décimas más que en junio.
En el mes de julio, 10 países de la zona euro registraron subas de precio de dos dígitos. Los niveles más altos de inflación se alcanzaron en Estonia (22,7 por ciento), en Letonia (21 por ciento) y en Lituania (20,8 por ciento).
Además de los territorios bálticos, otros siete miembros de la eurozona registraron trepadas de magnitud, incluyendo Eslovaquia (12,8 por ciento); Eslovenia (11,7 por ciento); Países Bajos (11,6 por ciento); Grecia (11,5 por ciento); España (10,8 por ciento); Chipre (10,6 por ciento), y Bélgica (10,4 por ciento).
En sentido inverso, los incrementos de precios de menor envergadura en julio correspondieron a Malta (6,5 por ciento), Francia (6,8 por ciento) y Finlandia (7,9 por ciento).
En el caso de España, la tasa de inflación armonizada se situó este mes en el 10,8 por ciento, frente al 10 por ciento de junio, lo que amplía el diferencial de precios desfavorable respecto de la media de la eurozona a 1,9 puntos porcentuales.
Así las cosas, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) decidió la semana pasada subir los tipos de interés en 50 puntos básicos, en su primer aumento del precio del dinero desde 2011, además de advertir de que decidirá probablemente nuevas correcciones hacia arriba en reuniones próximas.
