Cuando Jorge Bergoglio fue ungido como papa Francisco el 13 de marzo de 2013, lo hizo con una ambiciosa serie de objetivos en mente. Algunos de ellos se fueron cumpliendo; a otros logró resolverlos en parte, mientras que algunos aún están por lograrse.
Francisco ha realizado una serie de cambios significativos en la Curia romana, incluida la creación de un nuevo departamento para los asuntos económicos y la reforma del proceso de canonización de santos. También ha nombrado a personas de diversos orígenes para ocupar puestos de liderazgo en la Curia, lo que refleja su compromiso con la diversidad y la inclusión.
Además de llamar la atención sobre los problemas económicos y la desigualdad en todo el mundo, creó el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral para coordinar las iniciativas de la Iglesia en áreas como la caridad, la justicia y la paz, incentivando la participación, además, de movimientos sociales y militantes populares.
A su vez, nunca deja de enfatizar, en sus escritos y discursos, sobre la necesidad de buscar reformas económicas en un sistema que pone al capital sobre los seres humanos, siempre en línea con su idea de una “Iglesia pobre y para los pobres”.
Para ello, creo el Consejo para la Economía, buscando también reformar las finanzas vaticanas.
Francisco también ha sido un defensor activo de la acción climática, llamando a la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático como una cuestión moral en su encíclica Laudato Si sobre el cuidado de lo que denomina “la casa común”.
Mensajero de paz
El Papa ha utilizado su papel como líder espiritual y figura moral para involucrarse en la diplomacia, buscando la paz en países en conflicto como Siria, Sudán del Sur; o más recientemente, en Ucrania. Además, es un defensor activo del diálogo interreligioso y ha trabajado para promover el respeto y la cooperación entre las diferentes creencias.
Durante su papado, ha tenido encuentros y reuniones con líderes de varias religiones, incluyendo un encuentro con el Gran Imán de Al-Azhar, en Abu Dhabi, para firmar un documento histórico sobre la fraternidad humana y la coexistencia pacífica entre personas de diferentes religiones; una reunión con el Gran Rabino de Roma, en la Sinagoga Mayor de Roma, para conmemorar el 50° aniversario de la primera visita de un papa a una sinagoga; una estrecha relación con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, con quien en 2016 se reunió en la isla de Lesbos, Grecia, para visibilizar la crisis de los refugiados; o con el patriarca Kiril I, de la Iglesia ortodoxa rusa, con quien ha intentado interceder para buscar la paz en Ucrania.
Al mismo tiempo, el Papa también ha mantenido encuentros con líderes de otras religiones como el sintoísmo, el hinduismo o el budismo.
Cuentas pendientes y legado
Los desafíos, por supuesto, continúan siendo muchos y de gran complejidad. Por un lado, uno de los principales es la oposición interna que ha debido enfrentar en la misma Iglesia, proveniente de sectores ultraconservadores que se oponen a sus reformas, sobre todo a aquellas que tienen que ver con la participación de las mujeres o la aceptación de las diversidades sexuales.
A su vez, y a pesar de todos sus esfuerzos, la cuestión del manejo respecto de los casos aberrantes de abuso sexual clerical sigue suscitando fuertes críticas, especialmente en países como Chile o Australia, donde se produjeron casos muy resonantes durante los últimos años.
Fuera de la Iglesia, en la era del populismo de extrema derecha y el antiglobalismo, las principales críticas contra Francisco provienen de líderes políticos ligados a este sector político, especialmente en cuestiones que tienen que ver con el cambio climático y la problemática de la inmigración.
Durante su papado, Francisco nombró más cardenales en menos tiempo que todos sus antecesores, con la particularidad de que casi todos provienen de países no europeos. En Argentina, por ejemplo, mostró una cercanía particular con los curas villeros y la Iglesia más ligada a los sectores populares.
Una de sus primeras grandes acciones como Papa fue, en julio de 2013, dirigirse a la isla siciliana de Lampedusa para escuchar los problemas de decenas de migrantes africanos y asiáticos “irregulares”, al tiempo que denunciaba allí “la globalización de la indiferencia”.
Hace tiempo que Francisco alerta respecto de que el mundo se encuentra atravesando una “tercera guerra mundial de a pedazos”, su respuesta siempre ha sido buscar contribuir a la paz y a la comprensión entre los pueblos a través del diálogo y el entendimiento.
Muchos de los objetivos que se propuso los cumplió, mientras que unos cuantos parecen de una complejidad prácticamente imposible de lograr, y otros aún están por verse.
El principal legado de Francisco es que “los católicos deben salir a la calle, la Iglesia no puede ser una ONG”, la idea de que el verdadero cristiano debe volcarse con los más necesitados, no con los poderosos.
Desde el comienzo de su papado, el mundo conoció el fuerte compromiso del papa argentino con la justicia social y con los derechos de los pobres y los marginados, nada más ni nada menos que una interpretación fiel del Evangelio.
*Coautor del libro “¡Hagan lío! Lecturas políticas de un papado incómodo”
