La Fiscalía de Milán inició una investigación sobre un presunto caso de “safaris humanos” durante la guerra de Bosnia, que vuelve sobre la tristemente célebre “avenida de los francotiradores” de la ciudad de Sarajevo, sitiada entre 1992 y 1996 por las milicias serbobosnias.
Desde las colinas que rodeaban la ciudad, tiradores disparaban a los transeúntes que se veían obligados a cruzar esa zona abierta y expuesta. Se calcula que más de 11 mil civiles fueron asesinados de ese modo.
La hipótesis que ahora investiga la Justicia italiana, revelada por medios locales, es extrema: habría habido ciudadanos italianos que pagaban para viajar a Sarajevo los fines de semana y poder disparar a personas, como si se tratara de una cacería.
De acuerdo con la denuncia, se trataba de particulares cercanos a círculos de extrema derecha y aficionados a las armas, que contrataban estos viajes como “safaris humanos” en plena ciudad asediada.
Supuestamente volaban de Trieste a Belgrado en la aerolínea serbia Aviogenex y, ya en la zona del frente, actuaban como francotiradores de fin de semana.
Se estima que pagaban el equivalente a entre 80 mil y 100 mil euros, y que incluso disparar a niños tenía un “precio” mayor. Entre los mencionados figurarían un empresario milanés dueño de una clínica estética privada y ciudadanos de Turín y Trieste.
La denuncia del escritor y los primeros nombres en la mira
La investigación se basa en una denuncia de 17 páginas presentada por el escritor y periodista Ezio Gavazzeni, apoyado por el exmagistrado Guido Salvini y por Benjamina Karic, exalcaldesa de Sarajevo (2021–2024), quien fue recopilando durante años versiones sobre estos hechos.
El tema tomó mayor visibilidad en 2023 con el documental Sarajevo Safari, del esloveno Miran Zupanic, que recogió testimonios y pistas sobre millonarios extranjeros que habrían pagado para viajar a la ciudad bosnia y disparar ellos mismos contra seres humanos.
Según explicó Gavazzeni al diario La Repubblica, la Fiscalía de Bosnia archivó una causa anterior por las enormes dificultades para investigar en un país aún muy dividido y atravesado por las secuelas de la guerra.
La Justicia serbia, en tanto, habría considerado el asunto poco más que “una leyenda metropolitana”.
“Hablamos de gente con dinero, con reputación, empresarios, que durante el asedio de Sarajevo pagaban por poder matar a civiles desarmados. Salían de Trieste para una caza del hombre y luego volvían y seguían con su vida de siempre, respetable a los ojos de todos”, sostuvo el escritor, que decidió llevar el caso a los tribunales italianos.
El fiscal Alessandro Gobbis ya cuenta con una lista de personas que podrían aportar información y que serán convocadas a declarar.
Gavazzeni estima que estos “turistas de la guerra” podrían llegar a un centenar: “Espero que puedan localizar al menos a uno o a dos, quizá diez”, adelantó.
Servicios de inteligencia, testigos y la pista de los “tiradores turísticos”
Entre los posibles testigos figura, según la denuncia, un agente de inteligencia bosnio identificado con las iniciales E. S., que habría conocido estos hechos y sostiene que los servicios secretos italianos, que tenían personal en Sarajevo, fueron advertidos en 1993 y guardarían archivos clasificados sobre el tema.
De acuerdo con su relato, la primera referencia al fenómeno surgió de documentos de seguridad militar bosnios, donde constaba el interrogatorio a un voluntario serbio capturado.
Ese combatiente mencionaba que, en un viaje entre Belgrado y Bosnia-Herzegovina, fue acompañado por al menos cinco extranjeros, tres de ellos italianos, y uno dijo ser de Milán.
El mismo confidente apuntó además a un oficial serbio, Jovica Stanisic, condenado por crímenes de guerra por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, como uno de los organizadores de esos viajes.
Formalmente se presentaban como excursiones de caza al extranjero, una cobertura para justificar los vuelos de grupos hacia Belgrado.
La denuncia también menciona a un funcionario de los servicios secretos eslovenos, a algunas víctimas y al exbombero estadounidense John Jordan, voluntario en Sarajevo.
Durante el juicio en La Haya contra el líder serbio Slobodan Milosevic, Jordan habló de “tiradores turísticos” con vestimenta y armas distintas a las de los soldados serbios.
“Vi en más de una ocasión a personas que no me parecían del lugar por su ropa, por las armas y por el modo en que eran tratados, guiados por personas locales (...) Cuando un tipo se presenta con un arma que parece más indicada para la caza del jabalí en la Selva Negra que para la guerra urbana en los Balcanes... Cuando lo veías moverse, se veía que era un novato”, declaró en ese entonces, según recordaron los medios italianos.
Cooperación con Bosnia y el intento de “cerrar cuentas con el pasado”
El cónsul bosnio en Milán, Dag Dumrukcic, garantizó la “total colaboración” del Gobierno de su país con la investigación.
“Estamos impacientes por descubrir la verdad de un asunto tan cruel y cerrar las cuentas con el pasado. Conozco algunas informaciones que aportaré a la investigación”, afirmó Dumrukcic.
El caso vuelve a poner bajo la lupa uno de los capítulos más oscuros de la guerra de Bosnia, donde ya habían sido polémicas las imágenes del escritor ruso Eduard Limonov en las colinas de Sarajevo, junto al líder serbobosnio Radovan Karadzic, observando y participando de disparos contra la ciudad sitiada.
La causa de Milán recién comienza y enfrenta enormes obstáculos por el tiempo transcurrido, la falta de pruebas directas y la compleja trama política y judicial en los Balcanes.
Pero, de comprobarse lo denunciado, podría abrir un precedente inédito sobre la responsabilidad penal de ciudadanos extranjeros que habrían convertido una guerra real en un macabro “turismo de caza humana”.
























