Como señala Andrés Priego Moreno, de la Universidad de Londres, “Irán es el heredero del legado histórico y cultural del Imperio persa. Quizás por eso sea tan difícil analizar este país como un Estado más. Su mezcla étnica, religiosa y cultural ha hecho del Irán actual un ente mucho más complejo”.
Tras caer el sha Mohamed Reza Pahlevi (segundo de su dinastía, prooccidental) y regresar con la Revolución el ayatolá Ruhollah Jomeini (nacionalista e islamista exiliado por Pahlevi), la Constitución de 1979 organiza el país combinando elementos del Estado teocrático con el representativo, republicano y unitario, y propone al Corán como factor de cohesión de las ocho etnias principales.
Los poderes
En la esfera ejecutiva, cuenta con un presidente (jefe de Gobierno), elegido por la ciudadanía, que conduce un Consejo de ministros. Desde 1980, han sido nueve los mandatarios.
El actual (Mohammad Mojber) es interino, desde el 22 de mayo, tras la muerte de Ebrahim Raisi en un accidente aéreo, el domingo 19.
El Poder Legislativo es unicameral: la Asamblea Consultiva Islámica o Majis, cuyos 290 integrantes (cinco escaños reservados a minorías étnicas) son elegidos popularmente cada cuatro años.
El Poder Judicial, conformado por diversos fueros (públicos, militares, especiales, clericales), está encabezado por un jefe de Justicia (designado por el ayatolá).
Por sobre ese espectro de funciones, se establece el jefe de Estado, ayatolá o líder supremo, máxima autoridad política y religiosa en Irán, vitalicio, elegido por la Asamblea de Expertos (votados popularmente, 86 miembros, también podría destituirlo). El primero fue Jomeini. Desde su muerte en 1988, es Alí Jamenei (hoy de 85 años).
Asimismo, dos consejos de revisión inciden en el funcionamiento republicano. El Consejo de Guardianes (12 miembros designados en mitades por el Líder y la Asamblea a propuesta del jefe de Justicia) realiza una vigilancia legislativa, pudiendo vetar leyes consideradas no conformes con los principios islámicos o la Constitución. Supervisa las candidaturas. El Consejo de Discernimiento media entre la Asamblea Consultiva Islámica y el Consejo de Guardianes.
Las Fuerzas Armadas iraníes se componen por varios cuerpos militares, incluidos la Guardia Revolucionaria Islámica y el Ejército Regular. Tienen competencia en la defensa nacional y la seguridad interna.
Pluralidad interna
Respecto a su conformación subnacional, Irán está dividido en 31 provincias cuyos gobernadores son designados por el ministro de Asuntos Internos, con acuerdo del gabinete. Los gobiernos locales son ejercidos por Consejos con múltiples funciones, elegidos popularmente.
Electoralmente, se permite la participación de hombres y de mujeres que votan sin sujeción a una mesa específica; se les entrega una boleta electoral con riguroso control que, cumplimentada, se deposita en el sitio habilitado de preferencia del sufragante, sólo obligado a ajustarse en lo local a los candidatos del distrito.
Además de los órganos estatales, Irán cuenta con instituciones religiosas dirigidas por clérigos islámicos que desempeñan un relevante papel en la vida sociocultural y política del país.
Lejos de la aparente uniformidad que sugiere el predominio islamita (90% de la población es chií y 9% es suní, con reducida presencia de cristianos, judíos, zoroastrianos, bahá'ís), la diversidad regional y étnica del mosaico iraní (85 millones de habitantes que se cuadruplicaron desde 1960) determina una pluralidad de matices confesionales que interactúan con las corrientes partidarias (conservadoras o reformadoras), fundando versiones extremistas o moderadas.
¿Dominó o rompecabezas?
La compleja mixtura de tradiciones y reformas –como esas alfombras persas que combinan sorprendentes tejidos, motivos y colores– confunde los asuntos de Estado y religión, configurando la política interior y exterior. La reciente muerte de Raisi impacta en ambos sentidos.
El expresidente falleció junto con otras ocho personas, entre ellas, influyentes figuras como el canciller Hossein Amir-Abdollahian –un probable candidato a la presidencia–, el gobernador Malek Rahmati y el imán Mohammed Ali Alehashem.
El exmandatario regresaba a Teherán, tras encabezar junto con el presidente de Azerbaiján, Ilham Aliyav, un acto en la frontera entre ambos países. Raisi (clérigo, fundamentalista, 63 años) era considerado el sucesor natural del líder Jamenei.
El accidente, a pocas semanas del ataque a Israel realizado por el grupo proiraní Hezbollah (en pleno conflicto en Gaza), sacudió los cimientos políticos de Oriente Medio, generando interrogantes sobre el futuro inmediato y mediato.
Se ha llamado a elecciones el 28 de junio y el Ejército ha formado una comisión investigadora. Los primeros relevamientos (con auxilio de drones turcos) indican –cuanto menos– vulnerabilidad e improvisación en los movimientos de tan importante plana, maniobrando con equipos sin mantenimiento adecuado en una región geográficamente compleja como el Azerbaiján iraní, en el extremo noroeste del país (montañosa, de dificultosa meteorología).
Posibles complicaciones
Mientras se ha dado sepultura a Raisi en un lugar sagrado de Mashad (al noreste del país), tras ceremonias en varias ciudades, pueden recrudecer las tensiones internas.
Además, en el ámbito internacional, la desaparición del Raisi abre interrogantes sobre las relaciones de Irán con países de la región y potencias globales. Afectada la relación con Occidente por los embargos norteamericanos (el último en 2020), Teherán se acercó a las tradicionalmente distantes Moscú y Beijing en el último trienio.
Recordemos que, en 2020, el general Quasem Soleimani, líder de la Guardia Revolucionaria y figura de elite iraní, fue ultimado tras un ataque misilístico con drones operado por los EE.UU. El líder espiritual juró venganza.
La muerte del presidente Raisi, inscripta en un contexto más amplio, puede abrir un difícil capítulo en la historia reciente de Irán (que, pese al embargo, sigue en el top 10 de los países productores de petróleo), planteando desafíos significativos a su ingeniería constitucional (simultánea y deliberadamente receptora de atavismos, trasformaciones y adecuaciones).
El desenlace de esa trama mixturada incidirá regionalmente, con posibilidades de impacto en zonas más amplias (algunas inmersas en graves conflictos).
¿Qué actitud puede esperarse de la comunidad internacional? En un escenario tan volátil, solo cabe atenerse a implorar que prime la cordura.
