La junta militar de Burkina Faso pidió a Francia la salida del país del embajador en Uagadugú, Luc Hallade, según fuentes gubernamentales, en medio del aumento de las tensiones bilaterales durante los últimos meses.
La ministra de Exteriores burkinesa, Olivia Rouamba, solicitó a París “un cambio de interlocutor”, según fuentes oficiales francesas citadas por la revista ‘Jeune Afrique’, extremo confirmado por fuentes gubernamentales burkinesas citadas por la emisora Radio Oméga.
“La cuestión no es saber quién es nuestro embajador allí, sino saber qué deseamos hacer con nuestra relación bilateral”, apuntaron las fuentes de ‘Jeune Afrique’. La Embajada francesa fue atacada en dos ocasiones en los últimos meses por manifestantes que reclaman la salida de las tropas francesas del país.
Problemas entre Francia y Burkina Faso
En este contexto, el primer ministro de Burkina Faso, Apollinaire Joachimson Kyelem de Tambela, invitó recientemente a Rusia a “ocupar su lugar” en el país africano, días después de que el presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo, denunciara que Uagadugú aceptó el despliegue de mercenarios del Grupo Wagner, propiedad de un oligarca cercano al presidente ruso, Vladimir Putin.
El propio Kyelem de Tambela pidió previamente a Francia la entrega de armas y financiación para respaldar las operaciones de los ‘voluntarios’ reclutados por las autoridades para reforzar las labores del Ejército contra los grupos terroristas y rechazó las críticas de París por una posible petición de ayuda a Rusia.
Burkina Faso, gobernado por una junta militar desde el golpe de Estado de enero de 2022 contra el entonces presidente, Roch Marc Christian Kaboré, experimenta un aumento de la inseguridad desde 2015. La junta está ahora encabezada por Ibrahim Traoré, quien protagonizó en septiembre una asonada que fue considerada un ‘golpe palaciego’ contra el hasta entonces líder, Paul-Henri Sandaogo Damiba.
Los ataques, obra tanto de la filial de Al Qaeda como de la de Estado Islámico en la región, contribuyeron también a incrementar la violencia intercomunitaria e hicieron que florezcan los grupos de autodefensa, a los que el Gobierno burkinés sumó como ‘voluntarios’. El deterioro de la seguridad provocó una oleada de desplazados internos y refugiados hacia otros países de la región.
