El primer ministro británico, Keir Starmer, anunció que su gobierno reconocerá de manera oficial un Estado palestino en septiembre próximo, a menos que Israel acepte un alto el fuego en Gaza, cese la expansión de asentamientos en Cisjordania y se comprometa con una solución de dos Estados. La declaración, que le sigue a un anuncio similar de Francia, apunta a relanzar una diplomacia estancada en medio de una crisis humanitaria que se agrava.
Más de 140 países ya reconocen a Palestina, pero el gesto británico –como el francés– tiene un peso simbólico y político especial por tratarse de miembros del G-7 y del Consejo de Seguridad de la ONU. Las dos potencias europeas buscan ejercer presión sobre Israel para que detenga la guerra y reabra la posibilidad de una salida negociada al conflicto.
Punto de inflexión
Hasta ahora, Reino Unido mantenía que el reconocimiento debía formar parte de un proceso de paz bilateral. Sin embargo, el agravamiento del conflicto y el creciente deterioro en Gaza llevaron al Gobierno laborista a modificar su postura. Starmer aseguró que el Reino Unido está dispuesto a actuar “a menos que el Gobierno israelí tome medidas sustanciales” para revertir la situación.
El primer ministro detalló que esas medidas incluyen un alto el fuego, permitir el ingreso de ayuda humanitaria bajo supervisión de la ONU y cesar las anexiones en Cisjordania. También pidió la liberación de los rehenes en manos de Hamas y su exclusión del futuro gobierno gazatí, aunque aclaró que esto último no es condición directa para el reconocimiento, ya que Hamas no tiene rol en la solución de dos Estados que defiende Londres.
Para las autoridades británicas, el margen de acción se reduce día a día. La destrucción en Gaza y el desplazamiento masivo de la población, junto con la expansión de asentamientos en Cisjordania, vuelven cada vez más irrealizable la idea de dos Estados. “Está ocurriendo la anexión efectiva de Cisjordania”, advirtió la ministra Heidi Alexander, justificando el giro de Londres como una reacción a una situación crítica.
Gran parte del mundo considera ilegal la ocupación israelí de Cisjordania. La continuidad del actual curso bélico y territorial compromete, a ojos del Gobierno británico, cualquier intento de construir una paz sostenible.
La decisión de Starmer también responde a crecientes presiones internas. Más de 250 de los 650 miembros del Parlamento británico firmaron en los últimos días una carta reclamando el reconocimiento inmediato. Además, las encuestas muestran que la opinión pública británica apoya ampliamente ese paso.
El líder de los liberal-demócratas, Ed Davey, celebró el anuncio como un avance, aunque advirtió que Palestina no debe usarse como “moneda de cambio”. La mayoría de los principales partidos británicos apoyan la solución de dos Estados, aunque los conservadores se manifestaron en contra del anuncio. “El reconocimiento sólo tiene sentido si forma parte de un proceso formal de paz”, dijo Priti Patel, vocera opositora en política exterior.
Reacciones opuestas
Israel condenó con firmeza la decisión británica. El primer ministro Benjamin Netanyahu la calificó como una “recompensa al terrorismo de Hamas” y un castigo a las víctimas israelíes. Familias de rehenes israelíes también repudiaron la medida. “Reconocer un Estado palestino mientras 50 rehenes están en túneles de Hamas es premiar el terrorismo”, sostuvo el Foro de Familiares de Rehenes.
Por el contrario, la Autoridad Palestina celebró el anuncio. Su representante en Londres, Husam Zomlot, lo calificó como “un correctivo a más de un siglo de despojo”. La Autoridad Palestina, que gobierna parcialmente Cisjordania, es reconocida por Londres como interlocutor legítimo y pieza clave en una solución negociada.
La medida también remite a la historia colonial británica en la región. El secretario de Relaciones Exteriores, David Lammy, recordó en Naciones Unidas la “carga especial de responsabilidad” que tiene el Reino Unido por haber administrado Palestina bajo mandato hasta 1948 y por su papel en la Declaración Balfour de 1917, que promovió un hogar judío sin garantizar derechos para los palestinos. “Es una injusticia histórica que continúa desarrollándose”, dijo.
Aun así, la influencia británica sobre Israel es limitada. Londres suspendió conversaciones comerciales y restringió algunas exportaciones militares, pero no es un socio estratégico de peso como Estados Unidos. Por eso, el gesto tiene más valor simbólico que poder de transformación inmediata.
Efecto contagio
Francia ya había adelantado que reconocerá un Estado palestino en septiembre, durante la Asamblea General de la ONU. Malta se sumó esta semana a la iniciativa. Sin embargo, no toda Europa acompaña el impulso. Alemania, fuerte aliado de Israel, mantiene su rechazo a un reconocimiento unilateral. Berlín sostiene que debe ser “uno de los últimos pasos” hacia la solución de dos Estados.
La decisión británica podría estar orientada también a influir en la política exterior de Estados Unidos.
El experto en Medio Oriente Yossi Mekelberg, del think tank Chatham House, fue claro: “El reconocimiento británico o francés no convierte automáticamente a Palestina en un Estado reconocido. Para eso, hace falta una resolución del Consejo de Seguridad, y eso hoy no parece posible”.