En el corazón de Culiacán, en el estado mexicano de Sinaloa, un mecánico de día y empaquetador de drogas de noche de 58 años, trabaja con precisión extrema para ocultar fentanilo dentro de vehículos que cruzan la frontera hacia Estados Unidos. El paquete mortal es envuelto en papel carbón para evadir rayos X, cubierto con aluminio rociado con una sustancia olorosa a cloro para despistar a los perros entrenados y cuidadosamente escondido en compartimentos secretos fabricados a medida dentro de puertas, tanques de gasolina, motores o carrocerías de autos comunes.
Este método es solo una parte de una compleja coreografía criminal. El Cártel de Sinaloa, reconocido mundialmente como una organización narcotraficante temible, enfrenta agresivas ofensivas del gobierno mexicano y el estadounidense. Esto, bajo la medida de Donald Trump de erradicar el tráfico de fentanilo. El presidente norteamericano ordenó al Pentágono que utilice la fuerza militar contra los cárteles que su gobierno considera que son organizaciones terroristas.
Por su parte, México desplegó cientos de soldados para combatir al Cártel de Sinaloa.
A pesar de la presión, el cártel no abandona el negocio, sino que se adapta. Diseña envíos más pequeños, vuelos más lentos y rutas variadas para evitar la detección. Además, crea alianzas temporales con antiguos rivales.
En Estados Unidos, el fentanilo generó una crisis de adicción. Más del 70% de las muertes por sobredosis en el país están relacionadas con opioides, siendo el éste el principal responsable. Cabe destacar que puede ser hasta 100 veces más fuerte que la morfina.

Cómo es el tráfico de fentanilo en Norteamérica
The New York Times entrevistó a cinco operadores del cártel bajo condición de anonimato. A través de sus respuestas, el medio reconstruyó un viaje de contrabando.
Durante la operación, un conductor alterna entre autopistas y caminos rurales para evitar controles policiales y militares, varios de los cuales son sorteados pagando sobornos previamente pactados. Una red de vigías, conocidos como halcones, avisa de cambios inesperados, puntos de control nuevos o cualquier anomalía, asegurando la seguridad del transporte hasta llegar a la frontera.
Los cárteles suelen utilizar coches de tamaño mediano, tipo Honda, Nissan o Toyota, ya que cuanto más normal es el vehículo, más probable es que pase desapercibido, dijo el mecánico. Nunca utiliza el mismo método de ocultación dos veces, dijo, sino que varía según el automóvil y la cantidad de contrabando.
Además, explicó que “a veces lo colocamos (al fentanilo) en la parte de tanque de gasolina, a veces en la parte del motor, o en la carrocería”.
En puntos estratégicos, agentes fronterizos estadounidenses corruptos cobran altos sobornos para permitir el paso de vehículos cargados con fentanilo en puertos de entrada, como el puerto de Mariposa en Nogales, Arizona. Cuando alguna operación es comprometida, el cártel activa un plan B: redistribuye la carga y vuelve a empaquetarla.
Reportes oficiales de la DEA (Drug Enforcement Administration) señalan que el Cártel de Sinaloa controla prácticamente toda la región fronteriza al sur de Arizona, lo que facilita el acceso a puntos clave de ingreso como San Luis Río Colorado y Nogales.

Nuevos métodos de tráfico
Ante las amenazas que enfrenta, el cártel recurrió a sus abundantes reservas de dinero, redujo su plantilla, movió la producción de fentanilo fuera de su estado de origen, desvió cargamentos hacia Europa y selló una precaria alianza con un viejo adversario.
De acuerdo con los analistas, son acciones desesperadas que, al mismo tiempo, evidencian algo más: una organización criminal que, incluso a la defensiva, mantiene su capacidad de adaptación e ingenio.
En este nuevo escenario, la elaboración y el traslado de fentanilo se volvió más lento, peligroso y costoso, relataron cinco miembros del cártel. Los sobornos resultan más caros, los retenes militares se multiplicaron en todo México y la vigilancia de los agentes fronterizos estadounidenses se intensificó.
Pese a ello, los operadores del grupo insisten en que la demanda de fentanilo sigue intacta, a pesar de su vínculo con el alto número de sobredosis anuales.
No todo es tan fácil
El mecánico, cuya propia vida en los bajos fondos de México le había dejado graves heridas de bala, una adicción a la cocaína y una familia destrozada, fue uno de los pocos que expresó remordimiento por sus actos. El fentanilo, dijo, “es la razón de esta maldita guerra en la que han muerto tantas personas, muchas de ellas inocentes, y eso me pesa”.
“Pero yo sí tengo miedo, sí tengo miedo”, añadió, “porque no cualquiera se sale y el que se sale muchas veces es con los pies por delante”.