La ola roja que anunciaba Donald Trump resultó ser más espuma que marea en las elecciones de medio término de los Estados Unidos. La inquietud que trataba de disimular el presidente Joe Biden antes de los comicios, en los que se jugaba demasiado para la segunda mitad de su mandato, ahora se ha trasladado a su contrincante.
El magnate verborrágico ha mantenido un silencio elocuente en las últimas horas, desde que los números en las urnas empezaron a revelar una paridad que contradecía los pronósticos de las encuestas y sus propios deseos, expresados como profecías.
Además, las urnas mostraban datos decididamente adversos para la ideología de los votantes fieles a Trump, como las derrotas republicanas en los estados de Massachusetts y Maryland, cuyos nuevos gobernadores parecen ser las encarnaciones de una ironía del destino dedicada especialmente a la ultraderecha.
En el primer caso, Maura Healey, la primera gobernadora de los Estados Unidos que ha declarado públicamente ser lesbiana. Y en el segundo caso, Wes Moore, el tercer gobernador afroamericano en la historia de ese país.
La lógica del poder de Trump
Sin embargo, en la lógica de Trump, ni los resultados negativos ni la evidencia de que la diversidad racial y de género gana espacio tanto en los poderes ejecutivos como legislativos de su país son el verdadero problema para él. En una y en otra cuestión ha mostrado que sus posiciones son maquiavélicamente flexibles.
No tiene principios, tiene fines. El asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 es una prueba irrefutable de esa filosofía del poder.
Justamente, como de poder se trata, lo que más le preocupa no viene de afuera del Partido Republicano sino de adentro. Tiene nombre y apellido: Ron DeSantis. Fue reelegido por abrumadora mayoría como gobernador de Florida, y los politólogos estadounidenses ya están diciendo que ese cargo le queda chico.
Trump, quien vota en Florida, lo apoyó en las internas partidarias, pero el martes mismo, en el día de las elecciones, esa palmada en la nuca se reveló como una amenaza de cortarle la cabeza si DeSantis tenía la remota ilusión de enfrentarlo en las primarias prepresidenciales de 2024.
Las amenazas de Trump a Ron DeSantis
En una entrevista con Fox News Digital, citada por CNN, Trump le sugirió al gobernador de Florida que no se postulara para candidato a presidente y lanzó una amenaza en absoluto velada: “Te diría cosas sobre él que no serán muy halagadoras, sé más sobre él que nadie, aparte de, quizás, su esposa”.
Más allá de la seriedad de las advertencias, lo cierto es que DeSantis tiene todo para enfrentar a Trump: consiguió salir indemne de los estragos de la pandemia, pese a haber militado en contra de la obligatoriedad de las vacunas, es joven, posee carisma, y para esta última campaña recaudó nada menos que 200 millones de dólares, de los cuales, según el sitio Político, aún le quedan 90 millones en el banco.
Ya antes del primer round, el magnate lo bautizó Ron DeSantimonium (Ron el Santurrón) y se atribuyó todo su éxito, dado que considera determinante para la carrera política de DeSantis el apoyo que le concedió en las primarias de 2018, lo que lo elevaría a la categoría de padre político del gobernador de Florida. “Él no iba a ser capaz ni siquiera de figurar en la contienda, y tan pronto como lo respaldé, la competencia había terminado”, dijo Trump a NewsNation.
Pero ya se sabe que en política el parricidio es el crimen más frecuente.
