En los últimos años, los analistas internacionales venían contemplando el nuevo fenómeno político de América latina: el giro hacia la izquierda de los electorados.
Las victorias de Lula da Silva sobre Jair Bolsonaro en Brasil y de Gustavo Petro en Colombia, ambas en 2022, y la de Gabriel Boric en Chile, un año antes, parecían presagiar una nueva etapa para el resurgimiento de los seguidores del mito de la “Patria grande”.
Felicitaciones y lamentos
Pero el domingo esas expectativas quedaron parcialmente truncas con la contundente victoria de Javier Milei, político al que en muchos medios internacionales todavía se lo sigue presentando como exponente de la ultraderecha.
Las felicitaciones que obtuvo horas después de su victoria provenientes de líderes como Donald Trump y el mismo Jair Bolsonaro, parecieron darle la bienvenida al grupo de amigos latinoamericanos derechistas.
Además, Milei invitó al exmandatario de Brasil, Jair Bolsonaro, a la ceremonia de su asunción como presidente, el próximo 10 de diciembre.
“Para mí sería un honor enorme, sería algo hermoso”, le dijo Milei al expresidente en una videollamada en la cual también participó Eduardo Bolsonaro.
“Ha ganado la extrema derecha en Argentina”, se lamentó, por contrapartida, el presidente colombiano Petro, que en la última semana se había expresado abiertamente a favor del candidato peronista Sergio Massa. Lo mismo habían hecho el mandatario mexicano Andrés López Obrador, el brasileño Lula da Silva, el español Pedro Sánchez y el expresidente uruguayo José Mujica.
En un paper publicado en abril de este año, los politólogos Andrés Malamud y Rogelio Núñez Castellano, titulado Claves electorales en América Latina en 2023, plantearon como pregunta principal si el subcontinente extendería esta nueva “marea rosa” socialista o, por el contrario, se impondría el voto castigo a los oficialismos.
El mismo Malamud, en un artículo publicado el lunes en La Nación resaltó que “desde 2018 hubo en la región 23 elecciones presidenciales: en 12 ganó la izquierda y en 11 la derecha”. Pero, agregó el analista, “lo más significativo es que en 20 países ganó la oposición, y sólo en tres reeligió el oficialismo”.
“Los sudamericanos no están votando para imponer una ideología sino para deshacerse de sus gobernantes. Milei lo entendió bien al vociferar contra la casta: es eso, y no un fantasmagórico comunismo, lo que los argentinos rechazaron”, ahondó.
A favor de las oposiciones
Viendo las 33 elecciones nacionales realizadas en América Latina desde 2015, se comprueba que solamente en nueve elecciones el triunfo correspondió a los oficialismos.
En estos ocho años hubo triunfos oficialistas en elecciones presidenciales o legislativas en República Dominicana, Nicaragua, Honduras, Venezuela, Costa Rica, dos veces en Paraguay, y en Nicaragua. Hubo además una victoria oficialista en 2017 en Ecuador, pero rápidamente sus líderes pasaron a revistar en la oposición a la administración anterior.
En tanto, desde 2015 en América latina hubo 24 triunfos de la oposición, contando la reciente victoria de Javier Milei en Argentina.
Además del caso argentino, en los últimos años hubo triunfos opositores en Ecuador, donde en 2023 se impuso en las presidenciales el derechista Daniel Noboa; en Brasil, donde en 2022 ganó Lula da Silva, desbancando al oficialismo; y en Colombia, Costa Rica, Chile, Guatemala, entre varios otros países.
La última ola de gobiernos de izquierda en América latina ocurrió en 1998, cuando se produjo una seguidilla de victorias electorales de candidatos izquierdistas.
La etapa empezó con un triunfo de Hugo Chávez en Venezuela, y fue seguida por los triunfos de centroizquierda encabezados por Fernando de la Rúa en Argentina y de Fernando Cardoso en Brasil. También eligieron gobiernos con tendencia de izquierda países como El Salvador, Paraguay, Uruguay, Ecuador y Nicaragua.
Esa ola fue la reacción a la tendencia de gobiernos neoliberales que dominaron la región en los años ‘90, y que en Argentina estuvieron representados por las dos presidencias consecutivas de Carlos Saúl Menem.
