El expríncipe Andrés, ahora llamado Andrew Mountbatten-Windsor tras haber perdido sus títulos de duque de York y su tratamiento de “alteza real” por sus vínculos con el magnate pedófilo Jeffrey Epstein, fue citado para declarar sobre esa misma causa ante el Congreso de Estados Unidos.
Se trató de una citación del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, cuyos miembros demócratas le enviaron una carta formal en la que afirmaron que el hijo del rey Carlos III podría aportar información clave sobre los cómplices y facilitadores de los delitos de Epstein.
El congresista Robert García, principal referente demócrata del comité, fue contundente: “Los hombres ricos y poderosos han eludido a la Justicia durante demasiado tiempo. Ahora, el expríncipe Andrés tiene la oportunidad de confesar y brindar justicia a las víctimas”.
Pese a la gravedad institucional de la citación, Andrés no estaba obligado a viajar a Washington.
Podrá responder desde el Reino Unido, ya sea mediante un cuestionario escrito, una declaración asistida por sus abogados o a través de mecanismos de cooperación judicial con la Justicia británica.
El cuestionario, que aún no trascendió públicamente, se concentraría en sus vínculos personales con Epstein y en lo que pudiera conocer sobre la red de contactos y protección que rodeó al financista hasta su muerte en una cárcel de Nueva York.
Más presión tras las memorias de Virginia Giuffre
La citación del Congreso se produjo en un contexto de renovado escrutinio sobre el exmiembro de la familia real, marcado por la publicación de las memorias póstumas de Virginia Giuffre, una de las víctimas más conocidas del caso Epstein, que describió tres encuentros con Andrés.
El expríncipe negó haber cometido delitos y expresó su arrepentimiento por su relación con Epstein, pero su situación pública y privada se deterioró de forma constante.
Además de perder honores militares y patrocinio institucional, debió abandonar el Royal Lodge, la mansión de 30 habitaciones cercana al Castillo de Windsor donde vivió durante más de dos décadas.
La combinación de nuevos testimonios, presión mediática y pedidos de justicia reactivó las demandas de que Andrés rindiera cuentas no sólo ante tribunales civiles, sino también ante instancias políticas como el Congreso estadounidense.
El rey le quitó formalmente el título de príncipe
Previo a la citación del Congreso, el rey Carlos III profundizó el distanciamiento institucional. A través de cartas patentes reales, se oficializó que Andrew ya no tendría derecho a usar el título de príncipe ni el tratamiento de “alteza real”.
El documento, publicado por la Oficina de la Corona en The Gazette, estableció:
“El rey ha tenido a bien, mediante patentes reales bajo el Gran Sello del Reino, de fecha 3 de noviembre de 2025, declarar que Andrew Mountbatten-Windsor ya no tendrá derecho a ostentar ni a disfrutar del tratamiento, título o atributo de ‘alteza real’ ni de la dignidad titular de ‘príncipe’”.
Las cartas patentes son instrumentos legales con los que el monarca expresa formalmente su voluntad, usualmente siguiendo el consejo de sus ministros.
En este caso, la decisión respondió a la creciente controversia por los vínculos del expríncipe con Epstein y por el impacto de ese escándalo sobre la imagen de la corona.
Con la pérdida de sus títulos, con el alejamiento de sus funciones públicas y ahora con la citación del Congreso de Estados Unidos, Andrés quedó en una situación de máximo aislamiento institucional y bajo una presión judicial y política que promete seguir creciendo.




























