“Si se blanquea la alianza que tiene el eje autocrático formado por Rusia y China con asociados como Bielorrusia, Irán, Corea del Norte, Venezuela y Nicaragua, en simultáneo con una respuesta consensuada y conjunta de Occidente, tendríamos un conflicto global”, asegura el periodista y escritor Ignacio Montes de Oca en diálogo con La Voz. Especializado en temas internacionales y conflictos bélicos, Montes de Oca tiene una larga trayectoria como documentalista para señales como The History Channel, National Geographic y Discovery Channel, experiencia que le permite tener una mirada muy aguda sobre el complejo tablero geopolítico contemporáneo.
–¿Es posible pensar en un conflicto mundial que involucre armas no convencionales?
–Cualquier conflicto global implica la posibilidad de uso de armas nucleares, pero ese escenario es de muy baja probabilidad. Bastarían unos cientos de ojivas atómicas para terminar con la forma de vida que tenemos hoy y eso incluye la destrucción completa de cualquiera de los países que se involucraran en un intercambio nuclear. Hay que señalar, en este sentido, que si se volviera a usar un arma nuclear habría una respuesta, el ejemplo de Hiroshima ya no es válido porque hoy son muchos los países que tienen armas atómicas, mientras que en aquel momento no había respuesta nuclear posible.
–¿Qué escenario ve factible, entonces?
–Lo más probable es que, como en la Guerra Fría, los grandes contendientes se peleen a través de terceros, o en conflictos de la periferia de tipo convencional. Hoy Europa y en cierta manera Estados Unidos disputan el terreno estratégico europeo con Rusia a través de Ucrania, de la misma manera que Rusia y China disputan, con el apoyo de Irán, el territorio de Medio Oriente, aunque en este caso los rusos van perdiendo posiciones, como ya les pasó en Siria. Si Rusia es el gran aliado de Irán y China su gran financista, comprando el 90 por ciento del petróleo que venden los iraníes, sin dudas que Hamas, Hezbolá, los hutíes, la Jihad Islámica o cualquiera de los grupos vinculados a Irán están también financiados o apoyados secundariamente por Rusia.
–¿Cómo afectaría un conflicto global a la economía mundial y la estabilidad social?
–El mundo ya está afectado, cualquier desequilibrio afecta al conjunto de países. Cuando comenzó la invasión rusa a Ucrania, la agencia dedicada a asuntos alimentarios de las Naciones Unidas (FAO), registró un aumento global en el precio de los alimentos hasta el 17,9 por ciento. El precio del petróleo, que hoy está en 60 dólares por barril, llegó a los 100. Cualquier conflicto hoy tiene consecuencias económicas y sociales en cualquier país del mundo sin importar lo aislado que esté, porque finalmente todos necesitan comerciar para satisfacer sus propias carencias.
Latinoamérica, lejos de todo
–¿Qué impacto tendría específicamente en Latinoamérica un conflicto global a gran escala?
–Latinoamérica es una región que puede ser desafortunada en términos políticos y de desarrollo, siempre está por detrás, quizás compitiendo en el último puesto con África, pero frente a un conflicto global tiene la ventaja de estar en un hemisferio alejado, además de no tener contendientes que estén formando parte activa de ninguno de los bandos. Asimismo, es una de las regiones más desmilitarizadas que existen en el mundo. En otros términos, nuestra marginalidad de alguna manera nos protege de los efectos por lo menos militares de una guerra global. Por supuesto hay casos puntuales, como la base que tiene China en Argentina o la presencia de barcos de guerra de Estados Unidos en el canal de Panamá, como así también bases de Rusia y de China en Cuba, pero son elementos muy puntuales, nuestra región no es parte del tablero donde se juega la hegemonía futura del mundo.
–En los últimos días perdió presencia en la agenda internacional el conflicto entre Israel e Irán. ¿Los bombardeos contra las instalaciones nucleares y militares de Teherán realmente terminaron con su potencial bélico?
–Los bombardeos a Isfahán y Fordow fueron espectaculares en términos de imagen, pero la Organización Internacional de Energía Atómica (Oiea) no encontró rastros de radiación que corroboren que las bombas alcanzaron a los 406 kilogramos de uranio enriquecido al 60 por ciento en poder de Irán. Nadie tiene la certeza de lo que sucedió con ese material excepto los iraníes y sus socios, por lo tanto no se puede decir que el poder nuclear iraní está terminado, cuanto mucho se aplazó un poco el desarrollo de un arma atómica por parte del régimen islámico para establecer una paridad estratégica con Israel.
–Ahora Israel manda en Medio Oriente. ¿Qué representa en este momento esa supremacía para países de la región como Siria, Yemen y Líbano?
–Israel es la potencia militar rectora de Medio Oriente. Tenía un contrapeso con Irán, pero el régimen islámico ha salido derrotado en Gaza, en el sur del Líbano, en Siria cuando cayó Al Assad. Y si los israelíes tuvieron una victoria completa contra Irán y sus proxys, entonces no hay forma de que los gobiernos de la región puedan planificar un plan estratégico sin considerar lo que podría hacer Tel Aviv sin consultarles. Esto significa que Israel ha conseguido la hegemonía militar, pero para recuperar su comercio, su economía, dependerá mucho más de Occidente, que hoy le está pidiendo que frene su operación de demolición de Gaza.
Plan delirante
–Si finalmente Israel decide quedarse con la Franja de Gaza, ¿qué pasará con los palestinos que habitan ese territorio?
–Los palestinos que habitan Gaza son dos millones y no hay forma de moverlos. Hubo un plan bastante delirante para obligarlos a exiliarse, se habló de Egipto, de Jordania, inclusive de algunas zonas como Somalilandia, en la costa africana del Mar Rojo, pero eso es imposible. Si Israel quisiera apropiarse de Gaza, tendría que hacer ciudadanos a esos millones de palestinos y sumarlos a los casi dos millones de árabes que viven en su sociedad, lo que implicaría aumentar su población de 10 millones a 12 millones. Si se sumaran los tres millones de palestinos de Cisjordania, el cuarenta por ciento de los habitantes del nuevo Israel o Gran Israel serían palestinos o árabes.
–¿Qué significa el cambio de posición de Trump respecto a la guerra entre Rusia y Ucrania y qué derivaciones podría tener su enfrentamiento con Vladimir Putin?
–Trump es un oportunista que razona con las convicciones de un apostador. Ahora se dio cuenta de que finalmente Rusia no puede ganar la guerra y de que personalmente no va a ganar ningún premio Nobel de la Paz, porque Putin no quiere frenar su avance hasta terminar de conquistar por lo menos las cuatro regiones de Ucrania que se anexó en septiembre de 2022. Trump además advirtió que, con el apoyo a Rusia, estaba perdiendo el respaldo de sus aliados tradicionales, que necesita para un eventual enfrentamiento con China.