El Parlamento italiano ha dado luz verde a una ley que limita la concesión de la nacionalidad a los descendientes de italianos que residen en el extranjero, una medida impulsada por el Gobierno de Giorgia Meloni para frenar la “avalancha” de solicitudes, particularmente significativa en Sudamérica.
La ley, que nació como un decreto-ley en marzo y fue convalidada definitivamente por el Parlamento el martes 20 de mayo, modifica la aplicación del principio de ‘Ius Sanguinis’ (derecho de sangre), que hasta ahora permitía a muchas personas extranjeras reclamar la nacionalidad italiana basándose en su filiación con antiguos emigrantes.
¿Qué cambia con la nueva ley?
- Limitación Generacional: Ahora solo se concederá la nacionalidad si el solicitante tiene un progenitor (biológico o adoptivo) o un abuelo nacido en Italia.
- Requisito de Residencia: Se introduce una condición adicional: si el padre o madre del solicitante nacieron en el extranjero, deben haber residido “al menos durante dos años consecutivos” en Italia antes del nacimiento del solicitante.
El vicepresidente y ministro de Exteriores italiano, Antonio Tajani, impulsor de la medida, explicó que las solicitudes de nacionalidad se han multiplicado, a menudo basadas en antepasados muy remotos. Este fenómeno es “particularmente significativo” en Sudamérica, debido a los grandes flujos migratorios italianos de finales del siglo XIX y tras la Segunda Guerra Mundial.
Las autoridades italianas señalan que los “italianos en el extranjero” han crecido un 40% en la última década, pasando de 4,6 a 6,4 millones, con un incremento notable en Sudamérica (de 800.000 a más de dos millones en 20 años, especialmente en Argentina, Brasil y Venezuela). Se ha mencionado incluso la proliferación de anuncios que prometen obtener la nacionalidad con la promesa de “salida laboral inmediata”, destacando las “ventajas significativas” que implica el pasaporte italiano, como la posibilidad de residir y trabajar libremente en cualquier país de la Unión Europea.
La ley fue convalidada en la Cámara de los Diputados con 137 votos a favor, 83 en contra y 2 abstenciones, tras haber recibido previamente el sí del Senado. La medida generó un intenso debate parlamentario, siendo defendida por los partidos de la coalición de gobierno (Hermanos de Italia, Forza Italia y la Liga) y criticada duramente por la oposición, que recordó que la emigración es un rasgo histórico de la identidad italiana.
Un diputado oficialista argumentó que “La cultura y la identidad no son complementos o una llave maestra para beneficiarse de la sanidad, el empleo o las pensiones”, mientras que la oposición señaló que la ‘italianidad’ puede hallarse en la lengua y tradiciones de países como Brasil o Argentina.