El Escuadrón de Entrenamiento de la Fuerza Marítima de Autodefensa del Japón arribará el sábado próximo al puerto de Buenos Aires, en el marco de su 75° viaje de instrucción internacional. La flotilla, integrada por los buques Kashima y Shimakaze, suma más de 570 tripulantes, entre ellos 200 oficiales subalternos recién egresados.
El Kashima fue botado en 1994 y está diseñado para instruir a oficiales recién egresados mientras que el Shimakaze es un destructor lanzamisiles clase Hatakaze, comisionado en 1988.
Ambos navíos de entrenamiento son escoltas de la Fuerza Marítima de Autodefensa del Japón.

Bajo el mando del contraalmirante Hiroshi Watanabe, la travesía se extiende 153 días, con escalas en 11 puertos de América y Japón, y busca completar la formación práctica de los futuros oficiales, fortaleciendo al mismo tiempo los lazos bilaterales.
La agenda en la ciudad incluirá actividades culturales y protocolares, además de propuestas abiertas al público. El domingo venidero, de 15.30 a 17, el Jardín Japonés será escenario de un espectáculo gratuito con la banda sinfónica de los buques, tambores japoneses (wadaiko) y demostraciones de yudo, kendo e iaido.
Ese mismo día, de 14.30 a 18, y el martes 19 en dos turnos, se podrá visitar de manera gratuita el interior de los buques en la Dársena Norte del Apostadero Naval. El acceso será por orden de llegada, sin acreditación previa, y se suspenderá en caso de lluvia.

Esta es la tercera vez en la última década que el escuadrón nipón recala en Argentina. La visita coincide con los 127 años de relaciones diplomáticas entre ambos países, un vínculo que combina cooperación económica, intercambio cultural y colaboración en materia de seguridad marítima.
Lazos históricos
La inminente llegada a Argentina del escuadrón japonés trae a la memoria un capítulo poco recordado de la relación bilateral.
El 7 de enero de 1904, en el puerto de Génova, autoridades argentinas entregaron a Japón los acorazados Moreno y Rivadavia, adquiridos originalmente por el gobierno de Julio Argentino Roca. La cesión respondió a la urgencia de la potencia asiática, que se preparaba para una guerra inminente -y finalmente victoriosa- contra Rusia.
Las relaciones diplomáticas entre ambos países eran recientes: el primer inmigrante japonés había llegado en 1886; en 1898 se firmó en Washington el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación; y en 1901 se establecieron formalmente los vínculos diplomáticos.
En aquel contexto, la Argentina y Chile estuvieron al borde de un conflicto armado, evitado por los “pactos de mayo” de 1902. En paralelo, Japón y Rusia competían por el dominio en el Pacífico Norte. El Reino Unido, interesado en frenar la entrega de armamento a Chile y Brasil, facilitó que los acorazados argentinos fueran transferidos a Japón.
Hoy, más de un siglo después, la cooperación marítima y el intercambio cultural fortalecen una relación que nació en tiempos de tensiones globales.