A favor: Digna de su propia historia
Diego Tabachnik
Black Mirror lo volvió a hacer: justo cuando la saga distópica creada por Charlie Brooker había entrado cuanto menos en una meseta, esta temporada recobró parte de su espíritu rupturista, incómodo y peligrosamente posible en sus argumentos a menudo angustiantes.
Es difícil hablar como un conjunto cerrado cuando se trata de seis episodios completamente distintos (y desparejos entre sí) pero claramente que la nota final para toda la temporada debería ser, de mínima, muy buena.
Como en sus mejores épocas, parte del tenebroso encanto de Black Mirror es ubicar la acción en un tiempo futuro por lo general no explicitado, pero con suficientes elementos en común a este tiempo como para imaginar que falta muy poco para que todo lo que ahí veamos pase en la vida real.

De hecho, el comienzo es con una verdadera piña con el capítulo titulado “Gente común”: ahí se entrecruza el padecimiento de pacientes con graves problemas de salud imbuidos bajo la lógica de los sistemas de suscripción. A eso se le suma el exhibicionismo digital como fuente de ingreso: ojo, el link con Only Fans como salida laboral está más cerca de lo que parece.
Pero no todo es oscuridad en esta temporada. De hecho, uno de los mejores episodios es “Apología”, que lo tiene al genial Paul Giamatti repasando una vieja historia de amor. Y aquí se da otro mecanismo interesante, que es el cruce futurista con tecnología analógica. Es apasionante cómo el personaje se sumerge en una vieja historia de amor de su pasado a partir de ver viejas fotos impresas en papel.
El amor (por el cine) también está presente en el capítulo titulado “Hotel Reverie”, otra vez con un viaje al pasado. En este caso, un viejo clásico del cine es reinventado usando Inteligencia Artificial.
Otro guiño a tecnologías antiguas está en “Juego”, con un programador gamer obsesionado con las criaturas digitales.
“Béte Noire” se mete con las posibilidades de la mecánica cuántica y “USS Callister: infinito” completa una vieja historia (quizás en el capítulo menos impactante).
Es verdad que este Black Mirror no tiene el impacto de las primeras temporadas, pero es igual de cierto que volvió a estar a la altura de su mito.
En contra : Recurso agotado
Nicolás Lencinas
Black Mirror emergió como una serie innovadora, crítica, deslumbrante y distópica. Todo lo que sucedía en los episodios generaba una incomodidad y una catarata de pensamientos reflexivos que incluso te dejaban varios días tecleando.
Con el correr de las temporadas, esa llama se fue apagando y ahora presenciamos una suerte de vagancia creativa por parte de los showrunners.
En la temporada 7 se apostó por la continuidad de algunas historias (como la secuela de USS Callister y el regreso del protagonista de “Bandersnatch"), y también por recursos ya utilizados. El repaso de la vida en Apología es similar a “Toda tu historia” y “Blanca Navidad”, y en “Una pareja cualquiera” se reutilizan elementos vistos en el clásico "San Junípero".
Sí, cada capítulo mantiene su impronta filosófica al analizar la irrupción de la tecnología (en la medicina neurológica o en la inteligencia artificial al servicio del cine, por ejemplo), pero los episodios se presentan cada vez más “pochocleros”, si se me permite el término.
La virtud de las temporadas anteriores radicaba justamente en eso: en presentar varias aristas y capas dentro de un episodio, que el espectador podía seguir desgranando con el correr de las horas, los días e incluso las semanas.
Ahora, en cambio, los capítulos no dejan mucho más que un buen rato frente al televisor. “Bête Noire” es disfrutable, "Hotel Riverie" muestra una buena historia de amor con una IA... y nada más. Los episodios anteriormente mencionados también terminan apenas se apaga el contador de minutos de Netflix.
Curiosamente, en un video promocional difundido por la plataforma de streaming, les consultaron a los actores de esta temporada por sus episodios favoritos. Paul Giamatti, Rashida Jones, Cristin Milioti y demás protagonistas seleccionaron "Cállate y baila", “Hang the DJ” e "Himno Nacional", respectivamente. Claro que se trata de capítulos de las primeras temporadas.¿Un presidente en una situación íntima con un chancho? ¿Un simulador de citas tan real como el Tinder de nuestros días? ¿Un grupo extorsionador que maneja los secretos más profundos de tus dispositivos? Las ideas fueron geniales.
Black Mirror perdió esa chispa arrolladora y solo nos queda disfrutar nostálgicamente de una gran idea que, lamentablemente, se agotó.