Kennys Palacios, el estilista y maquillador de Wanda Nara, abrió una faceta poco conocida de su vida al revelar cuál fue el trabajo “más extraño” que tuvo durante su adolescencia.
Según contó en El ejército de la mañana, el programa de Bondi Live, fue verdulero por apenas dos o tres días. Además, relató cómo esa breve experiencia lo terminó acercando a su vocación definitiva.
“Fui verdulero”, respondió sin vueltas cuando le preguntaron por ese empleo. Luego, explicó: “Fue un poco más por castigo, porque no quería estudiar y me mandaron a trabajar”. Sin embargo, la experiencia lo marcó profundamente.
Durante la charla, Kennys se sinceró sobre la exigencia que implicaba trabajar en una verdulería, especialmente a una edad tan temprana. “No es por menospreciar el laburo de nadie. Es un laburo muy fuerte, muy duro”, remarcó.
“Me tenía que levantar a las tres y pico de la mañana e ir al mercado de Beccar. ¡No se imaginan lo que era yo en el mercado con la bolsa de papá al hombro!”, continuó.
“Estuve cargando las bolsas de papas así tres días. Hasta que dije ‘no, esto no es para mí’. Y comencé a buscar qué estudiar”, afirmó sobre el momento en que decidió cambiar el rumbo.
El sueño de estudiar y la búsqueda de un camino
Tras dejar la verdulería, Kennys quiso retomar los estudios, aunque no fue fácil. “Quise estudiar relaciones públicas, pero en ese momento era caro. Te estoy hablando muchos años atrás en que la cuota era como mil pesos. Costaba un huevo de guita”, rememoró..
Después de evaluar distintas alternativas, eligió un camino que, sin saberlo, lo llevaría a convertirse en uno de los estilistas más reconocidos del país. “Creo que siempre me gustó porque mi abuela fue peluquera de joven y yo creo que mamé eso”, explicó.
En Casino Resort, el ciclo de entrevistas del Pollo Álvarez para Infobae, profundizó en la influencia de su abuela Julia.
“Mi abuela Julia, que la amo y ya no está, fue peluquera. Ella tuvo que dejar porque el marido no la dejó ejercer su profesión. Eran otros tiempos… Ella fue la que me apoyó y me compró el primer secador. Fue la que me dijo: ‘Hijo, si te gusta, hacelo’. Y lo hice”, recordó, emocionado.
Kennys también repasó cuánto le costó abrirse camino en el mundo de la peluquería. “La verdad que me costó, como todo. En mi curso había 40 o 50 chicos que querían ser peluqueros y de esos 50 quedé yo”, dijo.
“Me he ido llorando de las peluquerías porque al principio ser el que lavaba la cabeza es lo peor. A las viejas les llegabas a mojar un poquito en la remera o el suéter y te hacían un escándalo… Un poco más y pedían tu cabeza”, recordó.
Pero fueron sus compañeros quienes lo impulsaron a no rendirse: “Sos muy bueno en lo que hacés, creétela, tenés que tener fe”, le repetían.
“Así me la fui creyendo y Leo Paparella, el dueño, fue creyendo en mí y me comenzó a mandar a desfiles, a eventos, a canales. Y así, poco a poco, me fui abriendo”, cerró, contento con su presente.























