Probablemente muchos lo hayan conocido a partir de una zapada de proporciones épicas en Un Poco de Ruido. Otros tantos ya lo tendrán de alguno de los tantísimos bailes que Q’ Lokura ha dado en los últimos dos años. El nombre, y el protagonista, son el mismo. Señoras y señores, abran paso a Valentín Bisconti, el acordeonista que toca como si se estuviera acabando el mundo.
En la previa de una presentación histórica para el grupo cuartetero liderado por Nicolás Sattler y Facundo “Chino” Herrera, La Voz tuvo acceso a uno de los últimos ensayos de la banda antes del multitudinario espectáculo que dará en el playón norte en el estadio Kempes.
Allí, Bisconti es parte de una puesta a punto fina en detalles, que intenta dejar todo listo para una noche histórica. En un parate, este joven de 21 años oriundo de Calchín cuenta cómo se dio su acercamiento al instrumento que lo hizo famoso y repasa cómo fue el momento que le dio una exposición impensada para él.
El acordeón que da sed
“Lamentablemente le he dado sed a mucha gente. No estaba pensado en todo lo que venimos haciendo y bueno, pasó eso ahí en Buenos aires y la verdad que fue una locura”, asegura este coterráneo y compinche del futbolista Julián Álvarez. Se refiere a su viralización a partir de la participación de Q’ Lokura en Un Poco de Ruido.
En ese canal de streaming, el acordeonista tuvo una actuación brillante, normal para quienes conocen a la banda. Sin embargo, el contexto y la euforia promovida por los integrantes del ciclo de streaming musical hicieron el resto. Las melodías tocadas por Bisconti y su manera de interpretar el instrumento atravesaron la pantalla y contagiaron a miles de internautas y seguidores de Pinky SD y compañía.
En el video subido a YouTube, los comentarios son elocuentes. La inmensa mayoría de los más de 1.500 mensajes destacan la presencia de la banda en el programa y la química con los responsables del ciclo, pero el favorito por escándalo es Bisconti.
“Esa acordeón es un exceso de oooaaaa”, “Escuchando ese acordeón ni apoyé la cerveza en la mesa y se destapó sola, dios mío, es mágico”, “Me hice el show y van mis respetos al acordeón a piano: ‘¿cuál sigue?, cuál sigue?’, desesperado, un genio, un laburante, un campeón. Felicitaciones para el pibe, por su edad, y ya es un maestro”, “El acordeonista un show aparte”, “Amigo, el del acordeón dijo ‘hoy es mi día para dejar plasmado mi arte en un video’. Se siente cada tema mucho más intenso por el acordeón, uff, genio total”, son algunos de los comentarios que pueden leerse debajo de ese video.
“Fue un antes y un después”, dice Bisconti cuando se le menciona lo ocurrido esa noche. “Fuimos con la imaginación de hacer el streaming para vender la fecha del Movistar Arena y bueno, pasó que después de que terminó, a los días se viralizó el video con mi solo”, apunta.
Amor por la música
Algo que destacan muchos de los comentarios de YouTube es el contagio que genera Bisconti con su forma de tocar y de sentir el cuarteto y su instrumento.
“Hace de muy chico que vengo con esto de la música”, reconoce él. “Arranqué a los 5 años, con la batería, a los 9 me interesó el piano y ahí ya vino el acordeón. Mi abuelo tocaba el bandoneón, mi viejo empezó a aprender acordeón, entonces dije ‘¿por qué no?’. Y bueno, agarré el piano, hice una pista, y mi viejo llegó un día del trabajo y escuchó que estaban sonando las dos cosas. Ni se imaginaba que yo tocaba”, recuerda sobre sus primeros pasos con el clásico vals La vestido celeste.
Y en toda esta historia, ¿cuándo entra el cuarteto? Bisconti cuenta que, gracias a las redes sociales, también le llegó la posibilidad de instalarse en la capital provincial para tocar música. Pero no fue cuarteto su puerta de entrada. “Llegó un mensaje de una banda de acá de Córdoba, era de cumbia, así que me vine a probar suerte. Estuve dos años, se desarmó esa banda y empecé a trabajar con productoras de cuarteto”, relata.
“Hemos andado en Chipote, Tyago Griffo, haciendo reemplazos, tuve un tiempito, unos bailes, con Ulises, con Trulalá. Y hace dos años que ya estamos acá en Q’ Lokura disfrutando, metiéndole mucha pasión. Esto es un arte y esa pasión se demuestra después en el toque, en el instrumento y en todo lo que uno hace por esto”, cierra Valentín antes de improvisar otra melodía endiablada. Y allí, una nueva comprobación: empieza a tocar y la sed aparece casi como por arte de magia.
