El show de Paul McCartney en Córdoba todavía resuena en la memoria y los corazones de las más de 40 mil personas que vieron al músico británico el miércoles pasado en el estadio Mario Alberto Kempes.
El concierto del ex-Beatle reunió a una multitud compuesta por un crisol de generaciones que se dieron cita para ver a uno de los artistas más importantes de la historia de la música pop a nivel mundial.
Y, en medio de ese público ávido de encontrarse con las canciones de Paul y de sus diferentes proyectos, más de una historia increíble se escuchó en una previa que tuvo color y mucho pero mucho amor por la música de cuatro jóvenes de Liverpool que, más de 60 años atrás, cambiaron el mundo para siempre.
Un pedazo de historia del sonido
Entre los presentes en el campo trasero del Kempes, se destacaba Sergio “Turco Saba” Chapur, histórico ingeniero de sonido cordobés que ingresó al estadio con la tarde todavía en su plenitud.
Para él, fue el segundo show del inglés en Córdoba y una nueva oportunidad para compartir una pasión que heredaron sus hijos. Si en 2016 aquel recital lo vivió junto a su hija, en este 2024 se dio el gusto de estar acompañado por su hijo Pablo, ingeniero de sonido de Los Caligaris.
“Yo digo que, después de Dios, viene Paul McCartney”, definió Chapur, que valoró especialmente el encuentro entre diferentes generaciones y épocas que propició el ex-Beatle.
Pero, además, este obrero del audio y referente a nivel nacional e internacional contó que lo consultaron por la posibilidad de que el propio músico inglés visitara su estudio. ¿La razón? Que el técnico conserva como una verdadera reliquia una consola de las que habitaron los estudios de la EMI en Londres, más conocidos con el nombre de la calle en la que se encuentran: Abbey Road.
Chapur no tiene la certeza de que esa consola haya sido usada específicamente por la banda de Liverpool, pero no duda en afirmar que lo que tiene guardado en su estudio de barrio Pueyrredón es un pedazo de historia grande a la hora de hablar de sonido, de tecnología y de música.
“Nadie sabe la historia real de esa mesa. Muchos colegas cuentan que sí estuvo en Abbey Road y sí la usaron, otros no me contestan nada. Tengo un video del año ‘90 en el que un ingeniero amigo mío comenta que esa mesa estuvo allá; yo no tengo la certeza”, explicó Chapur a la hora de contar cómo llegó a sus manos este pedazo de historia de la cultura pop.
Según relata, la compró por “amor al arte” y por su admiración hacia los ingenieros que la fabricaron en un momento en el que los grandes estudios de grabación comenzaron a desprenderse de equipamiento considerado obsoleto.
“Esa mesa sale de EMI Odeón Argentina, cuando cierra. La compré en el ‘92 y la traigo a Córdoba en el ‘96. Nadie apostaba porque, para muchos, era una cosa vieja, esa es la realidad”, comentó. “Vino un ingeniero de Estados Unidos a hacer la recapacitación de la mesa y se arrodilló literalmente frente a la mesa y la besaba. ‘Estoy viendo el comienzo del audio en mi vida’, me decía”, recordó sobre aquella visita.
“Es como manejar un auto de alta gama, pero de otra época”, ilustró Chapur, que asegura que no existen más de cuatro ejemplares en el mundo de esta mesa que se hizo de manera artesanal (“a mano”) y a pedido antes de que Los Beatles grabaran su disco de despedida. “Se empezó en el año ‘67 y tuvo tres años de fabricación, o sea, cable por cable, botón por botón. Esa una cosa inigualable”, aseguró.
Soñar no cuesta nada
“Quería ver la posibilidad de que, aunque sea, me firme un módulo de la mesa”, imaginó el ingeniero sobre un posible contacto con McCartney que fue mediado a través de Gustavo Winter, de La Metro.
Según el sonidista, que respalda su versión con los correspondientes chats de WhatsApp, hubo un acercamiento informal entre el director de la escuela de diseño y comunicación audiovisual y la producción, al punto de que Chapur tuvo que enviar la ubicación del estudio. La compleja logística del músico hizo imposible la visita, pero el intento se hizo.
“Lo que me hubiese gustado es que él se enterara de que eso está aquí después de tantos años, es toda una historia”, añadió luego, más allá de no dejar de soñar.
“Por más que no venga, tengo la grandeza de compartir eso con músicos y colegas nacionales e internacionales que no sabían que eso estaba aquí. Yo no soy de andar presumiendo. Cuando me preguntan, sí, cuento”, cerró, antes de meterse entre el público para encarar la espera final antes del show del año.
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