Este lunes, Silvia Majul presentará en la Feria del Libro Mujeres que inspiraron canciones folklóricas, opúsculo que compila casi 50 historia de mujeres detrás de una composición de raíz nativa.
La cita con la tenas periodista y agente de prensa será a las 20 y en la carpa Susana Cabuchi, donde la acompañarán Juan Iñaki, Mario Díaz, Guadalupe Gómez, Lucas Fernández, Pelado Fundun y Elba Arce.
Antonietta Paule “Nenette” Pepin Fitzpatrick, Carmen Funes, (La Pasto Verde), EulogiaTapia (La Pomeña), Felisa de la Fuente (Zamba de Usted), Leonor Marzano (Madre Baile), Barbarita Cruz (Jujuy mujer), Blanca Carrizo (Pampa del Chañar) y Yolanda Pérez (Zamba de Lozano) son algunas de esas musas cuyas historias Majul reconstruye en el libro. Estos perfiles están “matizados con entrevistas, diálogos y datos nunca antes publicados y que son el resultado de décadas de trabajo junto a los artistas de nuestra música”, según presentación oficial.
Lo del adjetivo “tenaz” asociado al nombre propio Silvia Majul es de lo más pertinente, por cuanto se trata de una comunicadora que en el último tiempo hilvano libros (además de este, La Amanecida: Historia Social de la canción), documentales (El nombrador, sobre la vida y obra de Daniel Toro y Un pueblo hecho canción, una película sobre Ramón Navarro) y un sostenido trabajo como respaldo permanente de artistas autogestionados.
“Es un trabajo que viene escribiéndose, o tejiéndose, a lo largo de mi camino con la música”, comienza Majul en diálogo con La Voz.
“No puedo separar la música de la familia, porque me crié prácticamente sin una y carecí de figuras femeninas, exceptola de mi abuela que fue mi ‘Mammadre’. ‘Mammadre’ dícese de las personas que te maternan. En mi caso, una mujer campesina, llena de fortalezas, que jamás se victimizó”, añade.
“Al contrario, sus escaseces eran el combustible para reinventarse –asegura-. Hace poco me emocioné al escuchar a Trueno decir de su amigo Milo J: ‘Dale un sueño a un pobre y verás lo que será’. Bueno, haciendo una analogía con mi abuela, a mi vida la pienso en esa frase de Galeano que dice ‘La tragedia no es el destino’. Resumiendo… El libro está dedicado a ella, que me enseñó que podemos venir del barro, estar atravesadas por tragedias y abusos, y aun así reinventarnos y salir a la luz como flor de loto”, completa Majul, quien viene desandando el mundo del folklore (“plagado de hombres”) desde hace 40 años.
“Fui afortunada, nadie me falto el respeto. Pienso que se dio el ‘derecho’ de no verme incomodada por ningún caballero, excepto por dos representantes. En 40 años es nada”, señala.
La primera musa a la que refiere Majul en su libro es Antonietta Paule Pepin Fitzpatrick, la mujer de Atahualpa Yupanqui que firmaba canciones como Pablo del Cerro. Ella fue prueba viviente de abnegación y licuación del ego en beneficio de su hombre. ¿Cómo la analiza con la perspectiva del tiempo? “Nenette quedó el libro no porque Atahualpa Yupanqui le haya hecho una canción”, comienza.
“Sin saberlo, esa tarde de 1993, cuando alguien me preguntó (en el Museo del Cerro Colorado) de quién era el piano y no supe más que decirle ‘De la esposa de Atahualpa que también era música’, tuve vergüenza (sentimiento que es femenino) y tuve curiosidad (que también es femenino). No puedo subestimarla y pensar que ella se casó, como en el caso de Blanca Carrizo (Pampa del Chañar), con un hombre que no quiso… O como María Rogelia Ortiz (Caminito). Incluso creo que esa decisión de obedecer la palabra de tus padres también fue política. Nenette tampoco dijo ‘no es no’ como Merceditas, que prefirió el campo y la vida en libertad”, amplía.
Y luego concluye: “Ellas eligieron seguir ese mandato (y no terminar como Camila) y también por eso las respeto. El caso de la mujer de Yupanqui es como el de Dora Giannoni (Ronda para barrer el patio) pareja de Tejada Gómez. ¿Quién puede juzgarla de ‘miedosa’ por no haber publicado libros mientras estuvo al lado de semejante escritor? Es valiente como Ramonita Bustamante (La sin tierra) que frenó una empresa sojera con su corazón mientras con 40 policías delante suyo gritó ‘dispará, mierda’”.
“Son tan valientes como Una mujer llamada Pablo, al decir de Isabel Lagger, quien tituló así la biografía. Además. ¿Quién me niega que, además de componer, ser una excelente pianista, ser musa de muchos temas de Don Ata y decidir criar un hijo y vivir en el campo, no haya hecho lo que quiso?”
–En el extremo expuesto al de Antonietta Paule está Barbarita Cruz, quien te contesta que no se casó porque no quería ser “esclava” de ningún hombre. Así como te consulté por la supuesta sumisión de la primera lo hago ahora en relación a la independencia de la segunda.
–Esa canción es como como herramienta de lucha cotidiana. Fijate que la letra que nos acercó a Barbarita Cruz habla en un 99% de la añoranza en Jujuy, solo cinco palabras nos acercaron a ella: “Barbarita Cruz sola en Purmamarca”, y cuando escuchás eso te imaginas una mujer sola, triste, tranquila. Pero resulta que llegamos allá y nos encontramos con un huracán, con una precursora en un montón de actividades culturales. Casi que Purmamarca le debe la Plaza de Artesanías a ella. Más o menos como Carmen Funes (La Pasto Verde), que descubrió el petróleo pero que, si no fuese por Berbel, aún seguimos pensando que fueron unos inteligentes extranjeros. Una cosa es la visibilidad de esa enorme mujer llamada Pablo y su “decisión” de estar más en las sombras siendo una gran musa para el “padre” del folklore, pasando su tiempo argentinizándose más que muchos argentinos, y otra, una mujer como Barbarita Cruz, a la que tampoco le importaron las luces y que si no fuese por cinco palabras en una zamba popularizada por Lipán tampoco la conoceríamos.
–Entre las musas también destacás a Leonor Marzano… ¿Alguna vez subestimaste al cuarteto o no le diste entidad folklórica?
–Si hubiese nacido en estos tiempos, Leonor sería reconocida como Nina Simone, la misma Martha Argerich o Hilda Herrera. Para mí fue una genia desde lo musical. ¿Crear un ritmo? ¿Y encima popular? Vuelvo al principio. Para mí, como dice Ricardo Mollo, “la música es una sola”. Si caben dudas de lo que digo preguntémosle a León Gieco si en De Ushuaia a La Quiaca andaba diciendo esto es más popular, esto menos. La música de cuarteto es la música funcional de Córdoba, si no te gusta mudate. ¿Qué diferencia hay entre El Marginal de La Mona y El payador perseguido (Jorge Cafrune), La violencia de Agarrate Catalina, Los dinosaurios de Charly y Guitarra desolada de Carmen Guzmán y Julio Fontana? Que alguien me explique porque no veo diferencias.
Majul apunta que Marzano podría haber estado en el segundo volumen, donde habrá mujeres que no solamente inspiraron canciones (como Mercedes, que al momento del libro encontró casi 10), pero gracias a la Vivi Pozzebón está en el primero”.
“Es una gran musa que las nuevas generaciones deben conocer. Mujer de inagotable creatividad dentro de un ritmo sencillo, mucho trabajo y mucha renuncia a algo que ella capaz hubiese querido estar más presente: su casa, su familia”, sentencia.
–La idea de musas fue puesta en discusión por el feminismo… ¿En algún momento te sentiste condicionada por esta circunstancia?
–Vale la pena remitirnos a los bellos prólogos de la cantora y docente Chiqui Ledesma y de la periodista Aracely Maldonado, en los que investigaron más que yo al respecto. Me certificaron el origen del término, que proviene del griego, que significa canción o poema… y con el tiempo fue mutando y se remitió a la influencia de una persona en la creación artística, intelectual y científica. Nunca lo vi como de género determinado. Es más, creo que mi hijo es “musa de mis entrañas”. Igual, hablé con mujeres estudiosas de la genealogía de la mujer que siempre nos brindan nuevas narrativas históricas de las tradiciones patriarcales y, en esos diálogos, creemos que todo lo que nos lleve a visibilizar una mujer, reconocerla y darle un lugar mejor promueve la justicia social y la igualdad. Como dice mi querida Rita Segato “la lucha de las mujeres no es contra los hombres, sino contra el patriarcado, un sistema político y social fundacional que oprime a toda la humanidad”. Creo que el feminismo de hoy tiene batallas más urgentes como la guerra en Palestina, resguardar los derechos conquistados, pelear por leyes como de universidad pública y salud, que desmantelar una palabra, la bajada de esa palabra y analizarla. El feminismo tiene una mirada macro, de acción más que de resistencia y donde permanentemente busca construir una sociedad más justa, donde se valoren y fortalezcan los vínculos reales y el arraigo de la vida.
Silvia Majul y un momento de plenitud espiritual
–Más allá de pretensiones academicistas, ¿tenés la sensación de que estás acumulando obra que será de consulta y análisis en el futuro?
–En los tiempos en que corren, donde todo pasa vertiginosamente, estoy viviendo un momento de pleno crecimiento espiritual y justamente gracias a la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Terminando la carrera y resignificando muchas palabras que tenía como tatuadas en mi oralidad, frases hegemónicas. En fin… encima las veo replicadas en redes dichas tan livianamente como una etiqueta de “Civilización” en países como Estados Unidos y “Barbarie” en Palestina. Entonces, me preguntó “¿Que pasó para que perdamos el espíritu crítico y vayamos tras la zanahoria?” Ojalá nada de lo que haya hecho hasta ahora quedé como consulta. Ojalá que la vida me de unos años más para editar varias cosas de las que hice. Soy muy exigente con mi trabajo. Ahora estoy entusiasmada porque tengo entendido que es la primera vez que se brindará un taller de “Ser Agente de Prensa” en la historia de la Facultad y hay casi 150 inscriptos, por lo que debe ser cierto. Muy agradecida con la gestión actual y en especial a Pablo Natta, que aceptó el proyecto, y a Pilar Ferreyra, una profe de cuarto de Redacción que me estimuló. Batallo a diario con no perder el espíritu crítico, para no perder la sensibilidad y mucho menos manifestarla, como contarte que estoy muy nerviosa y entusiasmada.
–¿Qué puertas abrió el documental de Daniel Toro? ¿Cuánto tiempo te llevó hacerlo, cuánto dinero te costó?
–Hay diez mil modos de pertenecer a la vida y de luchar por su época”, decía Atonin Artaud. Perdón que te diga tantas frases, pero recuerdo que hasta los 17 años andaba leyendo prólogos que no me costaban nada memorizarlos (la memoria: mi gran capital cultural al decir de los sociólogos). Bueno el tema es que quisiera recordar que una cantora mapuche, la Anahi Mariluan Rayen, me dijo que hace unos años que en el pueblo mapuche hay una palabra para el comunicador: “werken”. Y no se trata específicamente de un oficio sino de un rol/ vocación. Se respeta a quien ha nacido con el poder de decir/ comunicar a muchos. Pocas veces se puede escapar para lo que uno ha nacido. Si no se hace lo que está en la naturaleza de cada uno, se muere. Así fue que un día fui a acompañar a Ramón Navarro e invité a Michu Carrizo (hija de Mariana Carrizo) por entonces cineasta, ahora ya recibida, mi cumpa Eduardo Fisicaro y registramos Un pueblo hecho canción, una película sobre Ramón Navarro. Como a mí no me conocían ni los loros en el Incaa, ahora me conoce la pareja del loro, pedí solo plata de apoyo para post-producción, que en el 2017 eran 50 mil pesos. Y la película costó (siempre en ese momento) 250 mil que saqué de trabajos de prensa.
Majul revela que contó con mucha gente en rodaje y montaje que colaboró. “Cuando estábamos rodando esa peli, la Michu me dijo ‘si tuvieras que hacer otra peli, cuál harías?’ Y dije sin dudarlo ‘Una de Daniel Toro’, ya que Daniel fue el primer artista que comuniqué, hice producción”, expone.
“La de Navarro fue un éxito porque con esa peli-doc abrimos un ‘nicho’, el de bios de músicos folklóricos que no existía. Así que cuando apareció la de Toro hubo una gran expectativa, sobre todo del jurado del Incaa que dijo ‘¿Quién es esta que quiere hacer otra peli tan rápido?’”.
–¿Entonces?
–Fijate que al toque de presentar el guion me hicieron una devolución “irrisoria”. Antes de aprobarla me dijeron cómo haría para contar “por qué Toro se había quedado sin voz en tiempos de dictadura cívico-militar” y “por qué pensaba yo que el folklore igual que el rock”. Claro. En el guión yo contaba el rescate de Miguel Abuelo haciendo folklore y el convite (aún no dije que era Mollo) a un rockero. Por suerte Ricardo aceptó cantar Cuando tenga la tierra y el padre de mi hijo, José Ceña, hizo un resumen brillante sobre la música que dice que todos venimos del mismo árbol. Luego de la peli de Toro vino la de El Andariego, historia de un grupo vocal con Santiago Giordano como entrevistador. A esa la hice colectivamente con Laura Piastrellini y Eduardo Fisicaro. La cuarta iba a ser más ficcionada y sobre el libro de las mujeres, pero se vino todo a la miércoles con el Incaa y le metí pata con la escritura.
Cuando “vuelve” a la película de Daniel Toro, Majul finalmente cuenta que el presupuesto de ese momento fue un de millón de pesos, una vez que aprobaron el guión con esas sugerencias antes mencionadas. “Filmamos en Cosquin 2019 a Teresa Parodi, Víctor Heredia y a Abel Pintos, y viajamos a Salta a filmar a los hijos y Daniel Toro. Al regreso, entrevistamos a Diego Torres y filmamos a Mollo. Su hija, Daniela, es la gran protagonista de esta historia ya que no solo es la que conduce, es además la que convenció a Daniel. Él como Ramón, son de otra generación y les cuesta interpretar que esto es sin fines de lucro, es para legado”, detalla.
“Conté con la ayuda de mucha gente, entre ellos el periodista Sergio Castro, ya que debí pedir un crédito igual al monto entregado solo para pagar a Sadaic los 18 temas que utilizamos para el filme. Las películas te abren más que puertas, estímulos y la confianza de seguir haciendo cosas mientras puedas”, cierra.
–Hace unos meses fuiste demorada – detenida por la Policía de Córdoba por haberte aferrado al Quebracho de la avenida Luchesse. ¿Te asumís militante, activista?
–Una se levanta un día y ve en las redes que el árbol del pueblo vecino va a ser asesinado. Trasladar un árbol tricentenario era asesinarlo. Como buena vecina fui a pedirle “Perdón”, por no poder hacer nada y cantarle en voz baja ese conmovedor tema (Perdón) de Teresa Parodi y Peteco Carabajal y, sin dudarlo, Adentro. Tres casusas abiertas (obstrucción, desacatamiento, desobediencia) por estar a un metro por solo un minuto despidiéndolo. Había que llevar a alguien y caí yo. Por dos días, me actualice del estado y destrato en las cárceles. Y por más de 20 días de luchas posteriores, me actualicé sobre cómo los que tienen que cuidarnos desobedecen la “Ley Yolanda” (por Yolanda Ortiz, nuestra primera Secretaria de Ambiente del país, tucumana y gran musa) o el acuerdo de Escazú, el primer acuerdo regional ambiental de América Latina y el Caribe. En fin… Todas mis despedidas con la naturaleza y con los referentes del folklore con los que he trabajado (me tocó despedir a muchos) han sido pacíficas. Las de amistades y amor no (risas). Vi en la cárcel más injusticias adentro que afuera. Muchas mujeres injustamente ahí y otras con justa razón muy maltratadas. Esos días milité con muchas mujeres, e incluso con la Silvia Barrios que es musa del tema de Ayala en Mirame otra vez. Recordé a mujeres de la música y musas que aquí cuento, yéndose de este mundo en la pobreza y el olvido. Así que salí de la cárcel y terminé el libro en dos semanas.