Uno de los cantautores que han logrado honrar como pocos el gran legado de la canción latinoamericana que marcó a varias generaciones y revitalizarla con sonidos contemporáneos es, sin dudas, Nano Stern. El chileno acaba de cumplir 40 años y está a poco de celebrar dos décadas de la salida de su primer disco solista, números que lo han puesto a reflexionar sobre su lugar en la escena musical.
Con el espíritu trashumante que lo caracterizó siempre, Stern encaró en este 2025 una verdadera gira mundial, que lo llevó primero a Norteamérica, luego a Oceanía y ahora lo traerá a la Argentina y nuevamente a Córdoba. En el segundo semestre, el destino será Europa.
De regreso, Córdoba
La vuelta a Córdoba será tres años después de su última visita y sobre el mismo escenario, el de Pez Volcán (Marcelo T. de Alvear 835). Como siempre le gusta contar, a Nano lo une un estrecho vínculo con esta provincia: “Cuando pienso en Córdoba, se me vienen encima un millón de imágenes, de afectos, de cariño. La presencia de la música de raíz en todos lados, el Festival de Cosquín (estuvo en 2019), los asados, el fernet, las juntadas con amigos músicos”, resume el chileno en el arranque de la charla, minutos antes de subirse al escenario con Los Jaivas, toda una leyenda de la música chilena.
Algunos de esos amigos, tal vez con Raly Barrionuevo como el más reconocido, con quien compartió varios escenarios y un temazo en su último disco de canciones propias (Aún creo en la belleza, 2022), serán parte de los conciertos de su gira argentina, que tendrá además presentaciones en Rosario, en La Plata y doblete en Buenos Aires.
“Voy solo con la guitarra, pero ese ‘solo’ es entre muchas comillas, porque en cada ciudad tengo un montón de amigos y entonces la idea es abrir un poco la cancha. Me gusta hacerlo de manera un poquito espontánea, porque creo que a veces tomamos a la música demasiado en serio. Cuando se da esa mezcla de amistad, admiración y capacidad de colaboración sobre el escenario, es lo más bonito que hay”, plantea Stern.
-Esto que decís me da pie para preguntarte justamente por este momento de la música en el que las colaboraciones (o “feats”) parecen ser el gran faro por seguir. ¿Cómo lo ves?
-Realmente se percibe una energía distinta cuando se da de forma natural. Una de las constantes a lo largo de mi carrera ha sido siempre hacer muchas colaboraciones, pero realmente ninguna de ellas ha nacido desde el cálculo o desde el algoritmo. Creo que en definitiva es todo lo contrario: me paso por la raja las lógicas, no se trata de eso lo que hacemos nosotros. Intento mantenerme lo más lejos posible de los números porque siento que no tienen nada que ver con mi trabajo. Y estar tan pendiente termina siendo contraproducente.
-¿Es posible estar totalmente al margen en momentos en los que esos números rigen muchos de los aspectos de la música?
-Entiendo y respeto que haya otras personas que se dedican a la música con lógicas mucho más cercanas a la industria. Es una realidad que existe y para otros circuitos es fundamental, pero, para el oficio de cantor que estoy llevando adelante, lo que hay que hacer es ir y estar en los lugares, conectando con las personas de verdad. Es un oficio milenario: hay muchos maestros y maestras que lo han cultivado y que se han ido por los caminos con su instrumento al hombro cantando canciones, verdades, e inventando mentiras también. Y si es que ese camino va a estar alejado de la industria y si estar alejado conlleva ciertos sacrificios en términos del alcance, de la masividad en estos tiempos tan globales, bueno, está bien, pastelero a tus pasteles y cada vez lo tengo más claro. Hace poquito cumplí 40 años y estoy en un momento en la vida en que digo “esto es lo que soy, esto es lo que hago”, y estoy profundamente agradecido y me siento muy privilegiado de poder hacerlo también a una escala global. En eso estoy, en medio de una gira mundial de ciento y tantos conciertos con gente que está abierta y dispuesta a recibir y entregar su energía.
-El encuentro cara a cara en la música parece ser un bastión que perdura a pesar de todo.
-Vivimos en un mundo que nos tiene demasiado mal acostumbrados a creer que esa conexión se puede reemplazar, pero finalmente el poder de la humanidad surge en esos momentos. Está la sensación como externa, que es muy distinta en cada lugar, por supuesto, y que es muy alucinante. Siempre estar aprendiendo cosas nuevas, conociendo culturas, tradiciones, formas de ser, idiosincrasias, paisajes, geografías. Y está la dimensión interna que es completamente distinta y que tiene que ver con subirse al escenario con una concentración absoluta respecto de la energía y con ser consciente de que uno está durante ese ratito mágico, en cierto sentido, guiando una cuestión ceremonial. Vivimos en un mundo completamente desritualizado, en el que la gran mayoría de las personas, y me incluyo, tenemos muy pocos espacios rituales. Los conciertos y la música en vivo son de los pocos espacios rituales que nos permiten conectar de verdad. Nos damos el permiso colectivamente de ir a un lugar y de estar dos horitas con predisposición a abrirnos emocionalmente.
-Hace un par de años publicaste un profundo homenaje a Víctor Jara del que seguramente sonará algo en esta gira. ¿Pero en qué andan las canciones nuevas?
-Hay dos discos nuevos que grabé y que van a ser publicados durante este año. Discos muy distintos entre sí y muy distintos de lo que había hecho antes también. Y alguna de esas canciones seguro también voy a estar cantando contra toda estrategia de marketing, porque me muero de ganas de cantarlas. Todo esto ha sido un momento creativo lindo, intenso, de trabajar de otras formas, de colaborar con otro tipo de músicos, con otras maneras de hacer música, lo cual siempre es un aprendizaje. Entonces, estoy emocionado y muy ganoso de poder mostrar esa música.
Para ir
Nano Stern en Córdoba. Miércoles 7 de mayo en Pez Volcán (Marcelo T. de Alvear 835). Desde las 21. Anticipadas en alpogo.com