A favor: Hay que seguir hablando de esto
Por Brenda Petrone Veliz
El nuevo EP de Emilia es un boliche compacto. Cinco de las seis canciones que lo conforman son pegadizas y eróticas y juegan a levantar la autoestima con sonidos tecno y bajos profundos.
Por otro lado, la cantante describe los principales compuestos de una mujer Perfecta, tal el nombre del disco, y cuestiona a la mujer/producto de la industria mainstream desde la exageración y la ironía.
Antes del lanzamiento, la entrerriana hizo un descargo en Instagram sobre las presiones a las que se somete para mantenerse en el top del mercado. “No hay forma de ser perfectas, es algo inalcanzable que nos hicieron creer”, expresó en el mensaje.
Pareciera que ni la mismísima Emilia Mernes fuera suficiente para mantener ese modelo hegemónico irreal que calienta el sistema capitalista de la industria del entretenimiento.
“Soy hipócrita, no quiero esto, pero a la vez de perderlo tengo miedo”, señala en un verso del tema homónimo que deja en evidencia la dicotomía que atraviesa.
A veces es difícil ser consciente de los cánones de belleza que alimentan ideales inalcanzables. Acercan rápido al éxito, pero desencadenan una espiral silenciosa de presiones, punzada por las críticas en masa, del que no se puede salir. Al final, la persona termina siendo un producto funcional y la vara con la que se mide al resto.

Hace años que artistas, periodistas y militantes del movimiento feminista vienen cuestionando esto, por eso el planteo no es nuevo.
Sin embargo, el advenimiento de la inteligencia artificial, los filtros de Instagram o TikTok que deforman el rostro, las continuas reseñas infundadas y negligentes de influencers que promocionan productos y recetas para alcanzar la perfección y evitar el envejecimiento siguen más vigentes que nunca.
Dar cuenta de eso a través de una cantante de alcance masivo mantiene abierto el debate. He ahí la riqueza de Perfectas.
En contra: un concepto a medio camino
Por Giuliana Luchetti
Emilia Mernes intentó darle un marco conceptual a su nuevo EP, Perfectas, pero el resultado quedó atrapado en una paradoja.
Mientras en el material de prensa aseguró que quiere ser una popstar sin culpas y que elige no involucrarse en temas que no le interesan, nada de eso se tradujo con claridad en las canciones. Lo que debería ser una afirmación estética y conceptual es un rejunte poco cohesionado de temas que repiten su fórmula sin parar: lujo, belleza, éxito y validación externa.
El EP cierra con una supuesta “canción con mensaje” que llama a amarse como una es pero llega tarde, y con poco peso. ¿Cómo conectar con ese llamado cuando todo el recorrido previo construye la misma fantasía aspiracional de siempre, tan hegemónica como inalcanzable? En lugar de cuestionar el modelo, Perfectas lo reproduce sin grietas y la supuesta ironía que lo alimenta no termina de hacer su efecto.
La mayor debilidad del último trabajo de Mernes es justamente esa falta de profundidad en la propuesta. Si tiene que sentarse a explicar qué se quiso decir, algo no funcionó. El mensaje no se lee, no se escucha, no se siente.
El pop puede ser muchas cosas: liviano, reflexivo, contestatario o meramente bailable. Pero cuando intenta ser conceptual sin el respaldo de una narrativa sólida, se vuelve insustancial.
Lo mejor que tiene Emilia es su honestidad al decir que su música es comercial y que lo abraza. Y eso está bien. Pero no alcanza para maquillar un producto que, por más empaque que tenga, no logra convertirse en una obra con identidad propia. Perfectas no es un EP fallido, pero sí uno olvidable. Y eso, en el mundo en el que estamos sumergidos, de scrolleo infinito y constantes estímulos, puede ser aún peor.