A favor: Un gran artista en plena batalla
Por Diego Tabachnik
Mientras gran parte del mundo del entretenimiento estaba preparando la mesa para sentarse a deglutir con morbo la “inminente” caída de Justin Bieber, el canadiense hizo una jugada inesperada y de la galera sacó un disco de 21 canciones. Fue este viernes, bajo el sugestivo título de Swag (Botín).
Es cierto que en los últimos meses, el muchachito de eterna “baby face” venía ofreciendo en público una conducta errática, algo que incluso llevó al influyente portal norteamericano TMZ a realizar un documental en el que diseccionaban “la verdad sobre Justin Bieber”, hablando de bancarrota, pensamientos suicidas y la sombra de haber sido inducido a una secta.
En paralelo a esto, la historia que lo ha acechado desde niño: una horda de paparazzi lo acosa a cada paso que da, sea el lugar del mundo que sea.
De hecho, meses atrás estalló contra un grupo de fotógrafos que lo grababa, acusándolos de que lo único que quieren es plata. Ahora, en Butterflies, sampleó el audio de aquel escándalo. Buena jugada.
Esa canción refleja el espíritu de gran parte del disco: bien melódica, de medio tiempo, con capas sonoras, guitarras atmosféricas, y su voz bien bien al frente. Esa letra refleja su estrategia: “Me estoy moviendo, moviendo y estoy a punto de escaparme”, cierra como un mantra.
Daisies es un medio tiempo groovero, sólo con bajo y batería, (una saludable rareza), donde Justin coquetea con el r&b de factura intimista y de melodías pop. ¡Un temazo!
En Way it is habla de “establecerse”, o sentar cabeza, algo que tiene que ver con la relación con esposa y madre de su hijo, Hailey Baldwin. Devotion es otra joyita soul que merece pulgares arriba.
Algún día, Justin será reconocido masivamente como el gran artista que es. Este disco, aún con ciertos momentos monótonos, va en ese sentido.
En contra: Justin interpretando un mundo ajeno
Por Giuliana Luchetti
Lo primero que llama la atención de Swag, el nuevo disco de Justin Bieber, es que no parece un disco suyo. Es que es un álbum dominado estética y sonoramente por la mano de Mk.gee y Dijon.
Desde el arranque, con temas como Daisies o Go Baby, las texturas remiten directamente al universo que Mk.gee construyó en Two Star & the Dream Police. Guitarras distorsionadas, ambientes cargados de reverb y una atmósfera medio borrosa, medio triste, incluso nostálgica. Si alguien dijera que esto es un proyecto paralelo de Dijon, probablemente sería creíble. Incluso el estilo vocal de Justin, más contenido, más roto, por momentos se asemeja a recursos que suelen usar ellos.
Lo curioso es que, si bien Mk.gee figura como productor principal y Dijon aparece acreditado en cuatro temas, el sonido general del disco replica su estética incluso donde no están presentes. ¿Qué pasó ahí? ¿Colaboración abierta o imitación libre? ¿Diseño intencional o falta de dirección propia?
Y no es casual. Cada vez que aparece algo nuevo, fresco, de autor, con una estética sonora particular como la de Mk.gee, el mainstream no tarda en abalanzarse. Esa mezcla de reverb vintage, delay orgánico y guitarras con alma puede evocar algo de Phil Collins, pero tiene una vuelta de rosca contemporánea. Es lo suficientemente cool como para robarlo sin preguntar. Matty Healy, de The 1975, ironizó en algún momento: “Buen sonido de guitarra amigo, no se parece en nada a Mk.gee”. Y es exactamente eso. En lugar de crear algo nuevo, se va directo a la fuente para ordeñarla y convertirla en fórmula.
Swag es un disco largo (21 temas), coherente en su clima pero algo reiterativo en los recursos. Tiene mérito el intento por alejarse del pop formulado, por proponer una escucha más introspectiva. Pero la pregunta que queda flotando es: ¿es este un nuevo Justin, o simplemente Justin interpretando un mundo ajeno?