La perspectiva del tiempo, la misma que nos invita a celebrar aniversarios redondos de la publicación de obras máximas de la música popular, no hace más que agigantar la figura de Melingo.
Ya superaron la barrera de los 40 años La dicha en movimiento de Los Twist (1983), el debut del grupo desprejuiciado que fundó con Pipo Cipolatti. También lo hicieron Los Abuelos de la Nada (1982) y Vasos y besos (1983), los discos que lo tienen como miembro activo de la galáctica confluencia de talentos que embelleció al despertar democrático. O a la primavera alfonsinista, si se prefiere.
Además, el almanaque marca que en 2026 las 40 velitas se prenderán para festejar los 40 de Bares y fondas (1986), el primer registro de Los Fabulosos Cadillacs que lo tiene como productor.
La barrera de los 30, en tanto, la superó hace unos años Psicofonías (1993), un milagro psicodélico que pergeño en un autoexilio español.
Pero si de efemérides tendientes a concluir que Melingo es un gigante, hay que apuntar que en 2023 y 2024 se cumplieron, respectivamente, las bodas de plata de Tangos bajos (1998) y Ufa! (1999), los registros que dan cuenta de su suficiencia en el tango de arrabal que abreva en el lunfardo.
Precisamente, la fabricación de vinilos de esos títulos en Estados Unidos llevó a este artista, porteño de Parque Patricios y de 67 años, a grabar un compilado de versiones de sus repertorios con invitados afines: Andrés Calamaro, Fito Páez, Juli Laso, Vicentico, Pity Álvarez, Dillom, El Doctor y el Tata Cedrón, entre otros. Y no sólo eso: también a realizar un documental que trasciende la grabación en sí y que lo tiene como director, productor y lo que sea que haya que llenar en la ficha técnica de un proyecto autogestionado.
Melingo no fue un advenedizo en el tango. No. A fines de los ’90 era un artista que se había hecho conocido por otro tipo de expresión artística y que empezaba a reconectar con algo que traía consigo por cuestiones familiares y demás. “Claro, sí. Me parece bien tu opinión. Así como está tu opinión, está la del resto del público a partir de la repercusión de estos álbumes hace ya casi 30 años. No pasaron desapercibidos. De hecho, a sus canciones las vengo interpretando en Europa hace más de 20 años con giras anuales de dos o tres meses”, dice en el arranque de su charla con La Voz, pautada por la reciente publicación del simple con la reversión de La guitarra a cargo de Fito Páez.
“Tengo una relación muy fuerte con el tango por parte de mi familia. Yo crecí en Parque Patricios, y toda mi familia es gente de tango: bailarines, poetas, músicos, vocales de la Academia Porteña de Lunfardo. Entonces, te puedo decir que la pulsión del tango está en mí desde la cuna prácticamente. Mucho antes que el rock”, puntualiza.
–De hecho hay un tango en el tercer disco de Los Twist, “La máquina del tiempo”.
–Exacto, en 1985 publicamos Está es mi presentación, que justamente tiene una letra de mi tío Orlando (Silva), que era vocal de la Academia Porteña del Lunfardo. Tuve infinidad de opiniones, entre las que se destacaron los apoyos y las simpatías. Y así ha sido a lo largo de mi carrera. Por eso, de alguna manera, estoy haciendo este rework (sic) que no es sólo una grabación de audio con versiones de mis queridos colegas y amigos, sino una profundización de los prácticamente 200 años del tango. Revisamos su nacimiento y su evolución en el documental que estrenaremos el año próximo.
–¿La idea de hacer el documental fue simultánea a la de grabar un disco con invitados?
–Sí. En 2023 se fabricaron en Estados Unidos los vinilos de Tangos bajos y de Ufa!. A partir de ahí terminé de contemplar la importancia que tuvieron estos álbumes. Sobre todo por las repercusiones que generó la manera de encarar el tango - canción. Entonces, me pareció un buen momento para celebrar este enfoque, y la cantidad de años en la que maduró, con la interpretación de estos grandes artistas. Además, la película tiene las opiniones de periodistas especializados, historiadores, directores de cine, escritores, actores. Tengo conformado un equipo de cine. El oficio del cine me encanta. Si bien la idea, la dirección y la producción del documental son mías, formé un equipo de gente de cine con técnicos, cámaras, guionistas y productores que le da la veracidad al asunto, digamos.
–Es una patriada personal o has recibido algún tipo de apoyo.
–Mirá, te puedo decir que estamos en proceso de conseguir apoyos. Con lo difícil que están las subvenciones en Argentina, este proyecto se expandió a diferentes países. El tercer y el cuarto episodio son dos chicas que las grabamos en Francia, y hay otros artistas con artistas de Inglaterra y de Italia. Eso nos permite pedir subvenciones en cada uno de esos países para financiar la película. Por ahora, la financiamos nosotros y cruzamos los dedos.
Un solista perturbador y fascinante, proyectado internacionalmente
Los participantes internacionales de esta arremetida de Melingo son las cantantes francesas Ryukin, Clara María y Juliette; el productor y dee jay de la misma nacionalidad Philip Cohen Solal, creador del sello Ya basta! y miembro de Gotan Project; y el fantasmagórico cantautor italiano Vinicio Capossela, a quien el The New York Times describió como “el músico más inteligente y más excéntrico de toda Italia”.
Teniendo en cuenta una deriva artística estremecedora que terminó instituyéndolo como un Tom Waits latinoamericano, el diario neoyorquino podría tener una idéntica consideración para Melingo.
Lo cierto es que nuestro compatriota nombra a todos sus invitados con orgullo, aunque su tono de voz se vuelve más chispeante cuando se le señala la participación de El Tata Cedrón. “No sé si era una cuenta pendiente hacer algo con él… Eso de cuenta pendiente suena raro…”, dice en primer término sobre esa colaboración.
“Tuve la suerte de saber desde hace mucho tiempo de la existencia del Tata Cedrón, este gran artista. Él, por su parte, sabía de la mía. Y así fue que, un buen día, recibo una llamada suya… Por personas en común fuimos dilucidándonos, nos fuimos conociendo hasta que el año pasado lo hicimos personalmente. Nuestro primer encuentro derivo en una gran charla y en la concreción de una gran amistad, algo lógico si se tiene en cuenta nuestras similitudes”, remata.
–¿Cuáles serían?
–No sólo musicalizamos a grandes poetas, sino que tenemos musicalizados muchos poetas en común. Además, él era amigo de mis amigos Miguel Abuelo y Jaime Torres, y tuvimos la misma profesora de canto, Lucia Maranca. Muchos puntos en común que terminaron acercándonos más en esta amistad incipiente de un año que tengo con El Tata, a quien además de gran artista considero una gran persona.
–Otro participante destacado es Pity Álvarez, un gran admirador de tu obra en general y de “Tangos bajos” en particular. ¿Cómo fue el reencuentro con él? ¿Qué tan inmovilizado está con su situación judicial?
–Mirá, yo no soy juez ni estudié Derecho, así que de lo que te puedo hablar es de mi amistad con Pity y de su gran talento, que lo demostró una vez más con la interpretación de un tango a su medida. Lo conozco hace muchos años a Pity. Antes de que él se dedicara a la música, yo ya lo tenía por personas en común. Y a lo largo de estos últimos 25 años, en varias oportunidades, inclusive en conciertos suyos, tocamos mis tangos. En un Luna Park de Intoxicados hicimos un set de estos tangos que tanto le gustaban. El día que vino a grabar la película, se sabía todos los tangos, se puso al servicio los músicos que me acompañan e hicimos esta grabación, de la cual sólo se conoce una canción de un total de cuatro. Pesar, la canción en cuestión, es a su medida.
–Supongo que volverás al Festival Nacional de Tango de La Falda.
–Calculo que sí. En La Falda no sólo participé del Festival Nacional de Tango. De La Falda tengo muchos recuerdos. De los primeros tiempos, me aparece el del concierto del Fontova Trío y más tarde volví con Los Abuelos de la Nada y con Charly García. Y ya cuando tomó fuerza el de Tango, fui en varias oportunidades. Siempre me gusta la idea de estar en contacto con el público de todo el país, de todo el mundo, porque es parte de nuestro trabajo comunicar lo que hacemos, en qué estamos, qué pensamos.
–¿Pensás en tu aporte a la música popular argentina en general y al rock en particular? ¿Vas tomando noción de la envergadura de tu obra?
–Bueno, justamente nuestro trabajo es un aporte, es un trabajo para el otro. Siempre fue así y mi obra reflorece con los nuevos proyectos. Es el caso de esta retrospectiva… No suelo hacer retrospectivas, pero en este caso ameritaba, porque además le sumaría algo que no estará dentro de mis parámetros como es el cine.
–¿No lo está?
–Si bien yo actué, dirigí e hice la música para muchas películas, siempre tengo en cuenta que la acción es muy importante para la obra. Es muy importante no quedarse pegado en lo que ya pasó, sino poner metas, generar nuevos proyectos. Eso es lo que prolonga la vida también, tener proyectos a futuro. Mi carpeta de proyectos, por suerte y por gracia divina, siempre está plena. Estoy esperando terminar el año que viene para, luego de estrenar la película, poder retomar mi obra discográfica. Mis grabaciones en estudios con temas originales. Te diría que resuelvo más hacia adelante que hacia atrás. Cronológica y estadísticamente, uno cuenta los años y celebra lo que ha dejado en el camino. De La dicha en movimiento ya pasaron 43 años. Son muchos años. Muchos proyectos que se concretaron. Eso es lo importante de la obra, concretar, pasar a la acción.
–Fuiste amigo de la infancia de Ricardo Darín, ¿no?
–Sí, sí, sí. Jugábamos a los soldaditos.
-Qué loco. Ahora, mientras vos cortás el disco y adelantás material de tu documental, él protagoniza “El eternauta”. Dos amiguitos de la infancia de un barrio porteño de clase media, hoy sesentones, afectan la industria cultural argentina con belleza pura.
–Sí, lo más lindo es que mantenemos una amistad que se refuerza con encuentros periódicos. Estuvimos en contacto hace muy poco; inclusive, él aceptó con muchas ganas mi invitación al documental. Siempre tenemos un guiño de uno para el otro. Él es fanático. Yo recuerdo que cuando saqué Tangos bajos, Ricardo siempre era uno de los que estaban en el público escuchando atentamente mi manera de ver la vida. Tenemos una linda amistad que trascendió el tiempo y los barrios.
–¿Hubo una negociación a la hora de consensuar el repertorio? ¿Los invitados eligieron qué cantar o vos se lo sugeriste?
–Bueno… Esperá… Ya que me hiciste ir hacia atrás, te agrego antes de contestarte que está cumpliendo 30 años H2O, mi primer disco que originalmente se iba a llamar El eternauta porque conceptualmente estaba basado en la novela gráfica. Justamente, en su momento hablé con la viuda de Héctor Oesterheld para mover hacia adelante, pero me explicó toda la situación legal que atravesaba en ese momento. No pude utilizar el nombre, por lo que tuve que florear el álbum con otras canciones y darle otra forma. Y sobre los invitados te digo: aprendí con el tiempo que cuando se trata de pesos pesado (y en este caso hay varios de ellos interpretando mis canciones), hay que darles completa libertad de acción, hay que confiar en ellos. Por eso decidí que eligieran las canciones y cómo hacerlas; es decir, dónde, de qué manera, con qué ritmo, con qué impronta. Eso le dio una diversidad tremenda al disco - documental, engrandeció mi obra hasta convertirla en una nueva.