María Wolff atiende el teléfono y empieza a conversar como si la llamada en cuestión no fuera una entrevista, sino más bien una charla en confianza en la que cuenta más detalles sobre cosas que ha vivido recientemente, y que seguirá viviendo de aquí en adelante.
La compositora, productora y flamante vocalista es la protagonista de Rápido mamá, uno de los discos más cautivantes de la última oleada de pop argentino con vocación artística más allá del impacto de los números.
En las ocho piezas que componen este opus cancionero –que sucede a 23/4 (2018), un EP anterior de música más “experimental”, como ella define–, lo que se percibe es el desarrollo de una voz autoral que impacta de lleno por su sutileza y sus matices. Y cuando se quiere averiguar más de dónde viene esta música atrapante y sigilosa como una pantera (lista para atacar en el momento más inesperado), aparece otro nombre clave, que ayuda a completar el rompecabezas.
Álex Anwandter, referente de la canción pop chilena y latinoamericana, es el productor de este disco nacido hace más de cuatro años, en una experiencia que marcó definitivamente a Wolff y la puso frente a una posibilidad pocas veces vista: que un peso pesado de la música sudamericana la invite a producir con él primero como asistente y luego en plan de trabajo conjunto con su propia música.
Encuentros cercanos
“La verdad es que tuve muy buenas devoluciones y me hacen sentir reorgullosa. Sobre todo porque en mi pequeño universo esto fue un acto de valentía por animarme a hacerlo”, plantea Wolff, convertida en un rumor que crece entre fans del pop, periodistas con oído atento y colegas de diferentes escalas.
“El disco empieza a nacer a partir de un ejercicio nuevo para mí, cuando a través del juego empecé a ponerle voz a las canciones, que era algo que yo nunca había hecho”, cuenta la protagonista a la hora de dar coordenadas más claras respecto de Rápido mamá, una obra que sorprende de principio a fin por su impronta.
La pianista y compositora venía trabajando hace tiempo en la música pero siempre más ligada al ámbito publicitario o audiovisual. Hasta que en 2021, poco después de haber empezado a componer sus primeras canciones con vos y letra, se produjo un encuentro clave tanto para su vida como para su obra.

“Vi que Álex posteó en sus redes que iba a hacer un taller. Yo estaba un poco perdida acá, no me encontraba, no encontraba referentes o personas con las que yo supiera que podía conectar. Por ser demasiado snob o por no conocer a las personas adecuadas, o por estar inhibida. Me sirvió mucho irme a otro lugar para soltar la vergüenza. Me sentía como solita, de alguna manera”, reflexiona a la distancia sobre ese cruce trascendental que nació a partir de un mail enviado por intuición.
Así, Wolff fue seleccionada por el chileno para viajar a Santiago y compartir un taller de producción musical con otros aspirantes como ella. Su idea era ganar y pulir herramientas de producción con un maestro en el asunto. Pero en un viaje posterior a Buenos Aires, Anwandter, que a esa altura estaba trabajando con Julieta Venegas o Juliana Gattas, le dijo que quería hacer un disco junto a ella.
“Me mandó a componer, básicamente”, recuerda sobre ese café en el que Rápido mamá comenzó a volverse algo cada vez más tangible.
–¿Qué te ayudó a ver Álex que quizás no tenías tan en claro de tu propia identidad?
–Me sacó de la cosa tan técnica. ¿Viste que se habla de lo bien que suena algo o de que tal productor es bueno porque suena moderno? Me sacó todo eso. Eso viene después. Hay que aprender y mirar antes de todo ese proceso: las composiciones, por qué usar ciertas referencias y no otras. Es un trabajo más integral de entender al artista o a vos mismo en lo qué querés mostrar. Hay un montón de otros factores antes de elegir qué compresor usar para la voz. Lo otro se compra, de alguna manera. O se estudia y ya.

–En tus canciones hay mucha información depurada y sintetizada. ¿Cómo fue el proceso hasta encontrar ese estilo?
–Yo creo que es un poco inintencionado. Hay referencias de instrumentos muy determinantes, como un tipo de caja de ritmos, o el piano. Hay algo muy del pop argentino de los ’80, como Virus o Charly, o el tipo de letras. Son cosas que a mí me fueron atrayendo pero en el momento en el que lo estaba haciendo era lo que más natural o desinhibidor me resultaba para decir lo que quería. Creo que el estilo viene un poco de limitarme bastante, de hacer con estos instrumentos y con estos ritmos, en un universo bastante acotado. No querer divagar demasiado me llevó al estilo también. Pero fue bastante accidental.
–Tu primer disco lo produce Álex Anwandter, Fernando Samalea tocó la batería. ¿Pensás en lo particular de tu caso?
–Sí, obvio. Yo creo que es clave tener un contexto de confianza, eso es lo que a uno lo hace crecer o sentirse bien para hacer. A veces necesitás al otro para sentirte validado, por eso siempre está bueno compartir con otras personas. Y Álex fue una gran persona para compartir, claro que fue un boost en el ego. Él rompió un poco con un hechizo. Hacer ese taller es un poco eso. También hay que tener un poco de suerte, ¿no? No es que si sos buenísimo te va a ir bien. Es una mezcla de cosas. Todos potencialmente pueden trabajar algo, es cuestión de esto que hablo: de confianza y de contexto. Vemos todo el tiempo en las redes esto de que si te esforzás, vas a llegar. Yo trabajé mucho para llegar a esto, tardé muchos años en salir. Pero también hay mucho de suerte, y está bueno que haya personas que rompan con esa cadena y abran oportunidades.
–Hay otro link que tiene que ver con Zoe Gotusso, que participa en el videoclip de “Mi novia no me banca más” y con quien ya estás trabajando su próximo disco, ¿no?
–Sí, estamos trabajando su disco. Zoe fue de esas personas con las que me encontré después de trabajar con Álex. Yo siempre hice bastante sola, en la “compu” o en el piano. Cuando la conocí a Zoe, ella venía de dejar de tocar y estaba un poco inhibida de volver. Conectamos en eso. Una amiga nos presentó y nos dijo que nos teníamos que juntar a hacer música, y nos dio pánico (risas). Tenés que tener confianza para ponerte a tocar la viola al frente de alguien y tirar una melodía. Es como un coqueteo especial. Y con ella empecé a poder soltarme en ese sentido. Yo no había tenido amigos de la música, de poder sentarme a tocar el piano y que la otra persona se ponga a cantar al lado. Conectamos ahí. Y eso devino en que estamos haciendo un disco, cosa que es hermosa.
–Zoe es una artista con una carrera consolidada. ¿Cómo es la experiencia de trabajar con ella desde tu lugar de pleno crecimiento en el oficio? ¿Podés adelantar algo?
–No puedo decir nada, pero creo que si todo sale bien entramos a grabar dentro de poco y ojalá esté pronto. También tuvo que ver esto de la confianza. Zoe puede trabajar con cualquier productor. Yo creo que ella tomó esa decisión un poco como hizo Álex: esto de decir “me la juego por acá”. Quizás no es un éxito rotundo, pero hay que romper en algún momento con la cadena de empezar a crecer e ir con el más picado. A veces, agarrar otros caminos hace que salgan cosas nuevas, o más frescas. Creo que Zoe tomó un poco esa decisión. Y te diría que es fundamental hacer eso. No es tan lineal todo, es interesante abrir otras cosas.
