No alcanzan los caracteres y cantidad de palabras recomendadas de una nota para desglosar la brillante carrera de Luciana Croatto, quien cuenta con una sólida formación en ballet clásico en los mejores institutos artísticos del mundo y un recorrido internacional de alto nivel.
Nacida en San Carlos, Santa Fe, se formó en el Instituto del Teatro Colón, en Burdeos y en la Escuela Rudra-Béjart de Suiza. Fue solista del prestigioso Béjart Ballet Lausanne, donde interpretó más de 30 obras del repertorio de Maurice Béjart.
Reconocida con premios como el Unesco y destacada por Le Figaro como “la nueva Sylvie Guillem”, se presentó en los principales teatros del mundo (como el Bolshói, La Fenice o la Scala de Milán) y colaboró con coreógrafos como Jérôme Bel.
Luego de un grave accidente, regresó a la danza reafirmando su compromiso con el arte. En los últimos años, se volcó a la creación contemporánea junto al coreógrafo escocés Billy Cowie.

En diálogo telefónico con La Voz, desde Buenos Aires, cuenta detalles del evento que se realizará en Córdoba el próximo jueves 7 de agosto.
Consultada por el concepto de Ravel Rebell, en clara alusión al compositor clásico francés Maurice Revel, comenta: “Desde mi parte artística, lo estoy tomando como un desafío. Voy a hacer una propuesta de ciertas pautas coreográficas que se salen un poco de lo convencional, pero siempre guardando la línea estética clásica. La propuesta tiene que ver con la música y lo teatral. El juego de palabras de Ravel-Rebelde va un poco porque, cuando escuchás a Ravel, por ejemplo, te das cuenta que es un poco más en el carácter y en la fuerza que tiene su música. Es decir, él hacía lo que no se esperaba que hiciera. Había una mirada que supera la expectativa”, añade.
–¿Cuál es el punto de encuentro musical, si se quiere, entre Ravel y Piazzolla? ¿Vos serías el enlace ahí con la danza?
–Como bailarina, fíjate que yo vengo de Maurice Béjart. Cuando empecé a bailar, mi primer coreógrafo fue él, y es el creador de la versión coreográfica del Bolero de Ravel, con Jorge Donn. Con lo cual, Ravel siempre estuvo presente en mi vida. De hecho, cuando hablamos de “rebelde”, yo vengo del clásico –tengo técnica clásica–, pero siempre hago un poco lo que se me da la gana con esa técnica. Entonces, un poco eso también viene de Béjart. Y Piazzolla vendría a ser mi pata argentina. Creo que a mí me está trayendo como a mis raíces. El tango es eso: composición e identidad. Piazzolla es un genio. Sus partituras están llenas de emoción, son complicadas, intensas... Y Ravel también. Tienen mucho en común. Son muy parecidos, y al mismo tiempo distintos: uno es europeo y el otro argentino. Un poco como yo.
–¿Qué es la danza para vos? ¿Fue cambiando ese concepto a lo largo de tu vida?
–Básicamente, si lo queremos ver desde un lugar conceptual, la danza es movimiento. Y el movimiento es vida. Cuando algo no se mueve, está muerto. Por eso, la danza es una forma de vida que se renueva constantemente en el presente. Para mí, también es un puente, un paradigma, un canal desde donde puedo viajar emocionalmente hacia otros mundos. Me conecta con el universo, con Dios, con la naturaleza, con el ser, con el estar... con el presente, con la vida misma. Sé que suena bastante abstracto tratar de definir qué es la danza, pero además de todo eso, también es mi vocación y mi trabajo. Así que es mucho.
–Has recorrido el mundo con tu arte. ¿Qué encontrás en el público argentino cada vez que te presentás por estas tierras?
–Lo primero es que el público ha cambiado mucho. Es distinto al que yo conocí de chica. Lo último que presenté en Argentina me sorprendió lo que recibí del público: vi un nivel altísimo de interpretación y sensibilidad. No fue un público crítico en el sentido negativo, sino interpretativo. Se metió en la propuesta, se dejó atravesar por lo que pasaba en escena y pudo sacar sus propias conclusiones. Hubo emoción, interés, una conexión profunda. Muchas personas me dijeron: “No esperaba esto” o “No sabía que la danza podía ser esto”. Y claro, pasa que en muchos lugares (incluso en Buenos Aires o en el interior) todavía se asocia la danza solamente con el ballet clásico. Pero la danza es mucho más amplia. Existe la danza contemporánea, el neoclásico, la fusión... hay muchas cosas mezcladas. Yo vengo un poco de todos esos mundos. Mezclo mucho. Y lo que sentí en estas funciones fue mucha comprensión, mucha profundidad, mucha intelectualidad... y también emoción.
–Córdoba es una ciudad que tiene miles de bailarines cada fin de semana. ¿Es más feliz una ciudad acostumbrada al baile?
–Sí, siempre. El bailar te da mucha felicidad. Mover el cuerpo te da felicidad. Desconectarte de la parte cerebral y racional –esa que estamos tan acostumbrados a usar todo el tiempo– también genera bienestar. Porque cuando bailamos, usamos muchas partes racionales, sí, pero desde otros lugares. Confiar en el cuerpo es una forma de amor propio. Es sexy, es hermoso.

La otra parte de Ravel Rebelle: la música de Agitato Trío
Ravel Rebelle es una experiencia escénica que propone un cruce desafiante entre dos compositores que revolucionaron el siglo 20 desde universos muy distintos. El espectáculo combina música de cámara, danza contemporánea y una puesta visual inmersiva.
La parte musical de esta propuesta está encabezada por Agitato Trío, una agrupación cordobesa compuesta por Pablo Giménez en piano, Juan Pablo Fabre en violín y Catriel Luna en violonchelo.
En diálogo con La Voz, el pianista refuerza el punto de encuentro entre Ravel y Piazzolla, enfocado en lo musical. “La razón de esto es que se cumplen 150 años del nacimiento de Maurice Ravel, por eso decidimos dedicarle parte del programa. Pero además, tanto él como Piazzolla estuvieron muy atravesados por el lenguaje del jazz. Si bien lo abordaron de maneras distintas, hay una conexión interesante: los dos fueron muy disruptivos con sus músicas. Piazzolla hizo un tango completamente diferente al tradicional, y Ravel también rompió estructuras en su época. Nos parecía muy rico proponer un diálogo entre esos dos mundos”, cuenta.

–¿Cómo se dio la incorporación de Luciana al proyecto?
—Fue gracias a nuestra representante, Virginia Tesoro, que la contactó inicialmente para dar una masterclass. Le contamos que teníamos este concierto en preparación –que en principio iba a ser solo musical– y se entusiasmó muchísimo con la idea. Empezamos a coordinar todo por videollamadas, y ella, que tiene mucha más experiencia en este tipo de espectáculos visuales, nos aportó muchas ideas geniales.
–¿Cómo se adapta la música para que esa fusión con la danza y lo visual funcione?
—Yo me encargué de hacer los arreglos de las obras de Piazzolla, porque en el caso de Ravel se interpreta lo que está escrito. Para el sonido más idiomático del tango, invitamos al bandoneonista Gaspar Tatián, que toca en la Orquesta Ciudadana de Córdoba del Teatro del Libertador. También se suma el guitarrista Iván Buenader, con experiencia en giras por Europa, y Ricardo Mira, que ha tocado con grandes del folclore. Armamos una formación de sexteto, saliendo del trío clásico, para que haya más variedad, potencia y ritmo.
–En cuanto al público, ¿Qué esperás de la recepción de “Ravel Rebelle”?
–Es cierto que el público que consume Ravel suele ser más especializado. Pero justamente por eso decidimos combinarlo con Piazzolla, que tiene una llegada más directa por ser parte de nuestra identidad sonora. La idea es abrir el juego, llegar a más gente, no cerrar la propuesta a un nicho académico. Queremos que la experiencia sea popular, sin perder profundidad artística.

Para ir
Ravel Rebelle se presenta el próximo jueves 7 de agosto a las 20 en el Teatro Real (San Jerónimo 66). Entradas disponibles desde $ 12.000 vía autoentrada.com
El viernes 8 de agosto Luciana Croatto realizará una masterclass –junto a Danza viva– de composición en danza contemporánea (nivel intermedio) denominada La madre de Frankenstein.