La de Los Mirlos es definitivamente una historia de película. La banda surgió en una región muy marginal como la amazonia peruana a principios de la década de 1970, planteando un estilo que combinaba la cumbia con ciertos elementos de la psicodelia (con el pedal wah wah como sello distintivo) y los sonidos de la selva. Y con los años, se convirtió en una influencia clara para el surgimiento de otras vertientes de la cumbia en Latinoamérica, como la mexicana y más cercana, la cumbia villera en el conurbano bonaerense.
Por supuesto que el grupo encabezado por Jorge Rodríguez Grández se transformó con el tiempo en ícono del Perú, pero esto no sucedió hasta varios años después de su aparición.
Sucedió tras instalarse en Lima desde su Moyobamba natal; y tras hacerse un camino desde los sectores populares hasta el reconocimiento internacional, que tardó varias décadas en llegar.
“Al contrario del Tropicalismo brasileño, la chicha y la cumbia amazónica no fueron un movimiento intelectual. Sus principales exponentes eran músicos trabajadores de orígenes humildes”, resume Olivier Conan, músico francés radicado en Estados Unidos que rescató el sonido de Los Mirlos y todo aquel movimiento en Roots of chicha (2007), un disco clave para la expansión de la banda en todo el mundo.
“Su trabajo era hacer que la gente bailara –añade-. No viajaron a Londres. No había un discurso elaborado alrededor de la música. Nunca fueron populares con la clase media peruana. Los estudiantes de arte no abrazaron esta corriente y los críticos de música tampoco hablaron de ella”.
En los últimos años, Los Mirlos vivieron finalmente su gran exposición internacional, desembarcando en varios de los festivales más prestigiosos de América, incluyendo Estados Unidos y Canadá. El summum llegó en abril pasado, cuando llegaron por primera vez a Coachella, el que para muchos es el festival de música más importante del planeta y que también tuvo a Ca7riel y Paco Amoroso en esta edición, otro fenómeno global.
Córdoba, de regreso
En medio de todo este furor, la banda volverá a presentarse en Córdoba luego de su debut hace ocho años. “Recuerdo que tocamos bien tarde y cuando quisimos hacer un tema más ya estábamos en horario. Hasta la policía se hizo presente”, rememora Rodríguez Grández, el cantante, símbolo y uno de los miembros fundadores en la actual formación junto al guitarrista Danny Johnston, este último el hombre clave para esa célebre e hipnótica intro de La Danza de los mirlos también llamado Cumbia de los pajaritos.
Ahora habrá revancha para Los Mirlos, en el mismo escenario: será el viernes 18 de julio en el Comedor Universitario, también junto a Sabor Canela, uno de los créditos locales de aquella ocasión, aunque ahora en un momento mucho más afianzado para la banda encabezada por Ema Oliva.
La charla con Rodríguez Grández se produce en uno de los tantos momentos en la ruta que tienen Los Mirlos en estos meses: como para entender la dimensión, después de Coachella continuaron girando por Estados Unidos, luego volvieron a Perú para estar en fiestas tradicionales como la de San Juan o en Cusco y por estos días estarán nuevamente en el país del Norte, más precisamente en el mítico Lincoln Center de Nueva York. Luego, sí, regresarán a la Argentina.
Dos momentos clave en Argentina
De los viajes a nuestro país, el cantante que no quiere confesar su edad (“si la banda tiene más de 50 yo también”, dirá en algún fragmento) destaca en particular dos situaciones. La primera tiene que ver con el que fue la salida iniciática de Los Mirlos de Perú, en 1980.
“Fuimos a Buenos Aires en una gira de promoción y terminamos grabando una película musical en la que participaron Graciela Alfano, Jorge Martínez, Camilo Sesto y las Trillizas de Oro”, recuerda. “Eso nos abrió las puertas en Argentina: los años siguientes llegamos a Salta, Jujuy y otras provincias”, suma. “Nadie conocía los timbales, las congas. Todos quedaron sorprendidos de la percusión que teníamos en el escenario”, remata.
El otro momento clave se produjo en 2012, cuando Los Mirlos estuvieron en el FIFBA, luego bautizado como Festival del Bosque, en La Plata. No solo se presentaron ante un público muy diverso y más amplio que las bailantas que venían frecuentando, sino que al otro día de ese show se produjo el esperado cruce con Pablo Lescano, declarado fan de la banda.
“Tocamos para 30 mil personas en el festival, fue una excelente carta de presentación para mucha gente que nunca nos había visto. Y después el encuentro con Pablito en un Niceto que estaba lleno de argentinos y muy pocos peruanos”, agrega Rodríguez, dando cuenta de ese momento consagratorio en nuestro país y que selló una alianza. En septiembre, Los Mirlos y Damas Gratis emprenderán una gira conjunta por Europa.
-Ya son más de 50 años de música con Los Mirlos, aunque recién en los últimos tiempos lograron es gran reconocimiento internacional en otros públicos. ¿Cómo y cuándo encontrás ese punto de inflexión para llegar este presente que los tuvo, por ejemplo, en Coachella?
-Es difícil encontrar un momento, se fue dando todo poco a poco. Creo que internet y las redes sociales fueron muy importantes para esa expansión. Recuerdo cuando hace unos 15 años nos empezaron a contactar de todo tipo de lugares para llevar nuestra cumbia amazónica. Y para llegar a Coachella fue clave haber estado en el Ruido Fest de Chicago, justo antes de la pandemia. También la visita a varios programas y medios importantes de Estados Unidos.
-¿Cómo fue esa historia y finalmente la experiencia en sí misma?
-El Ruido es un festival muy grande para la música latina en Estados Unidos. Y en esa ocasión había gente de Coachella mirando lo que pasaba por allí. Hace un par de años nos contactaron para ir, incluso la idea era ir en 2024. Pero no se llegó con el todo el trámite de las visas. Este año finalmente estuvimos y el público se conectó desde el primer tema hasta el último. Había banderas argentinas, mexicanas y peruanas, por supuesto. Fue todo un orgullo.
-Con el tiempo Los Mirlos se convirtió también en una suerte de proyecto familiar, ya que están tus hijos en diferentes lugares clave.
-Así es. Mi hijo mayor Jorge Luis es parte de la banda hace más de 20 años, en la guitarra, los teclados, en los beats. Tiene el talento y ese don que Dios le ha brindado a través de mi papá, que tocaba el acordeón. También mi hijo menor, que conversó contigo, es el manager que nos está acompañando hace 13 años. Y tengo a mi hija también, que es contadora y lleva todas las cosas en orden.
-Llegan también con un documental sobre la historia de la banda, que se presentará en el Cineclub Municipal el día anterior. ¿Cómo surgió ese proyecto?
-Álvaro Luque, director, viajó con nosotros a una gira a Europa y registró cómo a la gente le gusta lo que hacemos. Quería mostrar cómo se fue generando topda esa repercusión, era algo que a él le llamaba mucho la atención. Cuando regresamos, me visita en casa y yo les muestro mis archivos, a mí me gustaba mucho filmar. Desde el año 1975 ya tenía mi filmadora, una Sony a colores. Guardaba recuerdos de la primera época de los Mirlos, de mi familia, de mis hijos, de mis padres, de mi querida tierra de Moyobamba. Cuando ve eso me plantea hacer una película. Conseguimos apoyo y la hicimos. Ya se estrenó en más de 40 países y tiene buena aceptación: es histórica, es cultural y es musical. Es un homenaje también a todos los que participaron en la banda. Muchos de ellos están descansando en el santuario del Señor. Es una bonita historia.
-¿Cuál crees que el mérito de Los Mirlos de haber llegado hasta donde llegaron y seguir vigentes?
-Encontramos un sonido diferente en un momento donde la cumbia solo hablaba de amor y desamor. Esa fue la base de nuestro estilo. Y lo seguimos transmitiendo con alegría.
Para ir: Los Mirlos en Córdoba
Los Mirlos se presentarán en La Fiesta Sabor Tropicante, el viernes 18 de julio desde la medianoche y en el Comedor Universitario (Ciudad Universitaria). Junto a Sabor Canela, Enano de Huerta y Vuduchail. Anticipadas desde $15.000 en alpogo.com. El jueves 17 a las 23 se proyecta el filme La Danza de los Mirlos en el Cineclub Municipal Hugo del Carril.