Dios y el diablo entran a un bar. El cantinero les sirve polémica, lo mismo de todos los días. Cuando terminan, lo suman a la cuenta y se van caminando mientras escuchan 33 de fondo, el último sencillo que lanzó Lali antes de estrenar su sexto álbum de estudio. “Es un tema que no deja conforme a ninguno de los dos”, dice Dios. “Pero en eso estamos de acuerdo”, le contesta el diablo.
No vayas a atender cuando el demonio llama es un disco póstumo que marca a fuego el pasado, el presente y el futuro de una artista que fue, como dice en su colaboración con Dillom, ya se cayó, se murió y renació. “Es mi mejor momento”, asegura en el último verso del estribillo.
¿Quién es Dios y quién es diablo? Pareciera que depende de quién tome la prueba. Es la dicotomía clásica de la sociedad. De igual modo, ese no es el meollo del disco. Ese está justamente en no quedar bien con ninguno de los dos. Ante más éxito, ante más exposición, ante más implicancia sociocultural y política, la gente se vuelve inconformista. ¿Para qué darles el gusto de opinar si lo van a hacer igual?
Por otro lado, esa pregunta tiende a responderse en No hay héroes, con la participación de Julieta Venegas en la composición.
“Ahora ves que no hay héroes y villanos, que en la guerra nadie gana, que no alcanzan las dos manos, que no siempre el malo paga, que nadie puede salvarnos y que no es fácil la jugada, que Dios son los hermanos y a veces no es justo nada”, canta Lali sobre una base acústica que toca la fibra más sensible del disco.
Es como si en el fondo, con ese tema la cantante hallara paz, esa que falta ante tanto grito, esa que acompaña la caminata de esos dos seres enfrentados a la salida del bar. Ante el odio, solo queda plantar bandera y seguir luchando, elevar la esencia de una misma, volver a las raíces, buscar conexión entre los que se quedan, los que están, los que nunca se fueron.
Fanática de la ironía
No vayas a atender cuando el demonio llama es el disco más rockero de su carrera y grita lo que el alma enardece. Cuenta con varias referencias y samples al género nacional como Babasónicos, Los redondos, Los abuelos de la nada, Charly García, entre otros.
Es una producción ácida, irónica, incómoda y atrevida. La canción que abre el disco Popstar se presenta como un homenaje al pasado novelesco de la cantante, pero al prestar atención a la letra hay una clara intención de burla hacia las críticas que recibió durante todo este tiempo, potenciada por las amenazas tuiteras del presidente Javier Milei, el gran Fanático. La antesala de este exitoso single, himno de las marchas LGBTIQ+, le precede Sexy, escrita en colaboración con Blair.
Esa bufonada se replica con mayor énfasis en Sensacional éxito, la bisagra del álbum, y en Fin de la transmisión, el tema que lo cierra. Al escuchar al locutor televisivo llamarla “la mayor delincuente de la que se tenga memoria”, se hace inevitable no lanzar una carcajada.
Al encabezado, le siguen Lokura, No me importa y Plástico. Esta última es la primera colaboración de la cantante con Duki y la que le da el nombre al disco. Con ella, continúa explorando sonidos ochenteros de aquel corte difusión que dejó a todos pogueando en loop, a la vez que hace una crítica a quienes explotan figuras artísticas funcionales a la industria.
Universo Lali
No solo permiten facturar, sino que también habilitan esa discusión de blancos y negros que, en definitiva, solo destruyen a la persona que pone la cara. Con otro tono, es similar a #Tetas de Ca7riel & Paco Amoroso o la denuncia que evidencia La Sustancia, por solo mencionar dos ejemplos desde lo musical y cinematográfico.
Eso da pie a reconocer otro logro de parte de Espósito: cada tema tiene su propio videoclip que no es un simple visualizador, sino que son producciones audiovisuales distópicos, crudos y combativos, unidos bajo un mismo hilo conductor y con un elenco diverso que danza dentro de un todo complejo: el universo Lali.
Volviendo a los temas del disco, Mejor que vos con Miranda! pregunta la génesis pop pegadizo y característico de la actriz, un tema romántico y de empoderamiento que hasta puede vincularse con el ensayo El fin del amor de Tamara Tenenbaum.
Morir de amor, que cuenta con coros de Bersuit, y Perdedor, con la participación estelar de Susy Shock en el videoclip, mantienen esa sintonía. Tu novia II y Pendeja son la continuación narrativa de N5 y 2 y 3.
En definitiva, Lali regaló un disco muy bueno en el que el mensaje es por momentos más trascendental que la música (por ejemplo, tiene cientos de referencias a la memoria trans argentina), a veces oscuro e introspectivo, y otras, más eléctrico y rebelde. Coquetea con los límites, se ríe de sí misma y también es sincera: “Nunca fui lo que querían de mí y no me importa”.
Un día antes del lanzamiento, Eduardo Feinmann estuvo en Gelatina y definió a Lali como “un animal político”. Sin embargo, la cantante va más allá de ser representante de algo o alguien, no funciona de manera irracional ni tampoco es una persona que individualmente haya hecho algo único.
Creo que Lali es la antología de una época y una generación, la expresión colectiva de la cultura en movimiento y una voz que no se achica, se escucha. Ahora, cuando suena, agárrensen los pantalones y atiedan al demonio.