Este miércoles a la noche, desde las 20 y en el Teatro del Libertador San Martín, la pianista rusa Irina Dichkovskaia se presentará junto a la Orquesta Sinfónica de Córdoba dirigida por el maestro JonWhi Vakh, para interpretar Concierto para piano y orquesta en la menor op. 16 del noruego Edvar Grieg.
Según destaca una presentación oficial, “este concierto es una de las obras más bellas compuestas para piano y orquesta sinfónica, utilizada como banda de sonido de muchas películas por su gran belleza”.
Completa el programa la Sinfonía Clásica, op. 25 de Serguéi Prokopiev y la Obertura de la Gran Pascua Rusa, op. 36 de Nikolái Rimski-Kórsakov.
Las entradas se encuentran a la venta en la boletería del Teatro y en Autoentrada y sus valores son: Platea a $ 10.000; Cazuela, $ 8.000; Tertulia, $ 7.000; Paraíso, $ 4.000; Palco, $ 36.000; Silla a palco, $ 10.000; y Palcos cazuela, $ 24.000.
Más allá de su inabarcable foja de antecedentes, en esta oportunidad, la presentación de Irina Dichkovskaia con nuestra Sinfónica tiene la particularidad de que se produce en un período fructífero para ella. “Viene ‘en dedos’”, apunta el productor Maxi Olocco, presente en la entrevista, para dar cuenta de que la pianista está a pleno.
Veamos: en este 2024, a fines de enero ha tocado junto a la Orquesta Sinfónica de Mar del Plata el concierto de Grieg y hace pocos días interpretó en el CCK el Concierto N°2 para piano y orquesta de Rachmaninov junto a la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por el maestro Yeruham Scharovsky.
–Teniendo en cuenta ese frenesí, ¿cómo te preparás para un concierto así? ¿Tenés encuentros a distancia con el director?
–Con el director nos vemos en el ensayo y es recién ahí que intercambiamos posturas sobre la obra. Antes de eso, me preparo sola. Escucho otras versiones… Por otro lado, esta será la tercera vez que me dirigirá el maestro JonWhi Vakh (lo hizo en sus visitas de 2019, 2022 y 2023). Él es muy atento y siempre se manifiesta abierto, predispuesto a mi punto de vista de la obra.
–La obra que interpretarán es una síntesis de muchas músicas. En ella convergen Schumann, Liszt, Chopin…
–Es una obra bellísima. Es uno de los conciertos más lindos que hay para piano. Hace mucho que quería agregarlo en el repertorio. Y el año pasado, después de que tocamos el Concierto N°2 para piano y orquesta de Rachmaninov con JonWhi Vakh, le ofrecí este de Grieg y aceptó. Es muy romántica la obra… Tiene influencias europeas del romanticismo, aunque también otra bien noruega. Cuenta con lirismos y melódicos que la hacen particular, única. Es una obra célebre. Los movimientos primero y tercero son los más complicados en lo que refiera a técnica y demanda de virtuosismo. Pero el segundo, que es más lento, exige otras cosas de dramaturgia.
Irina Dichkovskaia cuenta que en períodos demandantes como éste, se intensifica su relación cotidiana con el piano: “Toco todo el día el piano cuando tengo actividad permanente. Me doy tiempo para las cosas domésticas, pero el día es estar sentada al piano. Más si tengo tres o cuatro programas en pocos días”.
Ese ritual lo lleva adelante en una ciudad del oeste bonaerense, en la que se estableció con su marido argentino, que “no es músico”.
Dichkovskaia se siente a gusto viviendo en nuestro país por su actividad cultural incesante. “Argentina tiene a los mejores músicos y mejores artistas de Latinoamérica, la vida es intensa. Estoy todo el tiempo educándome con tendencias, revistas… Vengo de una formación rusa, rigurosa, pero acá hay otros aspectos destacables que me hacen crecer”, sostiene la pianista, graduada del Liceo Especial de Música y del Conservatorio Estatal de San Petersburgo, en el que también realizó el curso de postgrado.
“Toda a educación la recibí en ese colegio especial. Es totalmente estatal y gratuito. Hay uno en Moscú y otro en San Petersburgo. Muchos músicos van de diferentes partes del país y hay lugar para recibirlos. Es un buen lugar para desarrollarse”, precisa sobre la casa de estudios en la que se formó.
Pero pide agotar la cuestión rusa ahí, por cuanto “son tiempos difíciles” y no le gusta hablar de política. “No he sentido discriminación por ser rusa”, acota de inmediato.
–¿Te permitís escuchar otras músicas o te enfrascás en tu propio mundo y rara vez salís de allí?
–Escucho otras músicas, sí. Jazz, folklore argentino… Estoy abierta a todas las tendencias.
–Hace un tiempo hablé con Sol Gabetta y me contó que su hija escuchaba reggaetón en el auto…
–¡Mis hijos también! Con mi marido nos miramos y decimos “¿¡De dónde salió esto!?”
–¿Sentís que ya le descubriste todos los secretos al piano? ¿Viene bien la figura de un profesor por más que ya estés encumbrada?
–Todo el tiempo estoy trabajando, experimentando, descubriendo cosas. Y lo hago en un plan de autodedicación, sin profesor. Además, puedo contar con las opiniones de mis papás que también son músicos. Es más importante evolucionar por tu propia cuenta. Se llega a ese punto de maduración que te conduce a eso. De todos modos, insisto, relajarse nunca se puede.
–¿Cuál es tu actitud en la previa de un concierto y en situación de camarín?
–En concierto hay que tener sobrecontrol (sic). Prefiero estar sola. Necesito mi espacio, concentrarme...
