Gustavo Lorenzatti es una institución viva de la música de Córdoba. Contrabajista y chelista de larga trayectoria, el artista es también uno de esos nombres que generan respeto y aceptación instantánea en colegas y personas afines al universo musical de “la Docta” y más allá.
Integrante de la Orquesta Sinfónica y de la Banda Sinfónica de la Provincia, el instrumentista y compositor es también un referente del jazz y de la música total, esa que no entiende de géneros como límites estancos, sino más bien como lenguajes plausibles de ser hablados y repensados en diferentes circunstancias.
Desde hace dos décadas, su nombre es también sinónimo de un proyecto que ha surfeado varias olas y sigue orgullosamente en pie, como él mismo lo refuerza cuando habla con La Voz antes de una nueva aventura en forma de concierto. “Somos uno de los pocos grupos que han sobrevivido 20 años haciendo música. Soy agradecido a eso y en este evento quiero dar gracias”, dice sobre el show en el teatro Real que prepara junto con Desatanudos, proyecto fundado por él con el guitarrista Darío Iscaro en 2005.
Aunque durante años se lo conoció como un trío, la última gestación del proyecto es un quinteto liderado por el contrabajista. Esa formación –que además contempla a Alcides Coronel (clarinete bajo), a César Elmo (batería), a Pablo Havenstein (teclados) y a Willy Ferreyra (guitarra)– servirá como base para un encuentro muy especial que ocurrirá el próximo jueves 11 de septiembre, en una ocasión afín a un nuevo Día del Maestro.
Esa noche, Desatanudos celebrará su recorrido con una propuesta que, aunque con la nostalgia propia de cualquier aniversario celebrado, no deja de mirar hacia adelante.
De cabeza
“Si dudo, no lo hago. Es medio kamikaze la cosa, te tenés que tirar de cabeza. Y yo lo hago por la hermosura de la gente con la que estoy tocando”, explica Lorenzatti en la antesala de una producción que lidera en primera persona.
“Son pibes que vienen a ensayar a mi casa de Agua de Oro todas las semanas con unas ganas… Ellos tienen un entusiasmo que a mí me inspira. Y yo, como jefe del grupo, les debo también la oportunidad de que podamos festejar estar juntos”, precisa sobre esta actuación en uno de los escenarios más emblemáticos de la ciudad de Córdoba, y que además será registrada para la posteridad tanto en sonido como en imagen.
Para Lorenzatti, la actual versión de Desatunudos (consolidada tras el lanzamiento del disco Paraísos, de 2023) es el punto de partida para revisar un repertorio rico en variedad y en momentos de todo tipo. Inclasificable, en definitiva.
“Tomaron un vuelo el sonido y la energía del grupo que me encanta”, apunta el músico, que imaginó este concierto como una instancia para celebrar esa sinergia colectiva. “Dije ‘bueno, vamos a darle para adelante’. Vamos a valorar el hecho de encontrarse con gente tan talentosa y tan buena onda y vamos a brindar un concierto como corresponde, en un buen teatro. Vamos a festejar 20 años y vamos a hacer una grabación y una filmación en vivo para que nos quede de recuerdo. Así después podemos hacer los 30 y los 40 años”, reflexiona entre risas.
Sobre esa idea, que involucra a su amigo Alberto “Camacho” Cagliero –técnico de sonido de León Gieco–, completa: “Últimamente estamos haciendo muchas grabaciones juntas, hace poco me grabó un disco de contrabajo solo. Le comenté la idea y me dijo que le encantaría, y que tenía que venir a Córdoba con León, así que podía quedarse unos días más y armar la movida”.
“Él es una persona hiperentusiasta y es increíble técnico. Eso me dio el empujón como para animarme a hacer un registro en vivo. Y los chicos del Sindicato de Músicos tienen un equipo de grabación y van a venir a filmarnos”, destaca un Lorenzatti entusiasmado con lo que vendrá.
–¿Cómo fue ese diálogo entre una banda relativamente nueva y un repertorio de dos décadas?
–Mi idea era juntar un repertorio que abarcara estos 20 años. Un par de temas del comienzo, otros de hace unos 10 años y el resto del repertorio actual. También invitar a Darío Iscaro, que fundó junto conmigo Desatanudos y ahora vive en Buenos Aires; a Alejandra Tortosa, que ha sido parte de Desatanudos y de Golpe de Calor –su anterior grupo– y es una de las cantantes más talentosas que ha tenido Córdoba, y a Nicolás Maza, que es amigo de toda la vida y siempre ha colaborado con mi música. Además, tengo muchos amigos de la Orquesta Sinfónica a los que también les gustan la improvisación y esta música un poco salida de contexto y me dijeron que querían colaborar. Entonces armamos un cuarteto de cuerdas con Lucas Maldonado, Leandro Liuzzi, Irene Tesouro y Francesca Lorenzatti y hacemos algunos temas junto a ellos. Y así se armó un show con 14 músicos arriba del escenario. Un movidón.
–¿Qué te pasó internamente al revisar esa variedad de formatos y versiones de Desatanudos?
–Básicamente siempre he compuesto desde un punto de vista muy abierto. Siempre me gustaron el jazz, la música clásica, la música contemporánea. Siempre me incliné a hacer algo muy abierto y al mismo tiempo que tuviera una estructura. Yo compongo en el contrabajo y en el chelo, que no son instrumentos armónicos. Y eso tiene sus limitaciones y sus aperturas. Me encanta sobre todo el color que se está formando con esta agrupación porque llegué a tener un sonido más sinfónico. Antes era más power trio, era más crudo. Y ahora no es más blando, pero sí más sinfónico por el tipo de arreglos que estamos haciendo. Eso nos lleva a tomar temas viejos, pero a direccionarlos de una manera diferente que parecen nuevos. Eso no me había pasado antes. Me propuse revalorizar música que ya tenía escrita y ya había grabado antes. Me entusiasmé para hacer un repertorio amplio, que abarcara todas las etapas de Desatanudos, de lo más freak a lo más melódico.
–¿Cómo los predispone el contexto del teatro Real?
–Es una inyección de energía. Los ensayos ya salen diferentes porque sabemos que vamos a tocar en un teatro de esa magnitud y en esa circunstancia. Entonces nosotros nos tenemos que poner también mucho más minuciosos en la manera de ensayar, en los matices, en todo, porque se va a escuchar y entender todo de una manera diferente. Yo me acuerdo de que presentamos El rey de las palabras (2011) en el teatro, incluso con Golpe de Calor hemos presentado cosas ahí. Es parte de mi vida, es muy importante porque me han pasado cosas muy fuertes ahí. Es un teatro de un tamaño manejable y a la vez tiene una técnica tan completa que también te exige pensar en un todo. Me pareció muy lindo volver a sentir eso. Córdoba es una ciudad muy creativa, pero siempre le falta un poquito para llegar a ser lo que tendría que ser. No tenemos una sala con un buen piano que no sea un teatro tan grande, habría que pensar en una sala bien céntrica, completa. Córdoba se lo merece, tiene una calidad de artistas y una cantidad de energía y de gente creativa que es envidiable. La buena onda de la gente también, la creatividad siempre fluye sin medir. Córdoba tiene algo especial, que es redifícil de conseguir, en cualquier lado. Es especial, entonces estaría bueno que nuestros gobernantes y la gente que trabaja en Cultura entendieran eso y valoraran lo que hay acá.
Para ir
Desatanudos celebra 20 años de trayectoria este jueves 11 de septiembre en el teatro Real (San Jerónimo 66). Entradas generales, en venta a $ 15 mil a través de Autoentrada.