“Cuando empecé, yo hacía otro tipo de canciones, y Córdoba siempre fue uno de los lugares donde mejor me recibieron. A la gente que me conoció en el último año y medio quise mostrarle lo que hacía antes. Gracias por recibirlo así”, dijo Emanero promediando el gran show que brindó este viernes en el Quality Arena.
Es que, en medio de la interpretación de sus hits, se tomó un tiempo para repasar los primeros temas de su carrera, aquellos que lanzó cuando fue uno de los pioneros del rap en la escena nacional.
Sin embargo, no faltaron las mejores canciones de sus runflas, esas que comparte con artistas como Abel Pintos, Ulises, La Konga, Ángela Leiva, Karina, Antonio Ríos y Los Palmeras, entre otros.
A pesar de que el recinto estaba compuesto en un 100% por sillas, no quedó nadie sentado cuando sonaron las cumbias que hicieron bailar todos los presentes.
“Me van a escuchar decir muchas veces ‘gracias’, porque no siento otra cosa más que emoción y gratitud. ¡Nos vemos la próxima!”, dijo emocionado Emanero al cierre de un fabuloso concierto.
El último sinvergüenza
El show de este viernes 6 de junio estaba agotado desde hace varios meses. Lo llamativo, en la previa, era la venta de entradas para la “experiencia Runfla”, una suerte de Vip para vivir el espectáculo como si se formara parte de la cantina que aparece en los videos del artista.
Así las cosas, cuando la gente llegaba al Quality, se encontraba con las butacas ubicadas al fondo y un salón con mesas al frente.
Quienes asistieron a esa zona disfrutaron de una mesa con picada y bebidas a gusto. Por supuesto, el público de las butacas también gozó de una gran puesta en escena y de un sonido preciso y nítido que se oía perfectamente desde cualquier ubicación.
También fue llamativo observar el perfil del público que iba ocupando los asientos: el promedio de edad superaba los 35 años. Muchos adultos llegaban vestidos de manera formal y con muchas ganas de disfrutar.
Emanero subió al escenario a las 21.40 y comenzó con, quizá, las dos canciones que lo catapultaron a la fama popular: Adicto y Bandido.
“¡Buenas noches, Córdoba!”, gritó desde la pasarela, e invitó a quienes estaban en las mesas a dejar las sillas para ponerse a bailar.
Todo comenzó bailando (reversión junto a Ráfaga del histórico hit de Márama), Mala mujer, Me duele tu traición y Ladrona mantuvieron la energía en lo alto. Luego, el clima bajó con prolijas versiones de Secreto paraíso y Chernobyl, temas que pertenecen a su primera etapa rapera. Esta última, además, le dio nombre a su último álbum antes de iniciar el período de las runflas. Allí ya se percibía un coqueteo con un sonido más cancionero, que luego explotaría con creces.
Según pasan los años
El cantante de 38 años presentó un bloque de rap para repasar esa etapa de su carrera. En ese segmento, se lució la banda que lo acompaña: tanto el baterista como la percusionista llevaron con solidez el tempo de las instrumentales raperas.
El tecladista y el guitarrista, por su parte, le dieron un toque rockero a las bases, mientras que Emanero hizo rugir su micrófono con las características letras testimoniales propias de alguien que pateó la calle.
Porque puedo, Manicomio, Pastillitas y El juego fueron algunas de las más coreadas por los fans de su primera época. Aunque, claro, también hubo muchos que no las conocían.
Antes de cambiarse frente a todo el Quality, al ritmo de Bésame mucho en versión de sus coristas, expresó: “Estas fueron canciones viejitas de una parte de mi carrera en la que no tuve la oportunidad de tocar en ciudades tan grandes como ahora. De todas maneras, Córdoba siempre me recibió bien. Vine por primera vez a Babylon en 2005. Capaz hay alguno acá que me fue a ver en una de esas veces”.
Y sumó: “Hice estos temas para ellos, para agradecerles tantos años de haberme bancado. Y para los que me conocieron en el último tiempo, es una manera de mostrarles de dónde vengo y cuáles fueron mis orígenes”.
Atorrante
Ya vestido de traje, Emanero comenzó a cerrar su show con lo que la mayoría había ido a ver. En la previa, también se había generado expectativa por la posible presencia de los cordobeses que integran sus runflas. Euge Quevedo, Ulises Bueno, Q’ Lokura y La K’onga eran algunos de los nombres que se barajaban para acompañar al artista.
Antes de retomar con la música, se tomó un momento para leer los carteles que le habían preparado. Hubo muchos saludos de cumpleaños y también pedidos para subir a cantar con él.
“Aunque la producción no me deja, les voy a acercar el micro a ustedes dos para que canten conmigo. Acérquense en el siguiente tema”, dijo, señalando a dos niños cuyos carteles lo habían conmovido.
Cuando sonó Atorrante, muchos esperaban la aparición de Ulises, pero solo se lo vio en las pantallas. Emanero completó esa runfla con la participación de los dos niños que había saludado minutos antes.
Siguió con A puro dolor –al calor de las luces de los celulares– y Borracho y loco.
Y cuando comenzaron a sonar los primeros acordes de guitarra de Fama de diabla, apareció Pablo Tamagnini, de La Konga, para acompañar a su amigo en el escenario.
La dupla terminó de encender un lugar que ya estaba al borde de la euforia. El cuartetazo –del que también participa David Bisbal– fue ampliamente celebrado. Una lluvia de aplausos despidió a Tamagnini, quien regresó para hacer, una vez más, Adicto.
“¡Vamos de nuevo porque al principio estaban medio tímidos!”, gritó.
El cierre fue con Sinvergüenza, un hit que las mujeres cantaron y gritaron hasta casi sobrepasar la voz del artista. Todo voló por los aires, y Emanero coronó un show consagratorio con el público al rojo vivo.
Visiblemente emocionado, expresó todo su agradecimiento y prometió volver pronto. “Gracias por esta noche. Los quiero mucho. Ojalá sean millones de veces más las que nos veamos”, dijo, antes de despedirse junto a su gran banda.