Para la banda japonesa Boris, el sonido nunca ha sido un mero estímulo auditivo; es una fuerza que se siente en el cuerpo. A dos décadas del lanzamiento de su álbum Pink (2005), el power-trío japonés se presenta por primera vez en nuestro país con una doble fecha que promete ser una experiencia sónica pura.
Compuesto por Wata (voz, guitarra, teclado, acordeón y echo), Takeshi (bajo, guitarra y voz) y Atsuo (voz, batería y percusión), Boris se ha transformado en una de las referencias claves de la experimentación del noise en el rock pesado.
Inclasificable, por ser una banda en constante búsqueda y experimentación, a lo largo de 29 álbumes publicados han coqueteado con gran parte del espectro rock: stoner metal, sludge metal, shoegaze, drone doom, post-rock, entre otros.
Su factor común, un espíritu de búsqueda constante de un sonido nuevo, envuelto en ruido, riffs atmosféricos y densos, composiciones no convencionales, más dispersas y repetitivas que logran evocar experiencias en vivo como una masa sonora que pega en el cuerpo e hipnotiza con su derrame ambiental furioso.
La resonancia del ruido en el cuerpo
“En nuestros conciertos, el volumen del sonido es realmente alto”, comentó Atsuo a La Voz y agregó: “Nosotros mismos hacemos vibrar el límite entre nuestro cuerpo y el mundo, lo volvemos difuso. Esa vibración nos hace sentir una unidad con el entorno”.
Atsuo explica que, cuando el sonido y su vibración borran la frontera de la piel, mundo, cuerpo y conciencia la banda requiere una intensa preparación. La describe como un riguroso entrenamiento de danza: incorporan el flujo completo del show al cuerpo, repitiendo hasta que el cuerpo pueda tocar por sí mismo, de manera automática, sin que la conciencia tenga que intervenir.
Esta devoción por el acto físico de la creación choca de frente con el avance tecnológico. Atsuo señala que con la aparición de la inteligencia artificial, los significados de originalidad, novedad y ruido están siendo reescritos.
El músico se pregunta si, al definir la IA como artista, podríamos haber “perdido el ruido de nuestras propias manos”.
Para Boris la respuesta está en una ambición incansable, su misión trasciende la música: ellos creen firmemente que la cultura y la belleza se transmiten sin necesidad de contacto directo, contagiándose y heredándose. Sienten que el mundo cambia a través de esos encuentros.
El carácter inagotable de Boris se cimenta en una simbiosis interna de tres fuerzas creativas distintas. El trío está impulsado por Atsuo, el baterista, quien opera como el líder del grupo, gritando y actuando por instinto primario.
Takeshi, en el bajo de doble mástil, elabora unas líneas de bajo retumbantes. Pero, es Wata quien desata una maestría psicodélica con su guitarra en conjunto con su pedalera con “echo”, cuya contribución ha sido crucial para que Boris no sea solo otra banda de sludge.
El aniversario Pink
La decisión de revivir Pink se basa tanto en la nostalgia como en la necesidad de conectar su legado con la realidad actual. Al grabar el álbum en 2005, Boris trató de “encerrar en el álbum el aire del mundo” que habían “absorbido durante las giras previas”.
Atsuo señala que la respuesta de los oyentes en todo el planeta inició un ciclo de energía que sigue vivo hasta hoy.
Pero la motivación de la gira mundial surgió tras la pandemia. La banda notó un aumento notable de público joven en sus conciertos, que no asistieron a sus recitales en la época de Pink. Por ello, quisieron hacer esta gira: para que las nuevas generaciones puedan “experimentar el álbum de manera directa, en el cuerpo”.
La banda desea que el público sienta que Pink no es solo un álbum hecho en estudio, sino un sonido físico, real, que vibra en el presente, y busca “conectar la historia viva de la música con el mundo contemporáneo”
Atsuo anticipa la energía para el show: “He oído que el público argentino es muy apasionado. Espero que juntos podamos invocar un Pink intenso, denso y vivo en el escenario".
El debut de Boris en Argentina
Para la banda, el debut en Argentina es un hito especial. Atsuo confiesa que siempre quiso tocar en Argentina. Personalmente, siente una profunda conexión con el país, revelando a la banda Arco Iris como una influencia clave. Describe que la música de Arco Iris tiene una belleza que, incluso desde Japón, logró tocar su corazón, generando una “resonancia emocional que no puede explicarse con palabras”.
Atsuo alberga la esperanza de que, al absorber esa influencia y devolver su eco a través de la música de Boris en Argentina, puedan “comprender el secreto de esa ‘resonancia inexpresable’”. El baterista tiene una fe profunda en la fuerza de la cultura, que se transmite, se contagia y se hereda sin necesidad de contacto directo. Manifiesta que su vida gira en torno a esa fuerza y que siente que el mundo cambia a través de esos encuentros. Su deseo es que el mundo se llene de belleza y ve la gira como el método para lograrlo.
Para ver a Boris
La banda se presenta el próximo sábado en Club Paraguay a las 19. Entradas en AlPogo desde 65 mil pesos.


























