A 41 años del lanzamiento de su primer disco, El Cuarteto de Nos atraviesa lo que su vocalista, Roberto Musso, califica como “el mejor momento de su historia”. El próximo sábado 9 de agosto, la banda uruguaya se presenta en Quality Arena para tocar todos sus clásicos y las canciones de su nuevo disco, Puertas.
Con una agenda de giras que los mantiene “el 98% del tiempo fuera de Uruguay”, la agrupación sigue pisando fuerte en la escena y consolida un ascenso que, según el cantante, se volvió más orgánico desde el lanzamiento de Raro en 2006.
“Ahora dosificamos los shows. Hacemos 20 días de gira, volvemos dos o tres semanas y arrancamos de vuelta. Lo disfrutamos un montón. Vamos cada vez a más países y ciudades. Estamos en el mejor momento de la banda, por lejos. Eso también te hace disfrutar más, aunque se extraña, sobre todo los que tenemos hijos”, relata del otro lado del Zoom desde su casa.
La hija de Roberto Musso, compañía e inspiración
Roberto Musso está casado con Laura Domínguez hace 30 años y tienen una hija llamada Federica. Cuando era muy pequeña, el cantante le escribió No llora, una de las canciones más trascendentales de El Cuarteto de Nos.
“Cuando escribí esa canción, ella tenía 1 año y medio. Ahora, tiene 14 y me acompaña a los shows. Es divino”, comenta con una gran sonrisa, aunque luego advierte que a él también le toca acompañarla a los conciertos de los artistas que le gustan.

“Fui con mi hija a algunos shows de K-pop que tienen cosas muy buenas. Ahora está más en la adolescencia y escucha Olivia Rodrigo y Lana del Rey. Así que sí, como padre me tocó ir, hacer la fila, esperar... Los reentiendo a los padres que van a nuestros shows”, asegura divertido.
El mejor momento de El Cuarteto de Nos
Musso señala que una de las claves de éxito de la banda, especialmente después de la pandemia, fue el “aluvión de gente joven” que asiste a sus conciertos. “Venimos trabajando hace un montón de tiempo y todo fue en ascenso”, afirma.
“Recorrimos el camino más orgánico, y Córdoba no fue la excepción. Éramos una banda más de culto y se fue masificando de a poquito. Después de la pandemia, hubo un punto de inflexión más grande porque pasamos a tocar en lugares más grandes sobre todo por ese aluvión de gente muy joven”, añade.
El cantante observa que esta nueva generación tiene sabiduría para manejar el aluvión de información que azota a las sociedades actuales, por eso es “mucho más abierta de cabeza” y encuentra conexión con las letras de sus temas.
“Algo que me ayudó a componer y diversificar un poco la forma fue hacerlo desde mis vivencias más personales, según la edad que tengo. Al Roberto de 20 años no lo motivaban las mismas cosas que ahora. Esa madurez compositiva conectó un montón con el público”, reconoce.
Un público multigeneracional
El alcance intergeneracional que tiene El Cuarteto de Nos es motivo de orgullo para Roberto. Es común ver a padres acompañando a sus hijos a los shows, y viceversa, lo que crea un “público heterogéneo” y un vínculo especial que se transfiere de generación en generación. “Mi espejo es un público heterogéneo”, afirma.
El frontman asegura que se siente muy identificado cuando ve esa marea diversa de gente “rara, porfiada y bipolar” (haciendo alusión a los nombres de sus discos) porque le recuerda cuando tenía 15 años y junto a sus amigos eran “los raros de esa época“.

“Éramos los que no se vestían a la moda, los que no escuchaban canciones mainstream, los buenos estudiantes, los bullineados, aunque no existía esa palabra. Éramos el blanco perfecto para molestarnos sin sentido. Cantar todo eso y con propiedad porque lo viví, te da el impulso para escribir", asegura.
–¿Estabas al tanto de la tendencia que se generó en TikTok con la canción “Esplín”? Hubo muchos videos haciendo alusión a la letra.
–Sabía que me estaba pasando algo, obviamente por mi hija de 14 años, que consume TikTok. ¡Me peleo con ella por cómo consume música! Saltea las canciones cuando llega el estribillo... ¡Escuchá toda la canción! Me vuelvo loco. Más o menos la fui llevando para que se dé cuenta de lo que cuesta componer y hacer una canción. En cuanto a lo del Esplín, había visto que subió rápidamente en visualizaciones, pero lo que más me sorprende es leer los comentarios. Nuestros fans son muy creativos e inteligentes. Contribuyen al metaverso de los personajes del Cuarteto y hacen unas interrelaciones que ni yo las había pensado.
–Pero ese metaverso lo fogoneás vos con la complejidad de las letras. No sé quién se pone la vara más alta, si los fans a vos, o viceversa.
–Es verdad, se da un feedback interesantísimo. Sin la inteligencia y creatividad de los fans, no habría podido seguir componiendo y subiendo la vara. Me llena de orgullo que se den cuenta del tiempo que uno invierte en las letras. A veces paso dos o tres meses trabajando en una letra, y capaz nadie se entera.
–En 2017, dijiste que El Cuarteto de Nos era “el Nostradamus de la música”. Si comparamos “Puertas” con “Lámina once”, el disco anterior, no se sabe cuál es más surrealista. Ese concepto ya lo trabajaron en “Apocalipsis Zombie”. ¿Sentís que todo sigue en línea con el estado del mundo?
–Mirá que bien esa frase, me había olvidado que la había dicho (ríe). Lámina Once lleva el sello indeleble de la pandemia, que a su vez era una cuasi situación surrealista, si lo pensás. Fue algo totalmente distópico y las canciones ya salieron de ese lado. Las de Puertas son más surrealistas aún porque tiene a personajes pospandémicos. Es la primera vez que pudimos explicitar claramente nuestro nexo con el arte surrealista, que es algo que siempre estuvo, tanto en Apocalipsis Zombie como en el Cuarteto de fines de los ’80. Yendo a la casa de Damián es una especie de Esperando a Godot, pero en movimiento. No se sabe quién es ni por qué lo van a ver. Esas cosas siempre me inspiraron para componer.
–¿El rock ayudó un poco a describir esto surrealista que también lo vemos en la realidad?
–Escuché decir que el surrealismo puede llegar a ser más “subversivo” que el relato de la realidad porque podés cuestionar un montón de cosas desde ese punto de vista, bordeando entre la ficción y la realidad, pero con un relato supercrudo. En Camello patagónico (tema que cierra el disco), decimos “algo anda mal”, ¿pero qué es lo que anda mal? Bueno, muchos andan mal... A nivel lírico, el rock ayuda muchísimo.
–Todo esos conceptos los acompañan con una animación también surrealista. ¿Hubo uso de inteligencia artificial en los videos?
–Los últimos videos los hicimos con Julia Conde, una artista bonaerense que trabajó con un montón de artistas jóvenes. El videoclip de El cinturón gris también lo hicimos con ella. Nos encantó el laburo que hizo ella y todo su equipo. No es inteligencia artificial para nada, pero no tengo nada en contra. Que no te sorprenda que mañana salgo con un disco con IA. Soy proavance tecnológico, pero en este caso no usamos. Ahora, estamos haciendo una reformulación de la parte estética del show con ella como directora.
–“Contrapunto para Humano y Computadora” se volvió real. Ahora tendrías que pelear con el Chat GPT.
–Es de mis canciones favoritas, pero nunca pensé en el suceso que iba a tener en vivo. La hicimos antes de la explosión de la inteligencia artificial, pero ahora tiene una relectura y un ida y vuelta totalmente diferente. Estábamos dudando si seguía en el repertorio, pero es un momento en vivo tan distinto que sigue superpresente.
–“Puertas” es el primer disco sin Santiago Tavella. ¿Cómo se reconfiguró la banda y cómo están hoy a un año y medio de su salida?
–Él nos planteó la situación a finales del 2022. Lo conozco desde que tengo 14 años. Es superinquieto, tiene un montón de proyectos y no le gusta encasillarse. También es curador de obras de arte y le encanta producir bandas jóvenes. Entonces, en el Cuarteto se sentía esclavo. Las giras le cortaban un montón de tiempo. Ya no somos unos jovencitos, todavía tengo ganas de hacer cosas. Fue una salida de mutuo acuerdo, pero los fans lo sufrieron como si se separaran los padres. Se dio muy orgánico y como lo sabíamos hace tiempo, empezamos a hacer la transición de a poco. Luis (Angelero) empezó a tocar la guitarra, Santi Marrero pasó al bajo y Santi Tavella, en la guitarra. Todo recontrabién con Santi. Por eso no fue tan traumático entrar al estudio. Eran canciones que ya estábamos ensayando de antes sin él. Obviamente que se reextrañó la dinámica que tenemos hace más de 13 discos, pero creo que fue una reconfiguración sana de la banda.

–Muchas veces se dice que El Cuarteto de Nos trabaja mucho desde la filosofía, pero yo siento que el trabajo máximo está puesto en la semiótica...
–Lo filosófico o psicológico resume un montón de cuestiones semióticas o semánticas. A mí me encanta poner esas capas del lenguaje porque le da un enriquecimiento al relato y a la canción en sí misma. Yo hago una primera pincelada de la canción, pero después estoy dándole vueltas para ver cómo mejorar una frase o cambiar una palabra que no me convence. Soy recontraobsesivo en eso. Siento que estoy haciendo las canciones cada vez más complejas, pero llegan a un público más joven. Ojo, me encanta que pase eso. Nunca subestimé a nadie, menos al público. (Dicen) “la gente quiere un estribillo cantable y nada más”, pero para mí es al revés. La subida de vara tiene que estar siempre para seguir siendo vigente y autodesafiarse, no tener el temor de caer en una intelectualidad incomprendida.
Para ver
El Cuarteto de Nos se presenta en Quality Arena (av. Cruz Roja 200) el sábado 9 de agosto, a las 21.30. Entradas disponibles en la boletería y página web del espacio desde $ 51.750 hasta $ 80.500 (los precios incluyen gastos por servicio). El show también tiene habilitado el Premium Service por $ 69 mil cada uno.