El salto que pegó Cami con su nuevo EP Anna vol.2: El ojo de mi frente es evidente. Este disco visceral, en el que pregona la electrónica y los versos cortos pero potentes, fue grabado íntegramente en México y dio a luz el pasado 25 de marzo en todas las plataformas.
Es una apuesta más revulsiva con la que refleja su lado más esotérico. Una joya de la nueva era, el alter ego de Anastasia. La forma completa de Anna, su nueva compañera.
A lo largo de estos 10 años, conocimos las diferentes mujeres que habitan en Cami. Su capacidad artística sin límites (además de su admirable capacidad vocal) la llevó a explorar el arte en sus diferentes facetas. Ahora, la chilena llega a la culminación de un viaje más introspectivo, hacia las profundidades de lo divino y en una sintonía complementaria con Anna vol.1: Los amantes.
El multiverso de Cami es inconmensurable, un rasgo clave para entender cómo fue explorando nuevos sonidos y texturas a lo largo de su carrera para culminar (por ahora) en este viaje astral entre la electrónica y el folklore.
Anna, la evolución de Anastasia
Desde que empezó a transitar la piel de Anna, su narrativa abstracta dejó en evidencia su consistencia como artista. El segundo volumen de esta trama sonora es revolución en su estado más puro.
A diferencia del primer volumen, El ojo de mi frente es más electrónico y conceptual. En una primera instancia, se podría considerar un trabajo parido del simple Qué bueno que llegaste (junto al rapero Bronko Yotte), pero si se tiene en cuenta que la cantante no lanza material cronológicamente, es difícil confirmar esta secuencia.
Si bien continúa haciendo un gran trabajo en cuanto a la imagen (los videos oficiales de cada canción y las fotos artísticas que los acompañan lo dan por hecho), acá la apuesta fuerte está en la música.
Lo abstracto es la clave del éxito. Con su “tercer ojo”, la cantante toca una vez más la fibra íntima del cerebro e invita al cuerpo a expresarse en libertad. Es una producción hecha para dejarse llevar y explorar el ser en un estado de pureza total. Cierro los ojos es un buen ejemplo de esta idea.
Poesía, resistencia y autoconocimiento
De igual manera, no todo es tan electrónico y abstracto. No quiero ir a la guerra también arroja poesía y hay un rap sutil en Pasará el tiempo. Ambos temas son el nexo de la chilena con su deseo por alcanzar la paz y hallar consuelo en lo artístico.
Quiero toda mi vida de vuelta es más un grito de resistencia, el paso por seguir ante la pérdida, la cura y el dolor que queda. En mayor o menor medida, todas las canciones apuntan al autoconocimiento. “En mi cuerpo no hay Dios, esa es la verdad”, afirma en Poseída.
Por último, El ojo de mi frente es un disco que pide a gritos show en vivo. Si reproducirlo con auriculares es un placer, escucharlo en directo debe ser una alta experiencia sensorial en sí misma. Aunque Cami es colosal en sus conciertos, la conexión y la performance que experimentará ahora con sus fans escalará otro nivel. El ritual moderno ya no será el mismo. Está más que claro.