En la cálida noche del sábado, y casi a las 22, la banda de Carlos Vives desplegó los primeros acordes latinos para que el Quality comenzara a vibrar a la altura de un show de nivel internacional.
Con la simpatía que lo caracteriza, el nacido en Santa Marta desplegó su carisma y ofreció una lista que sintetizó de manera fiel sus más de 30 años de carrera: hubo hits, pero también espacio para que sonara la música de Colombia, eso que Carlos llama “el rock de su pueblo” y que bien podría considerarse un folklore de acá.

Es que sus canciones de vallenato, cumbia, pop, rock y reguetón fueron compuestas y fusionadas con ritmos tradicionales de los pueblos originarios de Colombia, tal como lo hizo a lo largo de sus más de 15 discos de estudio.
Sobre el final, los homenajes se hicieron presentes y sorprendió con melodías de Queen, una de Rodrigo y otra de Charly García. Siempre agradecido con la Argentina, Carlos Vives prometió volver.
De Colombia al mundo
En el instante previo al inicio, la pantalla mostró un video de presentación en el que se lo ve a Carlos de niño recorriendo los caminos de su pueblo y, luego, los de Colombia y el mundo. Una voz en off narraba su historia e invitaba a disfrutar del comienzo del recital.

“El siguiente concierto está hecho con músicos en vivo, sin inteligencia artificial y con impresionantes afectos personales”, advertía la voz, mientras la pantalla mostraba a Carlos dibujado como en la evolución de Charles Darwin y la insignia de El rock de mi pueblo vive, nombre del disco que publicó en 2004.
De pronto, 11 músicos en escena dieron paso a la entrada de Carlos, quien salió con un pantalón de vestir rayado, un cinto con una gran hebilla y una remera con la insignia del álbum homenajeado. Sobre ello, un chaleco aportó la elegancia característica del músico.

La primera parte del show fue una clara muestra de la vigencia del artista. Así como sonó La gota fría, de 1993, e interpretó Déjame entrar, de 2001, también hubo lugar para varios de sus grandes featurings de los últimos años: Canción bonita (con Ricky Martin), Nota de amor (con Wisin y Yandel) y La bicicleta (con Shakira).
Como era de esperarse, las más de dos mil personas que asistieron, se pusieron de pie desde el primer momento y muchos bailaron en sus lugares.

Un gran detalle que se notó fue que, en las partes de las canciones donde originalmente cantan Ricky, Shakira o los reguetoneros mencionados, no se utilizó la pista grabada –como suelen hacer otros artistas–, sino que Carlos les dio espacio a sus tres coristas para que hicieran las veces de sus colegas.
Fueron buenos momentos del show, en los que se logró espontaneidad y, tal como había anunciado la voz en off, no hubo lugar para que las computadoras hicieran lo suyo al mezclar la voz de Carlos con la de Shakira mientras se proyectaba su imagen en las pantallas.

Al momento de La bicicleta, el Quality era un lugar feliz; bien podría haber terminado ahí el show, porque al cuarto tema la gente ya se mostraba satisfecha y agradecida.
El rock de Carlos Vives
El concepto de El rock de mi pueblo vive resume la esencia artística de Carlos Vives: una celebración de la identidad colombiana y de los sonidos que definen su tierra.
Algún despistado podría esperar una guitarra eléctrica furiosa o golpes contundentes en la batería. Sin embargo, en Colombia (y según cómo lo presenta Carlos), su rock tiene que ver con la fusión del vallenato, la cumbia, el pop, los ritmos afrocaribeños y letras que exaltan la alegría, la memoria y el orgullo de ser colombiano.

Por supuesto, la gran voz de Vives estuvo muy bien acompañada por instrumentos predominantes como las percusiones, el brillante acordeón y la gaita característica de Mayté Montero.
Carlos estuvo acompañado por muchos compatriotas entre el público: varios colombianos alzaban sus banderas, al igual que la gente de Venezuela y Ecuador. En las canciones más tradicionales, como Pa’ Mayté o La tierra del olvido, todos se abrazaban y se emocionaban por igual.
Si bien hace años que el colombiano reversiona We Will Rock You de Queen para cambiar la letra por un grito de “Viva el vallenato”, siempre genera sorpresa en el público. Esta vez no fue la excepción. El tema fue enlazado después de un gran baile en conjunto luego de Pa’ Mayté y el enganche dancesco-rockero fue otra demostración del mestizaje de la música y de los estilos que maneja el colombiano.
Volví a nacer fue otro de los hits celebrados que hizo promediando el show. En ese momento, el intérprete aprovechó para dialogar con la gente y desear un feliz día de la madre. “En la vida pasa todo. A veces a veces todo bien, otras veces no. Nos caemos nos levantamos pero siempre hay una mujer que te salva”, introdujo.

“Sé que hay muchas mamás esta noche, voy a aprovechar la oportunidad para desearles un feliz día y que tengan un día muy especial”, expresó.
Luego de la celebrada canción, se retiraron y le dieron bastante espacio a la oscuridad.
Lleva el acento de Córdoba capital
Horas antes de finalizar su concierto, a las 12 de la noche en punto, Carlos Vives paseó por Córdoba. En sus redes sociales compartió fotos con Juanfer Quintero, Carlos Portillo y Miguel Borja, futbolistas compatriotas que se encontraban en la ciudad para disputar el partido que River le ganó a Talleres.

Tan cómodo se sintió en “la Docta”, que cuando retomó la última parte de su concierto respondió al grito de “¡Una más y no jodemos más!” con Soy cordobés.
Se valoró el gesto, por más que la hubieran ensayado poco. La gente bailó cuarteto, y Carlos terminó el tema de Rodrigo mostrando su rostro inmortalizado en la camiseta de Belgrano del 2001.
Tras una breve pausa, el tecladista soltó la melodía de El Fantasma de Canterville y un bello coro acompañó la sentida interpretación del oriundo de Santa Marta.
Fruta fresca, Robarte un beso y Cuando nos volvamos a encontrar fueron el cierre perfecto para un show que tuvo tanto baile como virtuosismo escénico por parte de Carlos Vives y los excelentes músicos que lo acompañaron.
El público abandonó el Quality Arena bailando por los pasillos, como si el ritmo aún le durara en el cuerpo.
